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Ficciones climáticas, o vulnerabilidades escondidas
El cambio climático es una realidad sin escucha, será porque no es materia. Además su recambio no se vende en los supermercados, ni los suministra la plataforma X a golpe de clic. Solo preocupa uno de los más notables estandartes: el calor individualizado. Quienes estudian el tiempo meteorológico han medido los mayores calores nunca vistos. Pura ficción para los negacionistas de la realidad mundial. Habrá que destruir todos los instrumentos de medida y se acabó la invención de científicos y ecologistas. Así no necesitaremos atender a la más importante urgencia ambiental actual, según la ciencia. Como si fuera un Fahrenheit 451, novela distópica de hace ahora 70 años y donde la cultura publicada ardía porque contaminaba la vida, como ahora la reflexión climática. Mejor el pensamiento a oscuras y concentrado.
El mismo planeta Tierra va camino de ser una leyenda de sí mismo. O acaso ya pasó por experiencias similares de crisis climáticas años ha. Pero como no vive nadie de entonces para contarlo los negacionistas lo utilizan como argumento demostrativo de que llamar crisis climática al momento actual es una patochada. Hasta niegan eso que la ciencia ha denominado, como hipótesis, nueva era: el Antropoceno. La época marcada por el impacto humano en la Tierra, a la cual nuestros rastros la han llevado al estrés. Dicen que esto ocurrió a partir de los años sesenta del siglo pasado. Pero vaya usted a explicarlo a los poderes económicos y políticos que predican el crecimiento ilimitado.
Los negacionistas aceptan como que nos encontramos en un tiempo de transición, pero de ahí a que se desate un evento límite planetario va una distancia milenaria. Aunque también pasan calor lo rebatirán. En el resto de la población molesta ahora y después. Por ahora no habrá una revolución cultural proclimática pues ha cundido la creencia sostenida de que los humanos somos capaces de modificar los ritmos de la biosfera o del clima. Detrás de esa prepotencia están intereses privados, el olvido que nos salva de culpa y la insolencia con la naturaleza; y bastante de chulería humanoide. Esta se debe cultivar porque cada vez suena más. Varios partidos de Europa llevan la dominación climática en sus programas electorales. Parece un discurso ideológico de hace 50 años, contra el que el Club de Roma ya avisaba, en su informe Los límites al crecimiento, de que el medioambiente estaba en peligro. ¡Y ha tenido razón!, aunque la no escucha tapa casi todo.
Ficciones climáticas que muestran temores y catástrofes repartidos por todo el mundo; o las televisiones se las inventan. Cada día hay. Las causadas por el agua o el fuego son las más llamativas pero no las más graves y acumulativas: Corea del Sur bajo las aguas, arde Canadá. La influencia negativa de la contaminación del aire no es ninguna ficción. Lo será mientras no se visualice en forma epidémica en muchísima gente. Julio Verne, autor de tantas ficciones casi cumplidas, afirmaba que no hay obstáculos imposibles sino voluntades más fuertes o más débiles. Añadía que la oportunidad que parece perdida en este momento puede presentarse de pronto, en el último instante. Insistía en que la necesidad es el maestro que enseña mejor, por lo que habrá que aprender sus lecciones.
Las lecciones de lo vivido en propia persona, los desastres que sufren millones de gente por todo el mundo, deben mostrarnos como unos idiotas sin adscripción si nos miramos en cualquier espejo. Aún así la ultra derecha política y mediática de todo el mundo habla de la crisis y las emergencias climáticas como ciencia ficción; ataques extranjeros. Pero en España sin ir más lejos se exhiben en este momento ficciones negacionistas sobre la importancia del medioambiente: Andalucía, Extremadura, Murcia, Baleares, Valladolid, etc. No citamos a nadie para no hacerles propaganda. Bueno sí: el arzobispo de Vetusta casi ha excomulgado al cambio climático y “sus corifeos”.
¡Basta ya de politizar vulnerabilidades escondidas, de negar la escucha a lo que el socioambiente expresa! Toca decantarse por el truco mediático/político/empresarial o el trato ecosocial, ahora ya y aquí mismo.
P.D.: El pasado lunes 3 de julio de 2023, el planeta alcanzó su temperatura más alta jamás registrada con 17,01 ºC. El martes, subió aún más; el miércoles 5 alcanzó un máximo de 17,18 ºC. Este calor récord puede ser un indicador de lo que está por venir. ¿Hasta cuándo será ficción partidista?
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