Soy Susana. Tú me conoces
Susana Díaz parece joven, pero qué va. Yo creía que habíamos nacido en el mismo año (1974), pero debe de ser un error de Wikipedia. Hago memoria, y desde que tengo uso de razón llevo viéndola en el Gobierno autonómico, desde los tiempos de la Junta preautonómica, todavía en la Transición.
Ella intenta convencernos de que se presenta por primera vez, pero no nos engaña: ha sido nueve veces candidata en elecciones andaluzas, ganando ocho de ellas, y en cinco ocasiones con mayoría absoluta. Treinta y tres años gobernando sin interrupción, más los cuatro años previos de preautonomía. Un récord en la Europa democrática, hay que reconocérselo.
Cada vez que ve a Moreno Bonilla, Susana Díaz se acuerda de todos los candidatos del PP con los que se ha enfrentado en más de tres décadas. Hasta la fecha ha derrotado a cuatro líderes diferentes en el PP, algunos cuyo nombre ya ni recordamos; y ha visto pasar a cinco candidatos diferentes en Izquierda Unida; con algunos se enfrentó, con otros pactó.
Susana Díaz se presenta con un programa lleno de medidas para el futuro, pero con algunas de ellas lleva haciendo corta y pega desde hace varias elecciones, promesas que no acaban de cumplirse y van pasando los años. Alguna medida amarillea desde las lejanas primeras elecciones, incluso desde el primer borrador del Estatuto de Autonomía. De otras se ha ido olvidando por el camino.
A Susana Díaz hay que reconocerle el cambio experimentado por Andalucía en los más de treinta años que lleva como presidenta. Bajo sus gobiernos Andalucía dejó atrás mucho de su atraso histórico, y avanzó en derechos sociales que hoy son una realidad. Pero también es responsabilidad de Susana Díaz que Andalucía siga estando a la cola en tantos indicadores, que sus cifras de paro sean mucho peores a las del resto de España, y dramáticas en algunas comarcas.
Tantos años en el poder han hecho que Susana Díaz confunda la administración pública con su persona, y son bien conocidas las redes clientelares desarrolladas a su sombra, el uso de determinadas partidas de dinero público, o los casos de corrupción que siguen abiertos.
Susana Díaz quiere que nos olvidemos de que lleva toda la vida gobernando a los andaluces, y por eso ha decidido ocultarse en la campaña electoral: se esconde bajo las siglas de su partido, coloca el logo por delante de su rostro, no aparece si no es compañía de otros líderes del partido (sobre todo Pedro Sánchez); y toda su propaganda electoral es una mención permanente al PSOE, PSOE, PSOE, casi sin pronunciar el nombre de la candidata. Ahí está, por ejemplo, el vídeo electoral, cuyo lema no puede ser más claro: “Soy el PSOE. Tú me conoces”.
Lo sorprendente es que la estrategia todavía funciona. Aunque lejos de los resultados de anteriores elecciones, el domingo conseguirá ser la más votada, y que miles de andaluces crean estar votando al joven PSOE cuando en realidad están eligiendo a la misma Susana Díaz que los gobierna desde la Transición.