Un incómodo regalo de cumpleaños
Mi pronóstico es que en las elecciones autonómicas y municipales de mayo (en los municipios medianos y grandes) el mapa electoral resultante va a ser muy parecido al que han deparado las recientemente celebradas en Andalucía. El tamaño de las circunscripciones hace relativamente fácil que Vox se pueda abrir un hueco y conseguir representación parlamentaria. Cabe esperar, en consecuencia, que Vox obtenga una representación similar, superior en algunos sitios e inferior en otros, pero similar como media a la que ha obtenido en Andalucía. Mi impresión es que me quedo corto en el pronóstico, pero creo que se me entiende. Y es, en todo caso, suficiente para que se entienda la argumentación del artículo.
Vox va a dejar de ser una excepción andaluza y se va a convertir en una norma general en el territorio del Estado. Es, obviamente, lo que tiene en la cabeza la dirección del PP, que no tiene el más mínimo problema para aceptarlo como socio de Gobierno. Pero es también lo que va a traer de cabeza a Ciudadanos, que desearía no tenerlo como socio, pero que no va a poder repetir el teatro de que pacta con el PP, pero no con Vox, aunque está dispuesto a aceptar sus votos.
Van a ser varias las comunidades autónomas, en las que el concurso de Vox puede resultar imprescindible para la formación de Gobierno y en las que no sea posible impedir que ocupe algunas consejerías. Y no es descartable, diría más bien que previsible, que haya ayuntamientos en los que Vox sea la fuerza más votada de la derecha y que sean PP y Ciudadanos los que tienen que apoyarla para que su candidato se convierta en alcalde. El quid pro quo entre los tres partidos de la derecha se va a convertir en algo no se si frecuente, pero, en todo caso, no infrecuente en el panorama político español.
En mayo se confirmará en todo el Estado lo que se ha apuntado en 2 de diciembre en Andalucía. Se va a invertir, en consecuencia, lo que se había venido considerando la singularidad del sistema político español de que no existiera ningún partido de extrema derecha, a diferencia de lo que ocurría en otros países de la Unión Europea. Vamos a tener un partido de extrema derecha, pero lo vamos a tener sin las reservas que existen en esos países respecto de tales partidos. Vox no solamente va a ser un partido con representación en las instituciones, sino que va a ser un partido con el que será legítimo pactar y constituir Gobierno.
Esta tendencia me parece que es imparable y, nos guste o no, vamos a tener que convivir con ella. El sistema político español se va tener que gestionar con la presencia de un partido político de extrema derecha, que se define en sus estatutos como un partido difícilmente conciliable con los valores en los que descansa la Constitución española. Algo que no lo convierte en anticonstitucional, pero que dificulta que se le pueda considerar un partido de gobierno. En esto va a consistir de ahora en adelante la excepción española. Nos vamos a singularizar no por no tener un partido de extrema derecha, sino por tener uno que se admite como partido de gobierno como los demás.
Esta singularidad española la vamos a poder ver reflejada en las elecciones europeas, que también se celebran en mayo. El PP se integrará en el grupo parlamentario europeo. Ciudadanos en el grupo liberal. Y Vox en el grupo de los partidos antieuropeos. Lo que los socios europeos del PP y de Ciudadanos no aceptan en sus países, ellos lo aceptan con toda naturalidad en el nuestro.
No es fácil prever qué consecuencias va a tener la incorporación de Vox al panorama político español, algo que hasta que no se celebren las próximas elecciones generales no se podrá valorar con precisión alguna. Pero aún antes de que esto ocurra, es obvio que va a dificultar encontrar respuestas para la casi totalidad de los problemas con los que el sistema político español tiene que enfrentarse en este momento.
En el momento en que la sociedad española estaba celebrando el 40 aniversario de la Constitución, ha recibido un incómodo regalo de cumpleaños.