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Bienvenida Ms. COVID-19

Araceli, de 96 años, primera vacunada contra la COVID-19 en España

Mayte Ruiz de Velasco Súnico

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Queda menos de una semana para que termine este año, el 2020. Un año del que no nos olvidaremos fácilmente. Un año para recordar siempre.

Sería bueno que tuviésemos presente este año muchos años durante tiempo, y no por lo negativo, sino más bien por lo positivo.Y con “lo positivo” no me refiero a esa solidaridad que tanto celebramos en tiempos de crisis, porque, seguramente, el que era solidario antes de la pandemia lo seguirá siendo y el que no, no va a empezar a serlo ahora. 

Lo positivo en la era COVID-19 es lo que la pandemia ha evidenciado eso de lo que no hemos querido ser conscientes, porque no nos interesaba, no porque no estuviese. Digamos, simplificando, que hemos pasado muchos años pretendiendo ser mejores de lo que somos y estar mejor de lo que estamos. Ha sido un pequeño virus en forma de corona (paradojas de la vida) el que nos ha obligado a enfrentarnos a realidades dolorosas, pero de las que deberíamos obtener aprendizajes y, sobre todo, actuar. Por ejemplo:

  1. Que los mayores nos importan muy poco. Una vez que dejas de cotizar te conviertes en una carga para la sociedad y no tienes derecho ni a hospitales.
  2. Que las residencias de mayores son lugares olvidados por la legislación.
  3. Que los sistemas sanitarios son deficientes e insuficientes, y que están menos preparados para una crisis de lo que pensábamos. Y como consecuencia, que la inversión en Sanidad tiene que crecer cada año, no reducirse o aumentar en base a las crisis.
  4. Que la investigación no puede ser algo altruista que algunos locos se empeñan en desarrollar por amor al arte y cabezonería. 
  5. Que la investigación es muchas veces lenta porque no hay colaboración entre países, y que el producto de la investigación es para beneficio de los países ricos.
  6. Que el Estado del Bienestar es un bien muy preciado que habría que conservar por todos los medios.
  7. Que la democracia hay que defenderla por encima de intereses particulares.
  8. Que juntos somos más fuertes, que las alianzas nos favorecen a todos y que cuando actuamos de forma individual o individualista, solo perdemos. 
  9. Que no sabemos organizarnos, ni negociar. 
  10. Que la gestión de un país no puede basarse solo en la buena voluntad de algunos ciudadanos. 
  11. Que no podemos poner en manos de terceros toda nuestra producción.
  12. Que no podemos tener una economía sólida y robusta preparada para momentos de dificultad si la centramos toda en un único sector.
  13. Que no podemos vivir de espaldas a la naturaleza. Formamos parte de ella.
  14. Que la tecnificación o digitalización es un hecho y marcará la brecha social si no conseguimos que sea un derecho universal.
  15. Que vivimos en una sociedad en la que las diferencias sociales son enormes y se acentúan cada vez más. La riqueza está cada vez más en manos de menos.
  16. Que la política (del latín “politicus” y del griego “πολιτικός” -“politikós”- “de los ciudadanos”) es una lucha de poder personal y narcisista, no el servicio a los ciudadanos que la votan.

A este virus le tenemos que agradecer que nos haya mostrado la realidad de nuestro mundo y de la sociedad que compartimos. 

La llegada de la vacuna, aunque haga más ricos a los de siempre, nos devolverá poco a poco nuestra vida antes de marzo de 2020. Pero me gustaría pensar que no nos vamos a olvidar de que tenemos mucho que solucionar, mucho en lo que trabajar, mucho que construir.

Por eso espero que aprovechemos la carrerilla del virus en forma de corona para enfrentarnos a todos los puntos que he listado (y seguro que mucho más) y para mejorar la sociedad, por si hubiera que enfrentarse a otra pandemia o a lo que sea.

No nos olvidemos de la COVID-19. Que 2020 no sea un año perdido.

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