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Nos las siguen metiendo dobladas

Manifestantes reclamando la subida de las pensiones

Antón Losada

Media España se afana en arreglar los problemas de la izquierda, porque los de la derecha ya los ha resulto todos Ciudadanos. Otra media discute la capital cuestión de si es o no es terrorismo y violencia pitar al Rey y al himno, dejando en el aire otra cuestión no menos capital: entonces lo de Letizia y la Reina Sofía con la foto y las nietas qué es: delito de odio contra una pobre abuela, delito contra los sentimientos religiosos por acontecer a la puerta de una iglesia, desobediencia de las nietas, sedición por haber sido pública y tumultuaria… En España, las consecuencias penales ya no tienen fin, vale todo.

Centrados en dilemas tan relevantes para nuestras vidas es probable que se nos pase que, en las cosas de la economía y las políticas, nos las siguen metiendo dobladas, como en los mejores años de la crisis. Mientras nos recuerdan a diario que las pensiones no resultan sostenibles porque cada vez somos más viejos y nuestros salarios no pueden crecer más porque producimos poco, nos enteramos de que los salarios de los trabajadores de las empresas cotizadas crecieron apenas un 0,8% en 2017, mientras que las retribuciones de sus consejeros medraban un 21,35; lo cuenta un medio tan poco sospechoso como El País.

Apenas hablamos del asunto, pero constituye uno de los problemas graves de nuestro sistema de pensiones: quienes más ganan y mas tienen está fuera del sistema y les importa un carajo si se sostiene o no. Desde su punto de vista, las pensiones solo suponen otra carga que ellos, los verdaderos creadores de riqueza y bienestar con sus geniales estrategias y sus mágicos modelos de gestión, han de soportar por nuestra culpa, fuerza bruta de trabajo que no aporta valor alguno ni crea riqueza y solo sabe gimotear y patalear.

No menos tiempo llevamos hablando del nuevo boom inmobiliario a cuenta del alquiler. Todos los informes de prospectiva económica, con los bancos a la cabeza, se muestran unánimes: invertir en vivienda para alquilar es uno de los secretos del éxito para los próximos años. Llevamos el mismo tiempo culpando a los turistas, a internet y a miles de avaros caseros individuales que, al parecer y milagrosamente, se han puesto de acuerdo para desahuciar, a la vez, a sus inquilinos y multiplicar por tres los alquileres.

Paradójicamente, apenas se menciona el hecho de que en España, a día de hoy, los grandes caseros sean los propios bancos o fondos buitre como Cerberus o Blackstone, propietarios de las viviendas de alquiler social vendidas a precio de saldo por Ana Botella en Madrid. Como no podemos comprar vivienda con salarios de 800 euros nos alquilan al alza los pisos que sacan a cuentagotas para que los precios de los alquileres compensen, sin riesgos, las hipotecas que no se arriesgan a colocarnos. Eso es lo que está pasando; lo demás, cuentos para niños.

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