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Mens naranja in corpore legislador

Barbijaputa

El 23 de junio saltaba la noticia de una nueva fuga de diputados en el partido de Albert Rivera, Ciudadanos. Los cuatro diputados valencianos declaraban que “existe 'un sistema de Gestapo' para controlar las opiniones”. Antes de esta fecha, 23 de junio, en la cuenta de Twitter del partido se podía leer –de vez en cuando– referencias a los vientres de alquiler. En enero lo nombraron dos días, en febrero tres o cuatro, en marzo sólo un tuit, al igual que en abril, para acabar en mayo con este tuit:

Desde este tuit del 19 de mayo, nada más al respecto. Hasta el 24 de junio, un día después de que saltara la noticia de la fuga de diputados y el Gestapo Gate, que Ciudadanos ha multiplicado cada día –desde entonces hasta el día de hoy– os esfuerzos y mensajes relativos por la campaña para legalizar los vientres de alquiler. Aquel mensaje que dio Patricia Reyes de “tenemos que esperar para llevar la gestación subrogada al pleno” quedó rápidamente obsoleto, al parecer.

Esta fecha puede ser casualidad. El cambio de opinión también. Puede que fuera una cortina de humo, o simplemente puede que alguien encontrara adecuado presentar la Proposición No de Ley sobre vientres de alquiler durante la celebración del Día del Orgullo. Quién sabe. Lo único que ha dejado claro el partido de extremo centro es que no da puntada sin hilo, y por principios y valores se mueve poco. Lo mismo le da PSOE que PP, que decir que sí para luego decir que no, que no para pensar que sí, que apoyar a un partido imputado por corrupción y luego reñirle con la boca pequeña cuando -vaya por dios- se destapa otra trama de corrupción.

Pero el timing de Ciudadanos no preocupa tanto como lo que se deriva de su neoliberalismo: una profunda y rampante misoginia. Misoginia y machismo que, por supuesto, disfrazan de lo mismo que al resto de ideas que defienden sin tener defensa posible: el disfraz de libertad.

El presidente de Ciudadanos opina que abortar no es un derecho sino un fracaso y, sin embargo, en su partido ahora juegan esta baza para vender la legalización de los vientres de alquiler como algo comparable al aborto.

Dar por válidas las proclamas del feminismo sólo cuando interesa, y comparar el derecho a abortar –de todas las mujeres– con legalizar esta práctica –a la que sólo van a recurrir las mujeres pobres, precisamente por ser pobres– es sencillamente mezquino. El derecho a decidir sobre nuestros cuerpos es para todas: pobres, ricas, blancas, no blancas, jóvenes, menos jóvenes, migrantes o no. Legalizar los vientres de alquiler sólo favorecerá a quien pueda pagarlos y sólo sufrirán las consecuencias físicas y psíquicas las mujeres con menos (o ningún) ingresos.

Es una medida que nace del clasismo, como cualquier idea que salga de una formación liberal, ya que la clase alta no tiene nada que temer. Y también es machista, porque sólo perjudica a mujeres. A las más pobres afecta mucho más, pero el resto también sufriríamos las consecuencias. Presentar a la mujeres como objetos a los que usar siempre nos afectará a todas porque el mensaje se manda a toda la sociedad, que es la que luego nos conformará en gran medida. Por poner un ejemplo obvio: el anuncio de Ponche Caballero que en los 70 se emitía como un anuncio más, mostraba a un hombre abofeteando a su mujer. Sin embargo, ese bofetón no sólo afectaba a la mujer que lo recibía, sino a cualquier mujer que conviviera en una sociedad donde pegarles era lo normal, lo establecido.

Se deshumaniza así a la mujer más de lo que ya está; se nos deja saber, a hombres y mujeres, que usar nuestros cuerpos para desfogue, para gestar los hijos de otros o para lo que dé placer y escape a otros, está aceptado, es deseable y oponerse a ello es digno de rechazo social.

Pero Ciudadanos ha decidido dar una vuelta de tuerca más en este asunto, vinculando ahora a la comunidad LGBTI con los vientres de alquiler.

En un inicio, el mismo Rivera era quien se presentaba públicamente como un obstáculo para dicha comunidad, y declaraba que “llamar matrimonio a una unión homosexual genera tensiones innecesarias y perfectamente evitables en la sociedad”. Más tarde, y en vista de que sus declaraciones le estaban dando más disgustos que alegrías, matizó que ya no veía perjuicio en que dos personas del mismo sexo se casaran sino en “la ideología que pretende entrar en escuelas, casas...” (este enlace lleva a un vídeo con cortes, pero es el propio partido quien lo ha subido, ajeno completamente a que está siendo homófobo).

La escalada desde entonces parece no tener límites y a día de hoy, Rivera ya hasta se atreve a ir al frente de una de las cabeceras de la manifestación del Orgullo, al tiempo que especifica que apoya sólo a aquellas personas dentro del colectivo que estén interesados en el particular de los vientres de alquiler.

Vincula de esta manera una práctica ilegal con un colectivo concreto al que, además, ha discriminado con anterioridad. Hacer esto es no tener ningún respeto por dicho colectivo, porque si realmente has evolucionado y tu opinión homófoba está dejando de serlo gracias a una concienciación voluntaria, lo que debería nacerte es guardar silencio y respetar su espacio y su momento. Pero cuando no hay una concienciación real pasan estas cosas, que de no querer llamarlo matrimonio pasas a usar al colectivo para favorecer a la campaña que a tu partido le viene bien impulsar.

Es obvio que no ha habido evolución positiva en Ciudadanos, ha cambiado el orden de las palabras para que no parezca lo mismo, pero sin duda lo es. Sus actos, de hecho, demuestran que avanzan en su misoginia, ya que ahora no sólo se dedican a ser reaccionarios de palabra en platós y entrevistas, sino que intentan poner sobre el papel y legislar lo que se desprende las mismas. Y no hay misógino que no sea un tremendo homófobo, ambos prejucios van siempre de la mano.

Ciudadanos, además, marca la agenda como quiere y cuando quiere: tan sólo un día se habló (y de refilón) de la fuga de diputados que sufrió en Valencia. Han conseguido, por una parte, que no se hable de un tema que de haberse dado en Podemos sería portada de muchos medios durante días y, a la vez, intentan enemistar entre ellos a sus dos enemigos ideológicos: feminismo y comunidad LGBTI. Pero, como pide Belén Remacha, no vamos permitirlo.

La proposición no de ley de Ciudadanos para los vientres de alquiler, por su parte, es un despropósito más machista si cabe que el propio concepto en sí. Le parece buena idea al partido de Rivera poner condiciones a la mujer que geste (sana, mayor de 25 años, española, con solvencia económica sin decir cuántos ingresos son esos, etc.), pero no menciona cuáles son los requisitos que deben cumplir los que vayan a pagar por una criatura hecha ad hoc.

“¿Quiénes somos nosotros para decirles a los demás que no pueden ser padres?”, se preguntaba Rivera al presentar a proposición no de ley. Manipula una vez más. Los adultos no tienen el derecho de ser padres. Los que sí tienen derechos a una familia son los niños y niñas. Y a día de hoy, sólo en España hay 18.000 niños en orfanatos. Ni qué decir tiene que Ciudadanos no está ni se le espera en la lucha para que los procesos de adopción sea más rápidos, o para que las instituciones fomenten la adopción en vez de los vientres de alquiler.

Luchar para explotar el cuerpo de las mujeres de una nueva forma sólo para gestar a nuevas criaturas cuando el mundo ya está lleno de ellas, y sabiendo además que necesitan con urgencia una familia, es liberalismo puro y duro. Egoísmo, individualismo y machismo campando a sus anchas allí donde debería haber diputados y diputadas que legislasen para y por la mayoría, y no contra ella sin ningún tipo de pudor ni empatía.

Se les suele olvidar a muchos que el poder no nació con ellos, que les fue dado por el mismo pueblo que se lo puede quitar. Y también que este pueblo cada día es un poco más feminista. Deberían andarse con ojo los cuerpos que legislan, porque los cuerpos que despiertan empezamos a ser multitud.

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