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El PIN parental, el derecho a ser un abusón

Juan Carlos Jiménez Fernández

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Con los nuevos gobiernos autonómicos de la derecha extrema y la extrema derecha está resucitando el pin parental.

Que nadie se llame a engaño. Detrás de la cacareada libertad de las familias para controlar la educación de sus hijos o hijas a través del pin parental, lo que realmente subyace es la reivindicación del abusón de toda la vida.

Lo que el padre o madre del PIN está realmente defendiendo es el derecho a que su hijo o hija llame nenaza a ese compañero más sensible al que no le gusta jugar al fútbol o pelearse. Lo que está defendiendo en la práctica es el derecho de su hijo o hija a burlarse y llamar maricón a ese compañero más tímido o amanerado. Lo que en el fondo está defendiendo es poder reírse y llamar marimacho a esa niña que corre más que su hijo y a la que le gusta jugar al fútbol con los niños. Lo que está defendiendo cuando se opone a una educación respetuosa con todas las diferencias es el derecho de su hijo o hija a hacer mofa y llamar foca a ese niño o niña más grande y con problemas de obesidad. Gafotas o cuatro ojos a quienes llevan gafas; enano a quienes son bajitos; deficiente, anormal o subnormal a quienes son menos listos; y puto moro o puto gitano a sus compañeros que no responden a sus medievales criterios de cristianos viejos.

El pin parental para justificar al abusón de toda la vida. Para amparar y defender al acosador de toda la vida.

Ni los más fanáticos de sus portavoces se creen que haya profesorado haciendo, ¿cómo?, proselitismo de la homosexualidad, así que a lo que se oponen es a que el profesorado se preocupe porque ningún chico o chica viva su orientación sexual con angustia o sea discriminado o acosado por ella.

Ni los más necios de sus portavoces se creen que el profesorado enseñe a sus hijos o hijas a masturbarse, así que lo que en verdad no les gusta es que enseñemos a sus hijas e hijos que quién bien te quiere no te hará llorar y que existe una línea muy fina entre posesividad y maltrato sexual.

En definitiva, lo que les preocupa a las familias del pin es que formemos a sus hijos e hijas en el respeto, la tolerancia, el dialogo y la empatía en lugar de dejarles con sus odios, miedos y rencores. No vaya a ser que no salgan tan obtusos como ellos.

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