Ha nacido un líder… ¡de la oposición!
Todo son parabienes. Titulares a toda página. Auténticos panegíricos con forma de editoriales. Alberto Núñez Feijóo vuelve a ser ese hombre de gran talla política. Sólido. Rotundo. Solvente. Creíble. Un gran azote parlamentario. Un pedazo de líder. Los más entusiastas dicen que hasta salió por la puerta grande. En sentido metafórico, claro. Porque no querrán que el acceso principal del Congreso deje de abrirse solo para las grandes ocasiones y en presencia del jefe del Estado y que desde ahora sea el gallego quien entre bajo palio al Parlamento.
Ya hay encuestas exprés que sostienen que con su estreno parlamentario ha ampliado de un plumazo su base electoral. Así, en 48 horas, la demoscopia de parte ha detectado incluso que un 19% por ciento de los votantes del PSOE investiría al gallego, y no a Sánchez. La faena para los sobrevenidos devotos del líder del PP es que la atribución para investir a un presidente del Gobierno la tienen los diputados, y no los ciudadanos.
Lo de que no tenga votos para ser presidente del Gobierno no importa. Tampoco que no haya sido capaz de presentar un proyecto de país o soluciones a la crisis territorial. Y menos que se haya cerrado todas las puertas con el PNV al que confía seducir en un futuro. Lo único que merece grandes alardes tipográficos es que ha consolidado su posición en el partido.
¿En qué quedamos? ¿No era el suyo un liderazgo incuestionable ya antes de la investidura fake? ¿No había ganado las elecciones y eso le legitimaba para seguir al frente del liderato del PP? Pues no, no era así, más bien necesitaba ganar el crédito que le negaban en la interna del PP y en la prensa ultraconservadora, tras su fracaso del 23J y sus vaivenes estratégicos en el último mes.
Ahora están tranquilos, sobre todo los más duros del partido. El guion que trataban de imponer quienes se nutren de la doctrina FAES lo ha asumido como propio. Por eso los de Vox ya no son extrema derecha, sino “unos patriotas”. Y por eso la narrativa del gallego se va pareciendo a la de Abascal cuando habla de “adoctrinamiento en las escuelas”, de “visiones apocalípticas” sobre el cambio climático y de “dictadura del activismo” en la transición ecológica. Justo la que le hizo perder apoyos en el electorado más templado el pasado julio y que ahora cree que le ayudará a achicar el espacio de Vox y contar con el beneplácito de los más duros del partido.
Ya saben. La amnistía es el mayor ataque político a la democracia, Sánchez es un “inmoral” que vende España por seguir en el sillón presidencial y aquí no hay nada que hablar sobre “un nuevo encaje de Catalunya en España” ni tampoco sobre el uso de las lenguas oficiales que ha convertido “el Congreso en un karaoke”.
Ese es el marco que fija el perímetro de la estrategia que debe seguir Feijóo y que le han mandatado los halcones del partido. No había más que escuchar este jueves a Ayuso en La Mirada Crítica, de Telecinco, deshacerse en elogios para quien hace unas semanas calificaba de “bisoño”. Ahora pone “la mano en el fuego” por el liderazgo sólido de Feijóo.
Si sale del carril de los halcones, le tirarán por la ventana de la séptima de Génova, como hicieron con Casado. Lo sabe bien porque el propio Feijóo estuvo con todos ellos en la planificación de aquel golpe concertado con los principales referentes mediáticos del partido.
El PP y su trompetería no se andan con remilgos. Uno es líder incuestionable mientras sigue el dictado que le marcan. Por eso de momento, sólo celebran que ha nacido un líder. De la oposición, eso sí. Pero ese no era el objetivo, sino “derogar el sanchismo” y sacar a España de esta horrible “dictadura” hacia la que transita con Sánchez en su alianza con el independentismo catalán. No es un eufemismo. Lo ha vuelto a decir otra vez Ayuso. Ya saben que todo lo que no sea un gobierno de derechas en este país es despotismo, autarquía o tiranía y aunque el PP adolezca del aislamiento parlamentario que se ha podido ver estos últimos días con la investidura fake.
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