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Opinión - Vivir sobre un polvorín. Por Rosa María Artal
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El discurso perdedor

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Hace unos días Ana Isabel Bernal confesó que dudó en acudir a un programa de cotilleos para hablar de un tema tan serio como la violencia machista. Expertas en violencia machista se negaron aduciendo al escaparate frívolo del programa. Sin embargo, Ana Isabel fue. Lo hizo con un argumento tan contundente como lógico. Las víctimas de la violencia de género no acuden en masa a conferencias en la Universidad porque no están a su alcance, pero sí ven programas de entretenimiento de más fácil acceso. Ana Isabel se tiró al barro. El resultado fue tan espectacular, que las llamadas al 016 se triplicaron y las denuncias en juzgados se multiplicaron. A fecha de hoy nadie duda del impacto que el documental sobre Rocío Carrasco está teniendo en la lucha contra la violencia machista. Pero antes de su emisión, se dudó.

Hace unas semanas Ana Iris Simón aceptó acudir a la presentación de Agenda 2030 en la Moncloa. A diferencia de Ana Isabel Bernal, ella no dudó en acudir. Preparó su discurso y Ana Iris se tiró al barro. No habrá Agenda 2030, ni 2040, parafraseo lo que dijo, si primero la gente joven no tiene casa, ni habrá futuro si las mujeres no pueden tener hijos, ni habrá integración si usamos a los inmigrantes como mano de obra barata para pagar nuestras pensiones. El resultado fue una avalancha de críticas desde sectores de la izquierda por haberse atrevido a usar un lenguaje de bar.

La semejanza de ambos casos tienen la misma base. Haberse atrevido a lanzarse al barro. Bajar de la tarima intelectual a la barra del bar. Entremezclarse con el pueblo y oír lo que piensan, dicen y sienten. Hacer de altavoz de una sociedad que ven cómo su clase dirigente se enfanga en banderas, himnos y teóricas infumables.

La izquierda actual sigue la estela del cainismo que siempre le ha caracterizado. Ni la historia ni el declive constatado en resultados electorales, le hacen desprenderse de ese hálito de superioridad intelectual y despertar.

Mientras, la derecha más práctica y hábil, gana el terreno.

Después del enésimo descalabro electoral, seguirán desde sus pedestales en redes sociales dando lecciones de teoría y moral. O lo que es lo mismo, seguirán dando espacio a los ultras.

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