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La Semana Larga

Manifestación por la libertad de Cuixart y Sànchez en Barcelona

Elisa Beni

Pudiera ser que los libros de Historia hablaran en el futuro de La Semana Larga y, si no lo hicieran, nosotros sí sentimos el vértigo de comenzar a vivirla. Finalmente, el Gobierno apoyado por una mayoría parlamentaria clara ha puesto en marcha la ultima ratio regis, “el artículo más explosivo de la Constitución”, el que contiene “la decisión política de más trascendencia de las contenidas en la misma”, al decir de Cruz Villalón.

No puedo coincidir con el discurso de los independentistas y de alguna parte de la izquierda respecto a que se trate de un golpe a la democracia o una decisión totalitaria o fascista. Lejos de ello se trata de una disposición de una Constitución democrática -que existe en otros cinco países de la UE- respaldada por una amplia mayoría parlamentaria y que será ampliamente aprobada en una cámara democrática. No, no es un golpe a la democracia pero sí es el golpe más grande que desde la democracia se puede dar en respuesta a las patadas, empujones y escupitajos que desde las instituciones catalanas se han venido produciendo. Es una hostia en toda regla. Es triste y es preocupante. Quien esto escribe lo hace con un ánimo sombrío, inquieto y sembrado de pesadumbre. El guantazo no es plato de gusto para nadie pero eran muchos los constitucionalistas que anunciaban que este guante de resorte custodiado por la Constitución sólo podía accionarse con toda su dureza.

Creo percibir que en la puesta en marcha de tal electroshock los negociadores del gobierno y del PSOE se han ceñido a la poca doctrina expresada por los constitucionalistas respecto a este asunto que consideraban que todas las medidas cabían excepto la supresión de las instituciones de autogobierno. No en vano el concepto jurídico que recoge el artículo se denomina técnicamente “coacción estatal”. Las fuerzas democráticas mayoritarias han acordado pues una intervención de los órganos autonómicos, pero no una suspensión, ya que ningún teórico pensaba que cupiera en España una figura parecida a la Direct Rule británica. De hecho, cuando la antigua Alianza Popular intentó introducir en el debate constituyente de este artículo la especificación de la posibilidad de disolución del Parlamento de la comunidad afectada, fue ampliamente derrotada en el voto. Por estos motivos, creo, el Parlament es la institución que resulta a salvo de la intervención aunque sí se le inspeccionará en cuanto al cumplimiento de la legalidad constitucional y del Estatut. No es fácil de digerir. Es duro, muy duro, pero si soy sincera me parece legalmente menos contestable que la activación de ciertas medidas bajo manga o la utilización del Derecho Penal para emboscar la respuesta del Estado. Con el 155 se entra en un terreno ignoto y de arenas movedizas pero, al menos, es el terreno previsto expresamente por el constituyente como última respuesta sin necesidad de forzar o sobar la Justicia o las instituciones.

La Semana más larga. Ahora el volumen y la intensidad del guantazo democrático está ya sobre la mesa pero los responsables del Govern todavía conservarán su poder durante una semana. ¿Qué harán con él? La sensatez podría hablar de una convocatoria de elecciones realizada antes de ese plazo por Puigdemont y de una comparecencia ante el Senado para defender sus posiciones. No lo hará. Los indepes creen que no tienen ya nada que perder y han decidido que de perdidos al río. Los ideólogos de la independencia están llamando en estas horas a dar “el paso definitivo” y hay mucha gente en Catalunya que tiene ya más miedo a salirse de los carriles marcados por la tribu que a las consecuencias de su actitud.

La Semana será larga. Aún pueden dar tal paso y declarar la independencia. No creo que aflojen. Podemos asistir a una resistencia a acatar el mandato dado por el Senado al Gobierno de la Nación. Podemos ver cómo se encastillan en la Generalitat para obligar a sacarlos. “No pasarán”, “Las calles siempre serán nuestras”, “Ni un paso atrás, president”. No, no hemos terminado nada sino que todo está a punto de empezar ante nosotros. “No acabarán con Catalunya porque nosotros lo impediremos”, dice en la manifestación el sucesor de Jordi Sánchez.

¿Qué vamos a ver en las próximas fechas? Es muy difícil preverlo y ni el Gobierno ni el resto de los grupos que lo apoyan lo saben. La resistencia puede ser grande en las calles y en las instituciones. La ejecución del mandato del Senado puede volverse compleja. También pueden complicarse las cosas si grupos como Podemos o la propia Generalitat deciden recurrir ante el TC la resolución del Senado de autorización de 155 y obligan así a aplicarlo estando a la espera de resolución sobre su legalidad.

No, los que aplaudían a manos llenas la llegada del 155 verán ahora que este no era el final de la serie sino el inicio de una nueva temporada de la que ni los guionistas saben ni el final ni el hilo argumental. No, los que afirman que esta es una reacción antidemocrática tampoco llevan razón puesto que un estado democrático tiene derecho a defender sus principios. No, los indepes y sus gobernantes, que pensaban que el Estado nunca tendría el músculo para activar este último recuso tampoco la tenían.

Cojámonos de las manos y esperemos que la desestabilización que puede producirse no sea suficiente para remover los cimientos sobre los que estamos asentados como sociedad. Yo siempre les he dicho que es imposible que se logre la independencia de una parte del territorio por la decisión unilateral de dos millones de personas. Lo que nunca les he podido avanzar es el coste que eso tendrá para todos. Sigo sin poder hacerlo. Creo que vamos a contemplar cosas que nuestros ojos nunca hubieran querido ver. Ruego por equivocarme.

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