Después de las europeas
No vamos a tener días bastantes después de las europeas para todo lo que habrá que meter en la agenda. Últimamente, cada vez que pregunto por una decisión política pendiente, siempre escucho la misma respuesta: “después de las europeas”. Solo falta aullar, a la manera del viejo Hermano Lobo.
Después de las europeas pasarán por el Congreso las leyes más polémicas, todas esas patatas calientes que se han ido retrasando a propósito, y que no sabemos si acabarán en el cajón, retocadas o aprobadas tal cual están, sin complejos. Después de las europeas llegarán al Congreso las leyes más macarras de esta legislatura: la del aborto y la de seguridad ciudadana.
Después de las europeas habrá movimientos decisivos en el tema catalán, tanto desde Cataluña como desde Madrid. Estaremos a pocos meses de la Diada y del 9 de noviembre, el PP ya no temerá perder votos por el flanco derecho, el PSOE sabrá cómo de profundo es su suelo, y para todas las partes será el momento de hacer algo más que presentar informes de futurología. Después de las europeas habrá hasta propuesta ¡de reforma constitucional! La acaba de anunciar Rubalcaba, como respuesta al soberanismo catalán, para avanzar hacia el estado federal, aunque ya veremos si se le ocurre algo más que la genial idea de convertir el Senado en cámara autonómica.
Después de las europeas se abrirá la carrera por las primarias del PSOE, pues los previsibles candidatos acordaron no dar ningún paso hasta junio, y en cuanto se cierren las urnas se mirarán unos a otros para ver quién desenfunda primero. Después de las europeas Susana Díaz podría anunciar adelanto electoral en Andalucía, tras su paripé de gesto de autoridad con sus socios de IU.
Después de las europeas puede llegar también el cambio de gobierno que Rajoy lleva meses retrasando, para dar salida a los ministros más quemados (Mato, Wert, que aunque no lo crean siguen ahí) y enfrentar el final de la legislatura. Y después de las europeas sacarán la anunciada reforma fiscal, y otras medidas pendientes. Entre ellas, el nuevo cálculo del recibo de la luz, que era para abril, y mira por donde al final lo han dejado para junio, justo después de las europeas. O los detalles del rescate a las autopistas, que también se han aplazado para entonces. Y seguramente otra ronda de nuevos recortes, visto el objetivo de déficit para el año que viene, y hasta dónde llega ya la deuda pública.
No solo el gobierno central: comunidades y ayuntamientos están también aplazando decisiones impopulares, obedeciendo la orden de que no se mueva nadie hasta que pasen las europeas, no vayamos a hundir más unas expectativas electorales ya de por sí malas.
Así que nos espera un mes y medio de campaña electoral total, y de parón legislativo y ejecutivo. Y a la vuelta de las europeas nos caerá encima todo lo pendiente. Hasta la III República puede llegar, según algún optimista.
No es solo cuestión de calendario: el resultado de las europeas condicionará todo eso que está pendiente, y las decisiones tendrán un sentido u otro dependiendo de cómo salgan de las urnas los responsables de las mismas.
Las europeas, que siempre parecieron un amistoso, donde no había nada en juego y los ciudadanos podíamos votar hasta a Ruiz Mateos, se presentan esta vez decisivas, tanto para lo pendiente como para lo por venir. Lo de menos, las instituciones europeas, en las que no piensan ni los candidatos. O ellos aun menos que nosotros.
Pero yo, cada vez que oigo lo de “después de las europeas”, pienso automáticamente en lo que viene justo después, calendario en mano. No me refiero a las municipales y autonómicas, y luego las generales, sino lo inmediatamente posterior a las europeas: el verano, y este año con varias semanas de mundial de fútbol. Me da vértigo pensar en todo lo importante que están dejando para “después de las europeas”, y que luego nos cojan cansados, con calor y con gooooool de España.