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Unos juegan, otros cazan y los demás somos espectadores
Está claro que la posibilidad de que haya un gobierno de izquierdas pasa por entender que existe una crisis institucional y constitucional con un tema en concreto: las diferentes naciones del estado, la aceptación de que esto es una realidad o no y la supuesta intención de que esta situación tenga una salida en algún momento.
Como la primera necesidad es tener un gobierno estable, los partidos, las asociaciones y organizaciones sociales implicadas desde las civiles, las empresariales, las de trabajadores o las profesionales, las religiosas, hasta las que apoyan una u otra posición respecto al procés han entrado en lo que sería un juego de estrategia, un reto. Ahora todos hablan, incluso exigen, a partir de los peligros que observan la postura que deben tener de los ciudadanos y los políticos, por ejemplo la Iglesia, las organizaciones empresariales, la ANC, Omniun, el PP, Ciudadanos, Vox, JXCAT están en contra de un gobierno del PSOE y Podemos; porque lo que está en manos del futuro gobierno sea el que sea, y todos quieren mantener sus posiciones de fuerza o poder, aparte del modelo económico, el social, la manera de afrontar el cambio climático, la enseñanza, la sanidad, las pensiones... También está el futuro de la situación en Catalunya, de hecho, pesa tanto la forma de afrontarlo que es la pieza que crea más discrepancias, condiciones y cuestiones.
Se trata de alguna manera de un juego de estrategia donde el valor del mismo es el poder el reparto de las diferentes gestiones que tiene un estado. Es un juego de suma cero, es decir, las cartas o los valores son los que hay, se trata de jugar o bien como un torneo medieval donde acabas con el contrincante y el vencedor se queda todo o como un juego de estrategia que vas equilibrando, pactando para todos concediendo sabiendo lo que se juega cuyo valor es el mismo y puede ir cambiando después del debate o el diálogo de mano. Lo que se juega es el poder y este suma 0 tan solo se puede repartir dividir fragmentar o estar en una solo mano pero no ampliar como concepto pero si como después o durante la partida se administra.
Los jugadores pueden escoger entre dos opciones la de repartir las porciones del poder o la de provocar unas nuevas elecciones. Bajo mi punto de vista, jugar como un torneo a vida o muerte acompaña a cualquier ganador de estas posturas, dígase la derecha española o la parte más discordante con el estado del independentismo, a que el que gane va a tener dos millones de personas descontentas y eso va a ser un problema muy grave en ambos casos difícil y muy largo para todos, más aún.
Por eso está claro que, desgraciadamente, el futuro de una parte del estado va a condicionar todas las políticas sociales, las propuestas y el progreso que podrían beneficiar a la mayoría. Pero en tiempos de creencias extrañas parece que valgan más las pasiones y actos de fe, sin conocer sus repercusiones que una posible mesa de negociaciones que, por la situación actual, es imposible que ni Sánchez o Iglesias se atrevan a prometer con la tensión que existe. Para cualquier estado, en este caso el español o con la independencia el catalán tener dos millones desacuerdos o descontentos, no va a facilitar el progreso, la economía, la igualdad, ni la libertad.
Paralelamente a este desencuentro de los últimos diez años hemos descubierto graves grietas en el sistema judicial del estado que no pueden ser motivo de orgullo para nadie, desde la manera de elegir a los máximos responsables o la forma de administrar la justicia, en ocasiones sobrepasando en cuestiones políticas la calidad de garantes que tiene, actuando de forma que complican las posibles soluciones que deberían buscarse dentro de un terreno político a través de los poderes ejecutivo, legislativo y el diálogo, lejos de los juzgados.
De todas maneras, no deja de ser curioso que para juzgar la corrupción de muchos millones públicos se necesiten décadas y para juzgar políticos que “transgreden” abiertamente unas leyes sin ocasionar grandes perjuicios económicos se haga a la velocidad que se ha hecho.
Debe ser un tema de caza mayor y caza menor, está claro que para pillar a los corruptos, estos han trabajado desde dentro su disfraz. Se debe montar un safari y pedir los correspondientes permisos a las autoridades del momento que permitan la captura de grandes mamíferos (ex ministros, ex presidentes de comunidades... Y sus cortes correspondientes). En cambio, los independentistas simplemente con reclamos, sabuesos, al acecho, a la espera, puedes pillarlos y prenderlos. Además la mayoría de estas presas son pacíficas y acuden solas al coto. La gran diferencia es que unos son ladrones delincuentes vaya y otros son “creyentes”.
Según José Ortega y Gasset, “la caza es todo lo que se hace antes y después de la muerte del animal. La muerte es imprescindible para que exista la cacería”.
Los militantes y simpatizantes de varios partidos políticos van a votar, no sé si tendrán en cuenta el juego o estrategia suma cero, de qué manera creen que se debe lidiar si con un combate a vida o muerte abandonando la propuesta de gobierno o con más diplomacia.
Las suma cero es la estructura del estado, puede ser con un gobierno de “izquierdas” con un Iglesias que luchará por el diálogo sobre y con Catalunya o pueden convocarse elecciones del estado según auguran estas ya las ganaría la derecha. Desde los últimos meses la extrema derecha se mueve con desparpajo y soltura en actos públicos cantando el Cara al Sol, gritando arriba España y haciendo arengas a sus líderes fascistas, en Catalunya pueden hacer una DUI o no pero cuidado con quién este en Madrid y con qué amigos o socios.
La suma cero, quiere decir que está en manos nuestros futuros políticos la medida de la libertad, del derecho de los cambios de la constitución, modelo económico, social, la manera de afrontar el cambio climático, la enseñanza, la sanidad, las pensiones. Sin olvidar en manos de quien está la principal fuerza garante de cualquier estado la policía, también el diálogo... Porque todo esto puede variar, pero a lo que se juega es a tener el poder en manos cuántos y de quien está en la suma cero de este peligroso juego, el poder.
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