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La victoria infinita del PNV

Candidatos y dirigentes del PNV, en el cierre de la campaña

Jose A. Pérez Ledo

Es bien sabido que la existencia del pueblo vasco se remonta más allá de las neblinas del tiempo. Mucho antes de que al homínido le diese por cercar gallinas para tener tortillas a mano, los vascos ya estaban ahí hablando su lengua de origen incierto. Lo que no está tan claro es cómo se las arreglaban aquellos vascos primigenios sin el PNV.

En las últimas elecciones, el partido abertzale lo ha ganado casi todo, y casi todo holgadamente. No han acusado, como apuntaban algunos sondeos, ni la amenaza de un Bildu con corbata, ni el efecto Sánchez, ni los escándalos de corrupción que la prensa vasca con tanto ahínco disimula por aquello de la publicidad institucional. Tan rotunda ha sido la victoria del PNV que más de uno se pregunta qué pasaría si Urkullu se postulase a Lehendakari de España entera. Una cuestión ridícula, por supuesto.

Durante aquella breve ucronía en que Patxi López llegó a la Lehendakaritza, el PNV le acusó con insistencia de tener “ambiciones estatales”. Esta extraña perífrasis, incomprensible supongo en otra comunidad autónoma, venía a decir que López andaba buscando piso en Madrid. Y mira, por ahí no. En eso el PNV es como el Athletic, su homólogo sudado. Los lehendakaris, al igual que los rojiblancos, deben limitar sus aspiraciones al territorio histórico. Después de todo, ya lo escribió Unamuno, el mundo entero no deja de ser un Bilbao más grande.

De cuando en cuando, preguntan a Aitor Esteban si se imagina un ministro de su formación. Él, experimentado regateador, suele responder que semejante cosa no está en la naturaleza del PNV. Es la manera vasca de ser gallego, aunque la alusión a la naturaleza no parece casual. Un ministro abertzale sería como un acto sexual interespecies: sin duda curioso, divertido tal vez, pero aberrante en su fondo.

Si el PNV gana siempre es porque no se trata, como muchos creen, de un partido político. La prueba es que carece de ideología. O, mejor dicho, las tiene todas. Es liberal y socialdemócrata, cristiano y laico, independentista y autonomista. Qué más da. Las ideologías solo sirven para perder votos, ¿por qué conformarse con una pudiendo abarcarlas todas?

El PNV es un accidente geográfico más del paisaje vasco, como la playa de la Concha o el monte Ganeta. Y ni una playa ni un monte se cuestionan. Simplemente existen. Simplemente son. Así ha sido siempre y así debe ser.

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