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El piñón fijo de la derecha con Cataluña

La delegación del PP acercándose a la protesta de Colón del pasado 13 de junio

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 Agudeza visual: lea las siguientes declaraciones de portavoces de la derecha española, y adivine de qué año son y a qué acontecimiento se refieren:

-“Es una humillación del Estado sin precedentes en nuestra vida democrática, un caso de alta traición”

-“Es un aprendiz de brujo que juega con el Estado como si fuera un mecano, se ha puesto de rodillas, estamos en el principio del fin del Estado”

-“Es el acto de mayor vileza en la historia, poner de rodillas a un gobierno para mendigar votos, una traición como no se recuerda otra en la democracia”

-“Pretende asaltar el poder de la mano de los independentistas, es un peligro para España”

Les doy una pista: Las fechas son 2006, 2018, 2019 y 2021. Y los acontecimientos a que se refieren son la reforma del Estatut de Cataluña, la moción de censura contra Rajoy, el inicio de conversaciones con el Govern y la aprobación de los indultos a los presos independentistas.

¿Podrían señalar de cuándo es cada declaración? No, por supuesto. Porque son intercambiables. El discurso es el mismo, inamovible: el mismo lenguaje (traición, humillación, peligro, rodillas), la misma sobreactuación (sin precedentes, como no se recuerda otra, el mayor de la historia) y la misma incapacidad para graduar el tono y ajustarlo a la gravedad del hecho (una reforma estatutaria, una moción de censura, un diálogo, unos indultos: todo es traición, todo humillación, sin grados).

Solo he cogido unas pocas frases, sin mucho buscar en Google, pero podría enlazar vídeos de mítines y de intervenciones en el Congreso, manifestaciones o recogidas de firmas, y sería imposible distinguir contra qué van dirigidas. Cuando se trata de la “cuestión nacional”, la respuesta de la derecha política y mediática es de piñón fijo, no tiene escala, es previsible y por tanto inofensiva.

A la hora de dar pasos en la resolución del conflicto territorial español, el gobierno debería tener eso en cuenta: haga lo que haga, será invariablemente acusado de traición, humillación, lo nunca visto en la democracia. Da lo mismo que emprenda una reforma legislativa, una negociación o una medida de gracia; como si negocia con los partidos independentistas una simple enmienda a los presupuestos: enfrente siempre estará la derecha de piñón fijo.

Como además su respuesta es siempre de máximos, no hay más allá: ¿de qué más puede acusar al gobierno, qué queda por encima de la traición, la ilegitimidad política, la ruptura de la democracia y de España? Si por ejemplo el gobierno acordase con los partidos catalanes, no sé, un referéndum pactado, ¿qué más podría decir la derecha que no haya dicho ya? ¿Y qué más podría hacer que no haya hecho ya frente a decisiones mucho más ligeras que un referéndum: convocar manifestaciones, recoger firmas, presentar recursos al Constitucional, montar bronca en el Congreso?

Se ha vuelto a ver con los indultos: el piñón fijo venía ya girando al máximo desde hace semanas, meses, cuando los indultos eran solo una posibilidad, un rumor, y ya entonces dedicaba al gobierno exactamente las mismas palabras que ha usado este martes tras aprobarse los indultos. La sola sospecha merece la misma reprobación que el acto en sí: traición, humillación, lo nunca visto.

Que lo tenga en cuenta el gobierno: si tras los indultos, que son un paso difícil y valiente, se plantea dar otros pasos difíciles y valientes en el camino del diálogo, para dar una solución política (y no policial o judicial) a un conflicto político, hágalo con la tranquilidad de que enfrente habrá ruido y furia, sí, pero el mismo ruido y la misma furia que tendrá sin dar esos pasos. Venga.

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