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Nuestros libros del 2025

19 de diciembre de 2025 06:03 h

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Fieles a nuestra tradición de fin de año, desde Piedras de papel volvemos en este 2025 con una breve selección de lecturas recientes que nos han acompañado y hecho pensar. No son solo libros que nos han gustado, sino títulos que dialogan con algunas de las grandes tensiones del presente: las dificultades de la acción política, los límites de la meritocracia, la persistencia -y la reversibilidad- de la desigualdad, la transformación del espacio público bajo el impacto de las tecnologías digitales, la polarización social o la pregunta por el sentido del universalismo y la justicia en sociedades cada vez más fragmentadas. Nuestra fidelidad a la sociología, la ciencia política y la economía sigue ahí, aunque cada vez de forma más porosa. Este año la lista se abre también a la historia, la antropología y la teoría política, con libros que nos invitan a pensar cómo las instituciones, las ideas y las formas de vida condicionan nuestra capacidad de elegir, convivir y gobernarnos colectivamente. Esperamos que estas recomendaciones os acompañen y os animen a leer -y a pensar- en el año que comienza.

Abundancia. Ezra Klein (Capitán Swing, 2025)

Cómo construir un futuro mejor, de Ezra Klein y Derek Thompson (versión española en Capitán Swing) defiende la tesis de que el principal escollo que enfrenta hoy la agenda progresista es las limitaciones que se ha (auto)impuesto al priorizar en su acción política más y más regulaciones al proceso de toma de decisiones y a la ejecución de las políticas. Los principales problemas sociales y económicos de nuestro tiempo, de acuerdo a Klein y Thomson, podrían ser aliviados con un gobierno más proactivo y sobre todo más efectivo, con capacidad para generar resultados concretos que creen con una economía más “abundante”: con más gente, más infraestructuras, más recursos. Siempre mejor crecer y lidiar con los problemas que ese crecimiento genera, que gestionar la escasez. Pero una maraña de regulaciones bienintencionadas, un proceso político controlado por juristas, y el hecho de que hayamos elegido canalizar demandas ciudadanas creando más capas de complejidad para dificultar la acción de gobernantes futuros hace que “hacer cosas” sea para los gobiernos más difícil hoy que en el pasado. Y eso explicaría (o ayudaría a explicar) el estado de desafección ciudadana que sufren en la actualidad la práctica totalidad de las democracias occidentales.   

Es un libro enormemente influyente entre el pensamiento progresista anglosajón: forma parte de todos los debates en el seno del Partido Demócrata americano, y su principal mensaje ha sido abrazado explícitamente por el primer ministro británico Starmer. Tiene todo el sentido que se plantee como hoja de ruta en los países con crecimiento anémico y dificultades sistémicas para la construcción y renovación de infraestructuras: a la capital mundial del conocimiento, Boston, le costó más de 15 años soterrar la autopista que cruza la ciudad. Cuesta sin embargo encontrarle acomodo en un contexto como el nuestro actual, en el que hemos sido capaces, hace bien poco, de construir más casas que Alemania, Francia e Italia juntas, tenemos la red de trenes de alta velocidad más extensa del mundo después de China, hemos multiplicado por 8 la capacidad instalada de energía fotovoltaica en menos de una década, crecemos el doble que la media de la UE, y somos la economía europea que con más intensidad está incorporando a migrantes en su mercado de trabajo. ¿Está en la “poca abundancia” provocada por abogados y regulaciones el origen de nuestros problemas?

Una breve historia de la igualdad (cómic). Sébastien Vassant & Stephen Desberg (Deusto, 2025)

La visión del economista francés Thomas Piketty sobre la historia de las desigualdades, ahora en cómic. Los autores, basándose en el libro original de Piketty, publicado en español hace unos años, describen una historia en la que, lejos de las visiones habituales sin retrovisor, constata que la tendencia de largo plazo ha sido hacia una disminución de las desigualdades económicas, sociales y políticas. Se repasan momentos concretos de la historia en los que se ha logrado reducir sustancialmente las desigualdades de la renta y de la riqueza, en Europa y en los Estados Unidos, y limitar la concentración de la riqueza en unas pocas manos. El cómic explica, con datos y fechas, la creación y expansión de los estados de bienestar y los retos a los que se enfrentan. El cómic no se centra exclusivamente en los países ricos; al contrario, gran parte de él explica, de manera sencilla pero rigurosa, las relaciones económicas y políticas basadas en la explotación, como la esclavitud o los procesos de colonización y posterior independencia en África y otros continentes. 

Los logros en términos de igualdad han sido posibles gracias a las luchas y rebeliones contra la injusticia, pero también a la toma de decisiones políticas. Dado un mismo nivel de riqueza o de desarrollo de la tecnología, hay diversas maneras de organizarse colectivamente en lo que respecta a la fiscalidad, a la inclusión educativa, a la gestión de las fronteras o la expansión de derechos sociales. Las decisiones a las que se llegan dependen claramente de los equilibrios de poder entre grupos con intereses diversos -tradicionalmente, clases sociales- y dan lugar a niveles y tipos de desigualdad muy diversas -todas ellas potencialmente reversibles. 

A pesar del momento actual, en el que observamos tendencias hacia la concentración de la riqueza y del poder político basado enestaa, el cómic transmite un mensaje claramente esperanzador. El cambio institucional es posible -ha sido posible históricamente- y a menudo los cambios históricos de calado suceden precisamente en momentos de crisis -en estos momentos, la crisis climática y las tensiones geopolíticas. En el cómic se apuesta por una transformación radical del sistema económico que incluya un reparto justo de la riqueza y que se resume, como alternativa el modelo chino de capitalismo estatal y autoritario, en una forma de socialismo democrático, participativo, ecológico y poscolonial. 

Something Between Us: The Everyday Walls of American Life, and How to Take Them Down. Anand Pandian (Redwood Press, 2025)

¿Qué explica el incremento de la polarización en nuestras sociedades? ¿Qué podemos hacer para revertirla? Estas preguntas van a seguir permeando muchas de las agendas investigadoras de psicólogos, sociólogos, politólogos y economistas de los próximos años. Un paper reciente de tres investigadores del complexity hub de Viena y recientemente publicado en Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS), muestra que el número de amistades cercanas ha aumentado significativamente a partir de la expansión de redes digitales, y que esto coincide con un aumento de la polarización social. La hipótesis que avanzan estos investigadores es que las redes sociales más densas facilitan la fragmentación en burbujas ideológicas cohesionadas internamente, pero que reducen la tolerancia entre grupos. (Thurner, Hofer, y Korbel, 2025).

A través de un rico retrato etnográfico de la América contemporánea,  Anand Pandian documenta desde la antropología el crecimiento de estos contextos polarizadores y distanciadores, que los vincula al crecimiento de formas de vida, tendencias urbanísticas, patrones de movilidad y de formas de comunicación que crean de manera sistemática lo que él llama “muros”: el magma del que se nutre este proceso de desmembramiento de los lazos comunitarios entre los (heterogéneos) miembros de la comunidad. 

Varias son las enseñanzas del libro de Pandian. Una, que las dinámicas polarizadoras nos trascienden como individuos, y que las fuerzas que alimentan la desconfianza y la sospecha social son tristemente mucho más estructurales de lo que nos gustaría pensar. Pero por otra parte, que existen herramientas para reconstruir lazos comunitarios basadas en el contacto, el intercambio, y la ayuda mutua. Que es posible hacer visible a través de la experiencia los incuestionables vínculos que nos unen como vecinos y conciudadanos. Queda como reto construir una agenda política despolarizadora articulada en torno a la reconstrucción de todos estos lazos.

The Highest Exam. How the Gaokao Shapes China. Ruixue Jia y Hongbin Li (con la colaboración de Claire Cousineau). (Harvard University Press, 2025).

En Europa, y muy particularmente en España, donde las noticias del exterior solo cuajan cuando tienen resortes internos y casi todos los debates públicos tienden a mirar hacia adentro, a menudo tenemos una imagen distorsionada y algo exótica de China. China se suele tratar como una excepción cultural, política y económica inescrutable. Sin embargo, hay trabajos accesibles desde las ciencias sociales que, en lugar de recurrir al perezoso comodín de la “cultura milenaria”, nos ayudan a entender cómo funciona realmente el país a través de sus instituciones. The Highest Exam es fundamental precisamente porque nos muestra cómo un mecanismo institucional centralizado logra vertebrar y ordenar un país de una diversidad interna y un tamaño tan colosales que resultan sorprendentes para el observador externo.

El libro disecciona el Gaokao, una especie de EBAU brutal con profundas raíces históricas, que se presenta como la oportunidad suprema para “demostrar tu valía”. Es un evento donde millones de familias contienen el aliento durante dos días, sabiendo que el resultado determinará rígidamente el curso vital de sus hijos. Mientras que en España las universidades apenas están jerarquizadas y casi da igual dónde se estudie, en China el Gaokao es un verdadero torneo por acceder a la élite de las universidades. Los mejores estudiantes acceden fácilmente, los que no triunfan, pero tienen recursos, a menudo se van fuera; y la gran mayoría, tras haberse matado estudiando, terminan en universidades regulares con perspectivas muy inciertas.

Más allá de cómo el libro ayuda a conocer Chinael texto es muy valioso, por al menos tres razones que permiten entender procesos más generales. Por una parte, permite matizar el cinismo predominante sobre la meritocracia en ciertos entornos. El sistema no es una farsa total ya que, cuando los estudiantes pobres logran acceder a las universidades de élite, su desempeño posterior es indistinguible del de los ricos. Quizás por eso el sistema goza de un apoyo popular tan sorprendente; se percibe como la única herramienta capaz de matar el guanxi (las redes de influencia y corrupción). Sin embargo, es cierto, los fallos del sistema no residen solo en las barreras para los pobres -algo ya sabido-, sino en la ineficiencia que supone el empuje artificial que las familias ricas dan a sus hijos menos capaces para mantenerlos en la carrera. Por otra parte, dado que China que se ha convertido en el mayor proveedor de científicos para todo el mundo, el libro es recomendable por el valor que tiene conocer un sistema educa a una buena parte de la élite científica mundial. 

Finalmente, igual que ocurre con los jóvenes en otros rincones del globo, una proporción creciente de la juventud china comienza a rebelarse contra esta presión asfixiante. Valoran cada vez más su independencia y cuestionan si el sacrificio que exige el torneo merece realmente la pena.

Superbloom: How Technologies of Connection Tear Us ApartCarr, Nicholas (WW Norton & Company, 2025)

Con la autoridad que le otorga haber escrito uno de los libros más influyentes sobre los efectos cognitivos de la tecnología antes de la llegada del iPhone o Twitter (The Shallows), Nicholas Carr vuelve ahora con una reflexión sugerente sobre cómo las tecnologías moldean nuestras formas de pensar, comunicarnos y relacionarnos. Su gran aportación es precisamente esta perspectiva: entender la tecnología no como un conjunto de herramientas aisladas, sino como un ecosistema que configura nuestras expectativas, hábitos y modos de interpretar el mundo.

Carr sostiene que aquello que usamos para pensar acaba influyendo decisivamente en la forma misma en que pensamos. Las tecnologías reorganizan nuestra atención, nuestros ritmos y hasta nuestras interacciones sociales. Su enfoque no es apocalíptico ni nostálgico, sino histórico y crítico: primero, sitúa nuestro presente dentro de una larga cadena de innovaciones (de la imprenta a los LLM) que han redefinido una y otra vez nuestra relación con el conocimiento y con los demás; y segundo, la pregunta que propone no es si la tecnología es “buena o mala”, sino qué capacidades fortalece y cuáles debilita: ¿facilita la concentración o la fragmenta?, ¿fomenta la conversación o solo la reacción?, ¿invita a profundizar o empuja hacia lo inmediato?

Un ejemplo muy habitual ilustra su punto: Antes, los debates públicos se desarrollaban en artículos, cartas o conversaciones pausadas que permitían matizar y revisar ideas. Hoy, en redes sociales y formatos instantáneos, lo que prospera no es el mejor argumento, sino la ocurrencia más llamativa o la reacción más rápida. La conversación se ajusta a la lógica de la viralidad: intervenir de inmediato, captar atención, destacar entre el ruido. Carr advierte que este entorno no solo cambia cómo hablamos, sino qué valoramos: rapidez, identidad y reacción por encima de reflexión y comprensión. La tecnología -se desprende de su argumento- lejos de ser neutral, está moldeando un espacio público donde la sabiduría no se democratiza necesariamente, pero sí la impulsividad.

Como sugiere el libro, comprender este proceso histórico es el primer paso para recuperar un margen de decisión. Si la tecnología moldea nuestras capacidades, lo que sí está en nuestras manos es moldear nuestras prácticas. Ese es, en última instancia, el gesto político que el libro invita a imaginar: preguntarnos no qué tipo de tecnología queremos, sino qué tipo de seres humanos queremos ser frente a ella.

El Maestro y su emisario. (Iain McGilchrist (Capitán Swing, 2025)

¿Y si la causa de la crisis de nuestra civilización estuviera en nuestros cerebros? ¿Y si nos sentimos tan angustiados y tan solos a pesar de disfrutar de tanto bienestar material y estar tan conectados por las redes sociales porque algo falla dentro de nuestras cabezas?

Si uno de los escritores más perspicaces del siglo pasado, Aleksandr Solzhenitsyn, decía que la línea que divide el bien y el mal atraviesa el corazón de cada ser humano, uno de los neurocientíficos más originales de esta centuria, Iain McGilchrist dice que esa línea es la que divide el cerebro de cada ser humano. El llamado cuerpo calloso o corpus callosum, la autopista que, más que unir, mantiene una tensión permanente entre los dos hemisferios cerebrales. 

McGilchrist, que combina una formación humanista en filosofía con una rigurosa en ciencia Mérida, propone una mirada nueva al desasosiego, desconcierto, desconfianza y desarraigo de nuestra época. En un tratado completo y complejo (y muy extenso), McGilChrist nos lleva de la mano por los entresijos de nuestra materia gris, desmontando mitos sobre la supuesta “especialidad” de cada uno de los hemisferios (uno es para el lenguaje y el otro para las matemáticas y otros lugares comunes), en búsqueda del Santo Grial de la neurociencia: ¿Dónde está y qué es la conciencia? Esa respuesta queda envuelta en el misterio, pero el viaje al que nos invita McGilChrist es tan apasionante y rico que uno sale con unas coordenadas nuevas de la naturaleza humana. 

La tesis principal de McGilChrist es que el cerebro humano (como el de otras criaturas) se divide en un “maestro” (el hemisferio derecho, que supervisa el todo, busca el sentido a la existencia y acuna la creación artístico-científica y la religión) y un “emisario” (el hemisferio izquierdo, que atiende a los detalles y actúa siguiendo una lógica mecanicista). Y nuestra crisis civilizatoria es consecuencia de que el emisario ha suplantado al maestro. Nos hemos entregado al hemisferio izquierdo (dedicamos nuestra atención y esfuerzos a obtener el máximo rendimiento a todo) y descuidado al derecho. Somos más eficientes que nunca en todas las cosas, pero le hemos perdido el sentido a todo.

The Age of Choice: A History of Freedom in Modern Life. Sophia Roselfeld (Princeton University Press, 2025)

En ciencias sociales hay que leer más historia, especialmente libros como esta investigación, a través de cinco estudios y un epílogo, sobre la libertad y la elección y su mimetismo en el sentido común político y social. Los tres primeros tienen una estructura semejante, una indagación sobre reliquias específicas enmarcada en una discusión más generalista en la que interviene la sapiencia filosófica, literaria o sociológica de la autora. “La elección de cosas”, sobre la gestación del shopping, su parafernalia (catálogos, menús, precios, escaparates) y su feminización temprana; “La elección de ideas”, o “decidir qué creer”, un capítulo realmente interesante apoyado en la historia de la confección de libros de “lugares comunes” (commonplacing); y “La elección de pareja”, una cosa estupenda construida a partir de los carnés de baile (y de los bailes, los agarrados, su literatura…). 

El dedicado a “la elección política”, cuarto, es una aguda historia de la papeleta electoral -su aparición, formas y regulaciones- con la vista puesta en cómo el derecho de voto llegó a extenderse a las mujeres. Tiene menos contribución propia en cuanto a desenterrar hechos, aunque hay fuentes periodísticas y tratados poco conocidos. Contiene una muy buena organización de un material historiográfico abundante y disperso (predominantemente sobre Inglaterra) y una hipótesis de altura: es la privatización de la elección política lo que la vuelve generalizable y, en definitiva, asumible como apta para las mujeres. La interrelación del voto secreto y la ampliación del sufragio aparecen así desde una perspectiva diferente a la (habitual) del control de la participación y sus efectos en el statu quo.  Y encaja pues, como sabemos, cuando votaron las mujeres, no pasó nada a esos efectos. 

El quinto, “la ciencia de la elección”, es de lejos el más flojo, aunque uno teme que sea el que más guste a las autodenominadas mentes críticas. Suben al mismo escenario las técnicas de publicidad, la investigación por encuestas y la teoría económica neoclásica (el homo economicus, el abominable hombre de las perras) y, a qué decirlo, mueren todos.  Como argumento dramático está un poco visto; como argumento de los otros, no se pasa de asociaciones de ideas y parecidos razonables. Aun así, hay haces de luz: como esa idea de que en la sociedad de consumo se recorre el camino deseado por el feminismo primitivo, pero en sentido inverso: ahora somos todos señoras (o señoritas) de sociedad. 

Con algo de ese tenor podría haber abotonado el libro, pero elige -perdón- hacerlo con una reflexión sobre el “feminismo de la elección” y lo que ella entiende como su agotamiento. Puede ser inquietante. Se presiente con claridad cómo hay personas a pocos pasos de renunciar a la libertad de elegir como un valor importante, por amor de libertades más profundas, dícese. Para bien de todos, la autora no se empeña en desarrollarlas sino solo en “historificar” lo que entendemos por elegir, para mejor rebasar sus ilusiones.  Y eso lo hace bien. 

Universalismo radical: más allá de la identidad. Omri Boehm (Taurus, 2025)

La trascendencia está de actualidad, digámoslo con deliberada ligereza. La conservadora Laura Field advierte en un celebrado libro -escrito como antigua insider del grupo- que la fuerza del populismo MAGA se cimenta en una certeza, que existe un orden moral objetivo -revelado en una tradición- y que el estado puede y debe auspiciarlo y protegerlo. (Furious Minds, Princeton University Press 2025). La primera novela de nuestro amigo Víctor Lapuente, mediante una parábola-distopía, nos previene sobre la renuncia a la trascendencia y el intento de suplirla con un sucedáneo de racionalidad objetiva (Inmanencia, AdN 2025). Su perspectiva, sin embargo, es totalmente opuesta al pensamiento iliberal. El libro de Omri Bohem es de veras radical: ni liberalismo, ni iliberalismo, ni tampoco los sospechosos habituales (la izquierda alucinada). Solo la trascendencia nos permite defender la justicia, y solo eso es efectivo por igual contra la izquierda identitaria (la de la teoría crítica de la raza y demás confeti) y contra la derecha populista. Boehm es radical porque cree que la justicia universal desenmascara también al liberalismo, (en el sentido convencional, de centro o centroizquierda), que ha renunciado al verdadero universalismo. Es radical por creer que las críticas de la izquierda (y por implicación la derecha) son verdaderas, por mucho que se formulen desde posiciones intelectual y moralmente inferiores: el liberalismo se ha vuelto la ideología de un grupo privilegiado.

Lo de Boehm es teoría política sin bullshit. Para un germano-israelí que ha elegido lugares como Yale y New School para enseñar, es escalada vertical. Y con la política va en serio: también es autor de un magnífico y provocador Israel: una utopía (en su título alemán; en inglés Haiffa Republic, 2021) proponiendo un estado único binacional.  En Universalismo toma partido por Martin Luther King Jr. frente a los liberal-constitucionales, por Du Bois frente a los pragmáticos, por Lincoln y la guerra civil -y la Reconstrucción- frente al Compromiso y a los unionistas en busca de conciliación entre hermanos.  Los peores enemigos de la postura ética universal han sido los falsos amigos, los precursores del liberalismo contemporáneo. No hay comunidad ni consenso que valga, la lucha es por una humanidad abstracta, no histórica; la dignidad humana es algo que está por encima de nosotros.

El libro tiene una defensa apasionada de Kant, una crítica tajante de la tradición Dewey-Rorty (y en la que también mete a Rawls, pese a sus débiles profesiones de kantiano) y la aventura de una interpretación filológica original, a través de Maimónides, de los pasajes de la Biblia hebrea sobre Abraham y el sacrificio de Isaac. Dios, opina Boehm, no está por encima, sino que obedece a la justicia. La verdadera ilustración es un acto de responsabilidad, no de escepticismo, y su icono es un profeta exigiéndole a Dios que cumpla la ley. Con esa convicción afirma que la verdad puede ser enemiga del pueblo, pues la justicia está por encima de la democracia. 

Los buenos libros de teoría son aquellos en los que es fácil encontrar, nítidos, los puntos de acuerdo y de desacuerdo, y tan bien atados que se vuelve inevitable revisar los segundos. Este es uno de esos.