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Las urracas se mueren de envidia

Manifestación ultra de 2019, Madrid. Archivo.EFE

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La derecha más ultramontana ha elegido el momento de mayor prestigio internacional –hasta ahora- de Pedro Sánchez y su Gobierno para armarle una manifestación de protesta a la brava. La extrema derecha oficial y la del PP y los rescoldos de Ciudadanos se apuntan. Encabezan la organización una amalgama de asociaciones entre las que destacan Foro Libertad&Alternativa, que lidera Alejo Vidal-Quadras (ex PP y fundador de Vox), Foro España Cívica, de Mariano Gomá, y Neos, de Jaime Mayor Oreja. Otras destacadas cabezas de la máxima involución que convocan son María San Gil, Rosa Díez y Cayetana Álvarez de Toledo. El Foro de Vidal-Quadras no presenta cuentas, por cierto, desde hace casi seis años pese a estar obligados por la Ley de Fundaciones. Y entre sus subvenciones cuenta, cómo no, con las de la Comunidad de Madrid.

La protesta ultra contra el Gobierno de España llega cuando el Ejecutivo que lidera Pedro Sánchez recibe un sinfín de parabienes por las políticas que está desarrollando. Se suceden los elogios en los foros internacionales –ya sabemos qué es Davos pero allí también-, Alemania lo considera referente en política laboral, se citan como ejemplos las leyes del Ministerio de Igualdad, se valora su papel en la excepción energética española, el logro de rebajar la inflación a niveles mínimos en Europa. Pedro Sánchez es entrevistado en CNN y Yolanda Díaz aparece en portada del Financial Times. Y en julio, España, con Sánchez, inicia la presidencia de turno de la UE.

Hay un choque radical entre el reconocimiento internacional del Gobierno de coalición español y el coro como de urracas enlutadas, ahítas de envidia y bulos, que lo presentan con una imagen tenebrosa. Ni tanto, ni tan calvo, pero la verdad está mucho más cerca del trabajo bien hecho. Con todos los matices que se quiera, pero esas actitudes ultras de la derecha son precisamente las que definen el abismo que sería caer en sus manos.

En estas, Barcelona acoge la cumbre entre los presidentes de Francia y España. Es la primera vez que nuestro país firma un acuerdo bilateral con nuestro vecino del norte. Los llamados pigs en la crisis anterior que partió de 2008 (Portugal, Italia, Irlanda, Grecia y España) nunca llegaron a ese nivel. El eje franco-alemán ha sido poderoso, no está nada mal que España lo suscriba con Francia, aunque Macron esté en horas bajas con un paro nacional por su proyecto de subir la edad de jubilación de los 62 a los 64 años. Los franceses salen a la calle por sus derechos reales, y los españoles reaccionarios para intentar tumbar a un Gobierno que intenta preservar muchos de ellos. La diferencia es bien reveladora.

Puede que la principal ventaja de ese acuerdo que España ya tiene con Portugal –aunque no se aprecie demasiado en la práctica- es presentar una voz unida y más fuerte en Bruselas. Al margen de los acuerdos de cooperación puntuales. Hace falta. Máxime cuando la derecha española trabaja con ahínco –y escaso éxito hasta ahora- en la UE contra los ciudadanos, hasta intentando frenar y poner en cuestión los fondos europeos que ambiciona distribuir. A su manera. Si algo tiene Macron, el neoliberal, es un rechazo frontal a la ultraderecha: otra diferencia abismal con España.

El PP invita a sus simpatizantes a ir a hacerse otra foto (en esta ocasión, en Cibeles) con los ultras. No han tenido suficiente con el escándalo de Castilla y León con ecos internacionales ya. Feijóo sigue de perfil, pero Ayuso ha entrado en barrena con una soflama golpista a la que le sirvió de plataforma el diario El Mundo, el medio que más dinero público recibe en subvenciones de la Comunidad de Madrid. Lo que esta dirigente soltó por su boca es literalmente inadmisible y muy peligroso.  

La prensa, ay, la prensa de derechas, y buena parte de los medios han destacado de la cumbre de Barcelona… la ruptura del independentismo, el supuesto “fracaso” de Sánchez al llevar allí una cumbre relevante que no se había visto en 10 años. A modo de ejemplo entre múltiples, ABC pensando que un presidente progresista siempre ha de presentar cuentas al “jefe” exterior.

Y, entretanto, la España real sigue con sus problemas. Me uno a la crítica y llamamiento del periodista Javier Valenzuela, que escribía en Infolibre su experiencia personal con problemas serios de salud y la sanidad pública que padecemos. La vida es una prioridad absoluta, igual es que hay que repetirlo. Y los datos del maltrato que profesionales y pacientes sufren en Madrid (para beneficiar a la sanidad privada y a quien pueda pagarla) son aterradores. Médicos de primaria con 2.000 ciudadanos en su agenda. Porque el problema general se agrava en Madrid. El dinero público mal repartido hace estragos visibles.

Y los agravios comparativos. Vivir en un país con los banqueros mejor pagados de Europa. Con unos ingresos mínimos de 2,1 millones anuales. Con 3 de ellos en la cúspide, que ganan más de 10 millones. Los adinerados de todo tipo tienen mucho poder en España además, con sus piezas bien colocadas en lugares estratégicos. Unos lo soportan vadeando el camino, otros gobiernan para ellos y para sí mismos. Esos ricos que se hacen, según ocurrente definición, por la lotería del nacimiento y explotando a quien pueden. En ese terreno, todavía andamos en aspirar al mal menor y eso con las mejores intenciones aunque algo más se puede y se está haciendo. Ojalá un día se avanzará algún paso más.

Cuanto mayor es el prestigio de España y su Gobierno, más le brean. Las urracas enlutadas de pasados perpetuos convocan a luchar a favor de los ricos, por terminar de destruir la sanidad pública, abducir los cerebros evanescentes (ya tienen una buena cosecha) y enfrentar a los ciudadanos, en la España Una, ultracatólica y atrasada, con el permanente objetivo de sacar tajada. Grajos y cuervos vuelan bajo.

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