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Jesús Cintora

Todavía no sabemos cómo será el gobierno de la llamada “nueva política”, pero ya conocemos cómo no debe ser. Celia Villalobos nos ha mostrado el camino. Cuando al diputado de Podemos, Alberto Rodríguez, aún lo peinaba su madre, Villalobos ya estaba allí: en el Congreso. Cuando Rodríguez fue creciendo y decidió dejarse rastas o peinarse como le dio la gana, Celia seguía en el escaño. Presume de sumar 40 años en política, llevamos décadas pagándole el sueldo y a Celia Villalobos solo le ha alcanzado para inaugurar la legislatura de la “regeneración” pidiendo que los nuevos “lleven el pelo limpio y no le peguen los piojos”. Nivelazo.

Si entramos en sueldospublicos.com veremos que la vicepresidenta primera del Congreso, Celia Villalobos Talero, “cobra al año 39.294 euros de asignación constitucional básica, 16.932 euros por ser miembro de la Mesa del Congreso, 14.151 euros para gastos de representación y 9.889 euros para gastos de libre disposición. Como se presenta por la circunscripción de Málaga, percibe 21.886 euros de indemnización para gastos de desplazamiento y manutención, exentos de tributar. Cobra esta cantidad pese a declarar que tiene vivienda en Madrid desde 1987”. Además, “en 2011 declaraba haber ingresado 14.041 euros del Partido Popular y 22.200 de ciclos y conferencias”. 

Todo esto en el orden legal. No es como cuando su esposo, el asesor de Rajoy, Pedro Arriola, aparece en los papeles de Bárcenas cobrando en “blancas” y en “negras”. Sumado a los 600 mil euros anuales que percibía Arriola del PP, según publicaron varios medios. La vida sobre ruedas. Se entiende que Celia Villalobos no renuncie al coche oficial, porque dice que es su “herramienta de trabajo” y eso sería “postureo”.

Es mejor postura la de jugar a los videojuegos, mientras interviene delante de ella el presidente del Gobierno. Eso sí, en lugar de pedir perdón, Villalobos ha sido la única elegida por Rajoy para repetir en la Mesa del Congreso. Partida extra. Ya sabemos que puede seguir gozando de estos privilegios alguien que trata a la oposición como a su chófer Manolo (“Vamos, venga, coño… No son más tontos porque no se entrenan”). Es como cuando insistía en llamar a Rubalcaba “diputado Pérez” o recibía a Pablo Iglesias en la ¡jornada de puertas abiertas! abroncándole y diciéndole: “Antes de entrar en esta casa, dejas la demagogia en la puerta”. Más “lamentable” fue, en palabras del Comité Español de la Discapacidad, cuando doña Celia protagonizó una Junta de Portavoces en la que Bono le recriminó que hablara de “los tontitos” para referirse al personal discapacitado que contrata el Congreso.

Está claro que para algunos el mundo se divide entre tontos y listos. Villalobos, que es tan inteligente, igual debería dejar paso a otros y aprovechar el tiempo para acabar de una vez la carrera de Derecho. Nunca es tarde y ya lo dice el proverbio: “Paciencia, piojo, que la noche es larga”.

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