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¡Me llamo Lucía!
“20.000 especies de abejas”, dirigida por Estíbaliz Urresola Solaguren, fue la ganadora del Festival de Cine de Málaga 2023 y también una de las triunfadoras del Festival de Berlín con el Oso de Plata, en el que su protagonista, la niña de 9 años, Sofía Soriano, se alzó con el premio a la mejor interpretación femenina (*).
Desde un punto de vista estrictamente cinematográfico, mi opinión personal, es que es una peli sobrevalorada, como lo ha sido “Alcarrás”. Gracias a la siempre creíble y magnífica interpretación de Patricia López Arnaiz, (madre de la niña trans) la película se salva. El guion flojea en los momentos más necesarios de la historia y no consigue atrapar al espectador (al menos en mi caso), resultando algo tediosa. Finalmente terminas por refugiarte en el drama de la niña porque te sientes solidario con su sufrimiento.
En los momentos tediosos, me dio por recordar la “batalla” que todavía mantienen determinados sectores de la sociedad en torno a la transexualidad y, más concretamente a la Ley Trans, recientemente aprobada en el Congreso de los Diputados. En la Universidad de Oviedo se han hecho fuertes un reducido grupo anti-trans que, bajo el paraguas “académico”, sostienen que la transexualidad es una “moda” y la Ley Trans una aberración. Sostienen (y ello es lo preocupante) que la transexualidad, como moda, ha crecido en el mundo un 7.000 por ciento (!!), sin aportar ninguna investigación seria ni referencia académica. Sostienen (y ello es lo peligroso) poco más que la Ley española “obliga” a un proceso hormonal/quirúrgico de los niños/as adolescentes víctimas de esta moda nacida con la identidad de género.
Recientemente han presentado en Oviedo el libro “Mamá soy trans” en el que arremeten contra “la moda” y la ideologización que tras ella supuestamente se esconde. Desgranan todo un arsenal de vaguedades, frases hechas, datos inventados que no resisten el más mínimo análisis científico, despreciando la rigurosidad que la ciencia exige y pintando un futuro apocalíptico. La “madrina” del evento ha sido la irreductible anti Ley trans, otrora luchadora feminista en las filas del Psoe (que tanto aportó en su día al movimiento feminista), Amelia Valcárcel, que recorre España con su tesis sobre el “borrado de las mujeres”.
Sólo una delgada línea roja separa a estos movimientos de los intolerantes discurso que desgraciadamente se extiende urbi-et- orbi por Estados unidos, Rusia, Polonia, Hungría…Preocupante.
En lugar de cargarse de razones científicas (que no las tienen) han optado por ideologizar el discurso, acusando al gobierno, a su vez, de hacer leyes ideologizadas. Con la diferencia de que la Ley Trans, en su elaboración (durante tres años) contó con Psicólogos, sociólogos, médicos, juristas, académicos, movimientos asociativos (Lgtbi, madres y padres de menores trans…) y con el espejo de otras leyes similares aprobadas en Dinamarca, Irlanda, Malta Bélgica, Portugal, Luxemburgo, Islandia (En Europa); y con otros países como Canadá, Nueva Zelanda. Reino Unido, Alemania que tienen leyes parecidas, con ligeras modificaciones, a la ley española.
Para este sector reaccionario, no cuenta para nada los testimonios aportados por las madres/padres de menores trans, cuyo calvario (bullying incluido) ha llevado a muchos de ellos a meterse en el armario, cuando no al suicidio.
¡Me llamo Lucía!!, fue el grito desesperado que, tras desaparecer de la escena familiar, la niña protagonista de la peli antes mencionada, consigue “salir del armario” con el único apoyo de quien supo conducir el drama y el sufrimiento de su “hijo” Aitor, su madre.
Por cierto, soy psicólogo y sexólogo.
(*) Soy contrario al reconocimiento de niños como mejores actores/actrices en una película porque no son actores/actrices en el sentido formativo del término. En la mayor parte de los casos no viven la película como una interpretación sino como un juego en el que se divierten haciendo lo que se les pide (ahí está el trabajo de dirección). Hacen bien “Los Goyas” en no premiar a menores. En todo caso, sí se podría buscar una categoría diferente que se diferencie de los premios como tales.
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