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Los idus de marzo de Ayuso y otras consideraciones

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La guerra del bono social térmico, una ayuda concebida para minimizar la pobreza energética de las personas o familias más vulnerables. En este colectivo, se incluyen las familias numerosas, independientemente de su renta.

A esta ayuda se han acogido personalidades que por su imagen pública han sido noticia al cobrar este bono, a pesar de poseer un patrimonio considerable. Son el caso de Adolfo Serrano, secretario del PP de Madrid, Enrique Odsorio, vicepresidente y consejero de Educación y Universidades de la Comunidad de Madrid y según parece también lo habría cobrado el marido de Mónica García, portavoz de Más Madrid en la Asamblea madrileña.

La cuestión es que una deficitaria regulación de la norma permite desnaturalizarla y que ciudadanos con rentas o patrimonio considerable, ya sean relevante por su responsabilidad institucional o de a pie, se puedan beneficiar de este déficit regulatorio. Claro que después entra en escena la cuestión de la solidaridad o la sensibilidad social, para quien la tenga claro y con esta voluntariedad no puede contar el ejecutivo a la hora de legislar sobre materias que afectan a familias vulnerables.

Porque la pregunta surge, sí se pudiese valorar, a cuánto asciende el montante económico del que se han beneficiado familias no vulnerables y la posibilidad que familias que sí se podrían beneficiar por su vulnerabilidad no han podido acceder a esta ayuda. ¿Cuántos bonos, ayuda o subvenciones se cuelan por las rendija de un déficit regulatorio? Pues en el país del Buscón Don Pablo de Segovia, magistral sátira de Quevedo, no me atrevo aventurar una cifra.

Está y otras noticias han sido protagonistas a través de los medios de comunicación. A saber, la filtración del discurso de Tamames, que ha eclipsado la propia incongruencia de la moción de censura y el dislate en cuanto a la elección de un candidato como Tamames, no por su edad, sería injusto, sino por la tortuosa trayectoria política del candidato, claro que proponiéndolo Vox no hay porque rasgarse las vestiduras.

Muy cerquita de Vox, yo diría que sobrepasándolo por la extrema derecha está el PP de Ayuso. Esta persona es un peligro para la convivencia. “La izquierda está acabada (...). Matadlos”. Ni Abascal se ha atrevido a usar el lenguaje de una manera tan radical y obsceno contra sus adversarios. Sesenta y cinco diputados tiene el PP en la asamblea de Madrid ¿Quién asestara la primera puñalada o la harán todos al grito de ¡¡viva la muerte, muera la inteligencia¡¡ en sede parlamentaria. O como el asesinato de Julio Cesar en el Senado romano, Ayuso ha querido tener su particular idus de Marzo, ¡¡¡¡matadle¡¡¡¡

Quedan otras cuestiones de este marzo de cuaresma. Los bancos quiebran. Quiebran en EE.UU, quiebran en Suiza y Europa se tapa con las medidas del BCE. Las tecnológicas, las criptomonedas, la inteligencia artificial, la deslocalización, Ucrania, Rusia. Los nuevos ejes que la geopolítica va dibujando, con la irrupción de países emergentes. India y China frente a EE.UU y Europa mientras Rusia descarrila buscando su destino. África se presenta como el comodín, de nuevo, de los intereses de las políticas tanto de Occidente como de Oriente, solo que en está ocasión no ya solo por una cuestión territorial en cuánto a estrategia militar, también por sus yacimientos en tierras raras y reserva de materiales energéticos. Un mercado aún casi sin explotar. De nuevo la miseria como trampolín para los poderosos.

En fin, atrás quedan la polémica de la ley del “solo sí es sí” La ley mordaza, amordazada ella misma por desacuerdos entre los que están de acuerdo. La lucha de los sanitarios en defensa de una salud pública. La cuestión de las pensiones desde la óptica española y los desacuerdos en Francia.

El ciudadano anda confuso ante la hiperactividad política, propia de la antesala de unas elecciones, poco acostumbrados a gobiernos de coalición, las desavenencias en el equipo de gobierno suena raro y la no aceptación disciplinaria de postulados, reformas y leyes entre socios de gobierno se ven como un cisma.

Siempre nos quedara la primavera.

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