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El relator es la punta del iceberg

Calvo avanza que el relator de la mesa de partidos ha de ser de nacionalidad española

Rodolfo Irago

El formidable escándalo político provocado por la decisión del gobierno de Sánchez de aceptar la figura de un relator para las negociaciones sobre el futuro de Cataluña ha dejado al descubierto lo que es solo la punta del iceberg de este asunto.

Aceptar lo que era una reivindicación histórica del independentismo catalán justo en la semana en la que se decide si habrá o no presupuestos, ha sido tan obsceno que ha hecho estallar en el PSOE todas las alarmas que se estaban acumulando desde hace meses. El pánico desatado por las elecciones en Andalucía se multiplica cada día. 

Sánchez había logrado sostenerse en el alambre al borde del precipicio varias veces y parece dispuesto a jugarse la penúltima carta para alargar la legislatura por muy temeraria o suicida que parezca.

El gobierno ha tratado de sobrevivir estos días en medio de la confusión creada adrede por la vicepresidenta Calvo sobre la dichosa figura y el juego de las mesas de negociación, pero hete aquí que su homólogo en la Generalitat, Pere Aragonés lo ha dejado todo bastante claro.

Según sus declaraciones en Onda Cero, el acuerdo con el gobierno es nombrar a un relator para una nueva mesa de negociación en la que estén los partidos de ámbito catalán y también los partidos estatales como el PSOE o Unidos Podemos.

A los independentistas les gustaría que el mediador fuera alguien neutral, internacional y lo más relevante, Aragonés asegura que de esa mesa podría salir un acuerdo que luego fuera aprobado por mayoría en el Parlamento catalán y en el Congreso de los Diputados, aunque el PP y Ciudadanos estuvieran en contra y como vemos, estuvieran en la calle con la pancarta. Por supuesto, ese acuerdo, desde su punto de vista, tendría que contemplar el derecho de autodeterminación de Cataluña.

Mas claro, agua. El gobierno está obligado a aclarar si esto es así o a desmentirlo. Si Sánchez ha decidido que se puede buscar una propuesta para Cataluña sin contar con el PP y Ciudadanos debe decírselo a la opinión pública y a su propio partido que estaría sentado en esa mesa. Más claridad y menos tomaduras de pelo.

Es evidente que esa posible solución no iría muy lejos con toda la derecha en contra, pero eso es lo de menos porque seguramente lo que están buscando el gobierno y los independentistas es, de nuevo ganar tiempo y alargar esta agónica legislatura.

No tengo la menor duda de que sólo se encontrará una salida para Catalunya con el diálogo, pero por desgracia, hoy no existen ni las condiciones ni el entorno político que permitan hacerlo. El juicio que arranca la semana que viene es solo un ejemplo.

El patinazo del gobierno, que ha perdido además apoyos mediáticos, le ha puesto en bandeja la estrategia a una oposición que no necesita nada para echarse al monte. Casado y Rivera han agotado los insultos del diccionario en una competición deleznable. Una vez más, la derecha se pasa de dosis y de hiperventilación, desesperados como están ante el ascenso imparable de Vox que ni siquiera necesita alzar mucho la voz. Entre todos, le hacen el caldo de cultivo.

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