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Una buena educación para la paz
“Todo el mundo habla de paz, pero nadie educa para la paz. La gente educa para competir y este es el principio de cualquier guerra. Cuando eduquemos para cooperar y ser solidarios unos con otros, ese día estaremos educando para la paz”.
María Montessori
Esta reflexión ha dado la vuelta al mundo por las redes sociales. Se ha hecho viral, yo la he recibido varias veces y quiero hacer ahora, en estos tiempos de guerra, una reflexión propia. La primera reflexión es que siendo una frase fundamental no llega a las escuelas. No está en los libros de texto. En los libros de texto están los problemas matemáticos que nos plantean la consecución de unos beneficios que es necesario cuantificar. ¿Cuánto ganamos si compramos a “x” y vendemos a “y”? En los libros de texto están las biografías de los reyes y presidentes, sus batallas y sus conquistas, pero no están los nombres de los humildes. En los libros de texto están las guerras con sus fechas y los imperios con sus jefes, pero no están los sufrimientos de los humanos ni el sacrificio que se les exige para costear las luchas.
No, no educamos para la paz. En la escuela las enseñanzas de solidaridad, de cooperación, de ayuda, de igualdad y de justicia no figuran en las calificaciones finales ni son determinantes para pasar de curso o de nivel. Los educadores sí las trabajan desde los primeros niveles, pero al final siempre priman los contenidos sobre los valores humanos.
La sociedad tampoco educa para la paz. En los medios de comunicación, en las redes sociales, en la estructura social y política lo que importa es el éxito. La competitividad lo domina todo y los valores humanos desaparecen. Ninguna marca coopera con su adversario. Nadie nos anuncia la forma de conservar el planeta. Nadie renuncia al beneficio aunque el beneficio nos lleve al conflicto y al enfrentamiento. Nadie nos hablará de que la verdadera seguridad colectiva reside en la empatía, la solidaridad y la tolerancia. Nadie nos hablará de la necesidad del diálogo como la única forma para resolver los conflictos. Nadie nos hablará del derecho de todos los humanos al alimento, a la salud, a la educación... Nadie nos hablará de Inmanuel Kant, de La paz perpetua (1795), y de la necesidad de eliminar a todos los ejércitos.
La cumbre de la OTAN es un ejemplo de educar para la guerra. Es un montaje para que los medios de comunicación nos agredan durante un periodo de tiempo con la falsedad de que es necesario dedicar más gasto en la fabricación de armas para defendernos. Mentira, el único fin de las armas es destruir las vidas de los inocentes y llenar los bolsillos de los avaros. La cumbre de la OTAN pasará a los libros de texto como un acontecimiento. Y el despliegue informativo que se le dedicará será simplemente eso: un acto más de educar para la guerra.
En cualquier rincón del mundo habrá una persona que trabaje y quiera la paz. Pero eso no es un acontecimiento. Esa persona honrada no merece ninguna entrevista, no merece salir en ninguna televisión. Entrevistadles, ellos son la verdadera historia, el acontecimiento más importante, porque en su trabajo, en su decencia, está su contribución a la paz. Entrevistadles, acercaros a ellos y así contribuiríais a educar para la paz.
Nos educan para la guerra no para la paz.
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