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Balance en el 44 aniversario de la Constitución

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Durante años, especialmente en el gobierno de González, el desarrollo económico y de las libertades, los fastos de la Expo y de los JJOO, la ventana al mundo que nos abrió el desarrollo mundial de los 90 basado en las nuevas tecnologías, todo ello unido al silencio agazapado de la ultraderecha dentro del PP nos hizo creer que el modelo de transición español había sido un gran éxito.

Llegó la derecha de Aznar, que nos metió en la guerra contra la opinión mayoritaria de la ciudadanía y lo pagamos con más de 200 muertos el 11M. Nos esquilmó terminando de privatizar lo que comenzó González, nos robaron la banca pública agrupada en Argentaria, Telefónica, Repsol, Iberia, Aceralia, Endesa, CASA (Construcciones Aeronáuticas, SA), SEAT, Tabacalera, Gas Natural y alguna más. Las nuevas teorías económicas del neoliberalismo se extendieron por el mundo como mancha de aceite y aquí encontraron algunos animosos seguidores, los Solchaga, Rato, Solbes, Montoro y un largo etc.

Más tarde nos explotó en la cara la misma burbuja inmobiliaria de la que presumían los adalides del crecimiento perpetuo, detonada por la avaricia sin límites del mundo financiero desregulado, se modificó la inmodificable Constitución, para someternos aún más a la banca, la misma banca que ha sido llamada al orden (clausulas suelo) por los tribunales europeos sin que a los tribunales patrios se les haya escuchado una palabra de solicitud de disculpa.

De aquella crisis nuestros representantes públicos decidieron que era necesario rescatar a los bancos, eso sí, en una operación que nos juraron en las Cortes que no nos costaría ni un euro, de paso se habían cargado la competencia de las Cajas de Ahorros, algunas con más de 200 años y que habían sido capaces de resistir todos los desmanes del siglo XIX, la pérdida de las últimas colonias de ultramar, la I República, la Restauración, la II República, la guerra civil, dos guerras mundiales, pero que no resistieron el envite del liberalismo salvaje que todo lo arrasa, lo globaliza y lo pervierte. El desempleo llegó a más de 4 millones de ciudadanos, los afortunados que tenían un empleo se arriesgaban a estar en precario, con salarios indignos, saltándose todas las normas de la legislación laboral y lógicamente todo aquello aplicado a la generación más formada de españoles lanzo a muchos de nuestros mejores jóvenes a la emigración, igual que sus abuelos, pero a los emigrantes de este siglo los habíamos formado con el dinero de todos.

Las derechas, aupadas al poder por el miedo a la crisis económica, incumplieron todas sus promesas, subieron impuestos, recortaron servicios aumentaron las desigualdades y crisparon el país hasta situaciones límite como pudimos comprobar en Cataluña con unos diciendo “España nos roba” y los otros “A por ellos”. Todo eso convenientemente aderezado de corruptelas de todo tipo tanto en el dopaje financiero del PP “a título lucrativo” como de “llevárselo crudo” a los altillos del suegro y todo ello con una enorme sensación de impunidad. El presidente Rajoy, haciendo de don Tancredo, ni siquiera fue capaz de mantener unidas a sus huestes y se le rompió el partido por la derecha saliendo a la luz el fascismo que algunos daban por amortizado y que todos sabíamos dónde estaba y dónde volverá.

Un mínimo de decencia parlamentaria echó a los ladrones y a los incapaces con una moción de censura apoyada por la mayoría de la Cámara, mientras el presidente se tomaba algunas copas de más, seguramente criticando al ingrato pueblo soberano que le tiraba por la ventana de la historia.

El nuevo gobierno salido de la moción de censura, revalidó su legitimidad con los votos populares, aunque los “dueños del cortijo” siguen pensando que es un “sin dios” que no sean ellos los que gobiernan.

Al gobierno progresista de coalición, le ha tocado gobernar con una pandemia, la erupción de un volcán y una guerra en Europa, con los servicios públicos de educación, sanidad y dependencia en franco retroceso por los recortes, las privatizaciones y los conciertos con entidades privadas, aun así, a diferencia de su predecesor en la crisis precedente, este ha dado sobradas muestras de salir en defensa de los más vulnerables y parece ser que también la UE y hasta los conservadores británicos se están convenciendo de que es necesario un cambio de paradigma y volver a poner control al desbarajuste de la supuesta autorregulación de los mercados.

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