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Hay dinero para aviones de combate

Ruth Toledano

Con estivalidad y alevosía, como ya ocurrió el verano anterior, en el Consejo de Ministros del pasado viernes el Ejecutivo aprobó aumentar en un 15% el presupuesto de Defensa para armamento: un crédito extraordinario de 883 millones.

No hay dinero para mantener abiertos en verano los comedores para niños que están en riesgo de pobreza o exclusión social, comedores que hasta la Defensora del Pueblo ha recomendado mantener, pues muchos de ellos no tienen una comida completa o adecuada al día. Dice el Gobierno que es para no “estigmatizar” a los niños pobres, aunque Save The Children ha propuesto alternativas para que no sea así, como enmarcar esas comidas en actividades lúdicas o campamentos. Ni caso.

No hay dinero para becas de estudiantes, muchos de los cuales han tenido que abandonar la universidad por los recortes de esas becas y la subida de las tasas. Comisiones Obreras señala que son los centros públicos los que pierden más estudiantes porque son los esos alumnos los que más dependen del apoyo del sistema. Ni caso.

Tampoco hay dinero para profesores de educación infantil, primaria y secundaria, se despide a cientos de interinos y se cierran colegios rurales. La Marea Verde lleva tiempo alertando de la tragedia futura que suponen esos recortes. Ni caso.

No hay dinero para los servicios sanitarios, que, a causa de los recortes, reducen personal, cierran camas hospitalarias, aumentan las listas de espera, sobrecargan de trabajo a los profesionales y cada vez ofrecen menos prestaciones, lo que, según el Foro Español de Pacientes, tendrá consecuencias negativas, principalmente, en las personas con menos recursos. Ni caso.

No hay dinero para los pensionistas, muchos de los cuales sobreviven con una cantidad mísera y es posible que acaben por no sobrevivir a la miseria, al ser víctimas directas de los recortes sanitarios, de los recortes en las plazas de residencias públicas y del incumplimiento sistemático de la Ley de Dependencia (eso sí, el Gobierno potencia las pensiones privadas reduciendo las comisiones en un 30%).

Pero hay dinero para rescatar a la banca, cuya factura, que en su mayor cuantía se carga a los contribuyentes, ya multiplica por seis los recortes en Sanidad y Educación.

Y, como vemos, también hay dinero para armamento.

Así que, en lugar de comedores para niños necesitados, tendremos aviones EF-2000, es decir, aeronaves de combate. En vez de escuelas, tendremos Airbus A400M, es decir, aviones para transporte militar. En vez de maestros, tendremos vehículos Pizarro, es decir, tanques de combate de infantería. En vez de camas en hospitales, tendremos helicópteros Tigre, es decir, aparatos de ataque para misiones contra carros de combate. En vez asistencia o residencias de ancianos, tendremos helicópteros NH-90 para lucha antiaérea. De la cultura mejor ni hablamos: para qué queremos cultura si tendremos misiles anticarro C/C Spike. Fabricados, por cierto, por Israel.

¿Por qué compra España armamento? ¿Por qué no atiende a las necesidades básicas de los ciudadanos pero dota al ejército de una flota de vehículos y proyectiles que solo sirven para hacer la guerra, destruir y matar? ¿Por qué se destina dinero extra a Defensa, que tiene ya una deuda de 30.000 millones de euros con la industria armamentística? Es un sinsentido tal que solo tiene una explicación: el negocio de esas empresas armamentísticas y las comisiones millonarias que se llevan sus consejeros, como lo ha sido el propio ministro Morenés, cuyo caso es escandaloso.

Con sus prioridades de gasto, el Gobierno demuestra una falta de ética que resulta insoportable para un país que está sufriendo como el nuestro. Y hacer ese reparto del dinero público en un momento en el que los escándalos económicos de políticos e instituciones nos convulsionan a diario, solo pone en evidencia que estos políticos y estas instituciones no debieran estar legitimados para seguir manejando ni los presupuestos ni los derroteros del Estado. Porque son políticos e instituciones que están dando guerra cuando debieran estar velando por una paz social que sus decisiones y sus actuaciones ponen en peligro. No puede ser que haya dinero para aviones de combate y no para niños en exclusión social. No puede ser. Y está siendo.

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