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Los proyectiles se convirtieron en caramelos de regaliz

Movilización feminista en Las Palmas de Gran Canaria por el 25N. (Alejandro Ramos).

Ana B. Pérez Villa

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En 1999 visité el museo Guggenheim de Bilbao por primera vez. Hubo una obra que me impactó y que se quedó en mi memoria para siempre. Era la instalación del artista cubano Félix González-Torres, Sin título (Opinión Pública), fechada en 1991, una montaña de unos 300 kg de caramelos de regaliz en forma de proyectil que se exhibía en una de las salas del museo y que se resistía a pasar desapercibida.

¿En qué nos habíamos convertido?, pensé. Nos habíamos convertido en comilones de miserias, de hostilidad, de violencia, de guerras, de asesinatos, de odio, y lo digeríamos tan tranquilos, delante del televisor, con el tenedor en la mano, acercando la comida a la boca, tragando y deglutiendo, como las noticias que más nos deshumanizan y anestesian a la vez, como los proyectiles de caramelos de regaliz que devoramos por inercia y sin pensar, por pura gula. 

Desde el año 2003, que existen estadísticas, han sido asesinadas 1.074 mujeres por violencia de género, solo en este año la cifra asciende a 41 mujeres asesinadas, sin olvidarnos de los menores, que también son víctimas. 

Decía Miguel Lorente, médico forense y profesor de la Universidad de Granada, en su artículo La infamia del silencio que “si hoy ETA matara a 60 personas, como hace el machismo asesinando a 60 mujeres cada año, no habría paz para los asesinos y sus cómplices”¿Por qué está claro el terrorismo de ETA y no lo está el terrorismo machista? ¿Por qué no se cuestiona la moral patriarcal que minimiza los 60 homicidios de media por violencia de género que suman ya 1.070 asesinatos en 13 años frente a los 857 de ETA en 51 años?, se pregunta Lorente: “¿Por qué no dicen nada sobre el silencio cómplice y la pasividad que mantiene la sociedad ante la violencia dirigida contra las mujeres?”. ¿Por qué no se pone el foco en los asesinos?

El origen de esta violencia está en el machismo y en la desigualdad, por lo que la educación es la única herramienta para erradicarla. ¿Por qué no existe un compromiso firme en este sentido? ¿Por qué la ultraderecha niega la legislación, los datos, los estudios, las investigaciones y hasta las resoluciones de la ONU en materia de violencia de género? ¿Por qué hay partidos que pactan con la ultraderecha? ¿Por qué manipulan y mienten? ¿Por qué interpretan las leyes dedicadas a erradicar la violencia de género como una amenaza para los hombres, negando la violencia estructural que sufren muchas mujeres? ¿Cuál es el verdadero interés? ¿Por qué quieren invisibilizar este grave problema social? ¿Por qué los medios de comunicación no abordan la violencia de género con rigor y perspectiva feminista? ¿Por qué quieren que traguemos caramelos de regaliz en forma de proyectil?   

Según la Macroencuesta de Violencia contra las Mujeres 2019, 1 de cada 2 mujeres ha sufrido algún tipo de violencia machista a lo largo de su vida, un 57,3%, lo que suponen 11.688.411 mujeres de 16 o más años. Además 1 de cada 5 (19,8%) la han sufrido en los últimos 12 meses, lo que suponen 4.048.273 mujeres de 16 o más años. Las cifras son bochornosas.

A vosotros, los hombres, os necesitamos posicionados contra la violencia machista, proactivos y comprometidos. Hay que empezar por afear memes machistas de whatsapp, por no compartir contenidos machistas en redes, por no reírse de chistes machistas, por no apostillar comentarios que objetivizan a las mujeres, por no jalear conductas que humillan a las mujeres, por no justificar actitudes que infantilizan a las mujeres, por no juzgar los cuerpos de las mujeres, por no incomodar a las mujeres con “piropos”, por no invadir el espacio de las mujeres, por ser críticos con el consumo de la prostitución y la pornografía, por no ser neutrales, por no ser cómplices, por no guardar silencio, por no tragar caramelos de regaliz en forma de proyectil.  

Podemos repasar la legislación al respecto, leerla y releerla, revisar estudios, encuestas e investigaciones, la realidad es que las mujeres somos asesinadas, violadas, maltratadas, mutiladas, silenciadas, invisibilizadas, oprimidas y amenazadas por el hecho de ser mujeres. “Por eso nuestra violencia se llama ”violencia de género“, porque el género nos mata, nos asfixia y nos condiciona. Por eso nuestra violencia se llama también ”violencia machista“, porque ese machismo usa los mandatos de género para matarnos, violarnos y oprimirnos”, explica la periodista e investigadora Ana Isabel Bernal en un artículo. El relato de la violencia machista ya está escrito, toca poner solución de raíz, no necesitamos parches.

No podemos agachar la cabeza y seguir consumiendo cifras de manera impasible. ¿En qué momento la violencia machista dejó de incomodarnos? ¿En qué momento continuamos masticando un asesinato machista tras otro delante de la tele como si no pasara nada? ¿En qué momento perdimos de vista al verdadero enemigo: el patriarcado? ¿En qué momento el terrorismo machista se hizo invisible? ¿En qué momento los proyectiles se convirtieron en caramelos de regaliz?

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