Un modo de vida abrumadoramente acreditado
Hace apenas un mes comenzó el juicio del caso Gürtel, la abrumadora trama de corrupción de un PP que actuó como banda delictiva en Madrid y en Valencia. En tales términos se ha expresado la propia fiscal anticorrupción Concepción Sabadell (ups, ese apellido…), quien aseguró en la vista oral que “la existencia de la caja B del PP” ha quedado “plena, abrumadora y constantemente acreditada”. El ex tesorero del PP, Luis Bárcenas, sustrajo fondos opacos de la red de empresas de Correa, y los ex alcaldes del PP de Majadahonda y Pozuelo de Alarcón, Guillermo Ortega y Jesús Sepúlveda, ex marido de la ex ministra del PP Ana Mato, financiaron sus campañas electorales con dinero de esas empresas a cambio de la adjudicación de contratos públicos. La pasta que trincaba Bárcenas fue destinada al pago de sobresueldos a líderes del PP, a la reforma de la sede del partido en Génova 13 y al engorde de su fortuna personal. Ana Mato (la que desconocía la procedencia de un Jaguar en su garaje) trincó también sustanciosas comisiones a través de su ex marido. Sabadell definió toda esta trama del PP como “un modo de vida”.
El impacto que la acreditación fiscal de ese modo de vida supone en la opinión pública ha quedado opacado (como si de aquellos fondos se tratase) por la vorágine de Catalunya.
Asimismo, se ha reabierto la causa por blanqueo de dinero contra el ex vicepresidente del Gobierno (ahí es nada) Rodrigo Rato, del PP. Por su parte, la Guardia Civil ha encontrado indicios que vinculan a Alberto Ruiz-Gallardón, ex alcalde de Madrid del PP, ex presidente de esta Comunidad del PP y ex ministro de Justicia del PP (ahí es nada), con los delitos de prevaricación y falsedad documental en el caso Lezo, al que también queda abrumadoramente acreditada la vinculación de Cristina Cifuentes. La actual presidenta de la Comunidad de Madrid ha negado a la Asamblea las actas de las reuniones del Consejo de Administración del Canal de Isabel II, donde se creó la sociedad que hizo negocios irregulares en Colombia, Panamá y Brasil, y que fue apoyada con vehemencia por esta política del PP que ahora se hace la rubia. Es un modo de vida.
El impacto que las acreditaciones judiciales y policiales de ese modo de vida supone en la opinión pública ha quedado opacado (como si de aquellos dineros y negocios se tratase) por la vorágine de Catalunya.
Mientras tanto, la alcaldesa de Madrid, Manuela Carmena, ha demandado ante el Tribunal de Cuentas a la ex alcaldesa Ana Botella, del PP, por la venta de 1.860 viviendas sociales al fondo buitre Blackstone, cuyo daño a las arcas municipales cuantifica en 127 millones de euros. José María Aznar Botella, hijo de la ex alcaldesa y el ex presidente del Gobierno, era en la fecha de la venta consejero delegado de sociedades y empresas de gestión de activos inmobiliarios filiales de Blackstone. Lo normal en el modo de vida del PP.
El impacto que las cifras y datos de ese modo de vida supone en la opinión pública ha quedado opacado (como si de fondos buitre se tratara) por la vorágine de Catalunya.
Es un modo de vida que incluye fracasar estrepitosamente en la gestión política de un conflicto político, mandar a los antidisturbios a dar hostias a la gente, gritar “a por ellos”, intervenir autonomías, amenazar al resto con el artículo 155, interferir en las decisiones del poder judicial, poner a comunicados de prensa el título ‘Más dura será la caída’, llamar maricón a un conseller independentista, recibir con insultos en Atocha a políticos catalanes, saludar brazo en alto, consentir puñetazos, encarcelar a miembros de un gobierno, poner banderas, muchas y grandes banderas rojigualdas en los balcones. Y apelar a la ley. Apelar a la ley los mismos de la Gürtel, de la contabilidad B, del caso Lezo, del fondo Blackstone. Los mismos cuyo modo de vida delictivo ha quedado plena, abrumadora y constantemente acreditado.
