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Fernández de Mesa, el jardinero que quiso ser militar y acabó en el sector eléctrico

Fernández de Mesa, durante un acto en su etapa como director de la Guardia Civil.

Marcos Pinheiro

Cuando Arsenio Fernández de Mesa alcance la edad de jubilación, dentro de tres años, lo hará habiendo dedicado toda su vida laboral al sector público. Empezó como concejal, fue diputado en el Congreso, delegado del Gobierno en Galicia, asesor en el Ministerio de Administraciones Públicas, director de la Guardia Civil y ahora, consejero de la compañía responsable del transporte y operación del sistema eléctrico, controlada por el Estado. Una carrera polifacética donde donde el único hilo conductor entre un puesto y otro ha sido su pertenencia al PP y su amistad con Mariano Rajoy.

Fernández de Mesa comenzó en política desde muy joven. En Galicia, su tierra natal, se afilió con 21 años al germen de Alianza Popular, Reforma Democrática, apenas unos meses después de la muerte de Franco, y desde entonces ha estado siempre vinculado al PP. Ahora, el partido le agradece los servicios prestados con un puesto bien remunerado –cobrará más de 150.000 euros– en la empresa pública que el Gobierno de Mariano Rajoy ha utilizado para colocar a los afines. Será consejero independiente de la compañía eléctrica sin experiencia conocida en la materia.

Fernández de Mesa sustituye en Red Eléctrica Española (REE) a otro compañero de militancia, Agustín Conde, exdiputado del PP que ahora ejerce de número dos del Ministerio de Defensa, a las órdenes de María Dolores de Cospedal. 

Ninguna de las múltiples ramas en las que está diplomado tienen que ver con el sector de la energía eléctrica. Según su biografía, tiene estudios en Protección y Revestimiento del Acero, Corrosión y Prevención, Contaminación y Protección del Medio Ambiente, Informática en gestión de Empresas y Altos Estudios Militares. También tiene un máster en marketing.

Su única experiencia en el sector privado fue como inspector del departamento marítimo de una empresa de la industria naval. Allí estuvo seis años, hasta que en 1988 decidió centrarse en su carrera política. Tiene también una plaza de funcionario a la que podría volver si fracasa su paso por Red Eléctrica Española. Está en situación de excedencia por servicios especiales en el Puerto de Ferrol, donde en 1979 se ganó un puesto de auxiliar de jardinería.

El suyo es uno de esos perfiles que acostumbra a reunir tantos enemigos dentro del partido como fuera. Sus detractores, que los hay a patadas con carné del PP y sin él,  recuerdan su juventud falangista y un carácter maniobrero. Sus amistades glosan la lealtad absoluta que siempre ha procurado a Rajoy y a su círculo de confianza dentro de esa camarilla que forma el PP gallego más madrileño.

“Probablemente el fuel no toque la costa gallega”

Dentro del PP ha tenido silla en casi todos los órganos internos. Presidió Nuevas Generaciones en Ferrol, dirigió el partido en esta localidad, fue secretario general adjunto en el PP de A Coruña y desde ahí fue subiendo a través de los comités provinciales y regionales hasta alcanzar la Junta Directiva Nacional.

La escalada orgánica fue paralela a la pública, en la que comenzó como concejal en el Ayuntamiento de Ferrol. Su carrera le llevó a sentarse en el Congreso durante 23 años y le colocó como delegado del Gobierno en Galicia durante el segundo Gobierno de José María Aznar.

Su periplo por las instituciones había sido anodino hasta que los focos le apuntaron en el peor momento posible. El 13 de noviembre de 2002, una chatarra flotante con el nombre de Prestige embarrancó frente a la Costa da Morte con 77.000 toneladas de fuel. Fernández de Mesa fue el encargado de dar la cara durante los primeros días de marea negra. Debutó como portavoz del gabinete de crisis el 14 de noviembre con un pronóstico definitivo: “Probablemente el fuel no toque la costa gallega”. Lo que vino después lo retransmitieron las televisiones de todo el mundo.

A partir de esa rueda de prensa, las cosas solo empeoraron para Fernández de Mesa. Tras esa primera frase vinieron otras. “Hay una cifra clara, y es que la cantidad que se ha vertido no se sabe”, dijo rodeado de micrófonos justo una semana después. La cara de Fernández de Mesa, hasta entonces un desconocido para el gran público, decoró junto a las fotos de Aznar, Rajoy o Fraga, las pancartas de Nunca Mais, la protesta más multitudinaria que se recuerda en Galicia.

La ristra de titulares hilarantes lo apartaron pronto de la escena. Fueron muchos los que pronosticaron que la hoja de servicios de Fernández de Mesa en la Administración acabaría ahí, chamuscada como estaba su imagen política. El PP gallego nunca llegó a olvidar del todo aquellas ruedas de prensa. Pero De Mesa siempre tuvo claro que su futuro estaba en Madrid, donde con Rajoy al frente del Gobierno fue nombrado director de la Guardia Civil.

Bandera española, bastón de mando y 14 medallas

Su paso por esa responsabilidad también ha dejado episodios oscuros. Tras la muerte de 15 inmigrantes en la playa de El Tarajal, negó en un principio que los agentes hubiesen utilizado material antidisturbios contra quienes trataban de alcanzar la costa a nado. Un vídeo mostraba cómo los guardias civiles dispararon pelotas de goma, tras lo que Interior tuvo que admitir que se había tratado de “disuadir” a los inmigrantes con esas armas. Hay 16 agentes imputados y el caso se sigue investigando.

Su gestión ha recibido muchas críticas, pero Fernández de Mesa ha dejado su sello en la despedida. A pesar de ser civil, decidió retratarse como un general del siglo XIX para una pintura a cargo de un guardia civil retirado. El cuadro generó el primer gran incendio para el nuevo ministro del Interior, Juan Ignacio Zoido.

El ya exdirector de la Guardia Civil, que en círculos reducidos confiesa que es un militar frustrado, se apresuró a decir que la pintura era una cuestión privada, que no tenía previsto colgarla en los pasillos de la sede del Instituto Armado. En ese cuadro, Fernández de Mesa posa con la banda de la Gran Cruz Naval, con los colores de la bandera española, guantes, bastón de mando y un total de 14 medallas.

El revuelo que causó la información publicada por eldiario.es fue tal que esta semana Interior ha tenido que explicar que todas esas medallas existen, son reales, y pertenecen al protagonista del cuadro. En una respuesta parlamentaria al PSOE, aseguran que Fernández de Mesa ha sido galardonado por los Carabinieri, el Ministerio del Interior portugués, la Policía de Perú o la Policía Federal de México.

Zoido prescindió de él poco tiempo después de que saliese a la luz la obra de arte. Ahora inicia una nueva andadura laboral alejada del mundo castrense al que siempre aspiró, con unas responsabilidades que le dejan poco espacio para volver a ocupar los titulares, y como ejemplo de en qué se ha convertido Red Eléctrica Española: el retiro dorado con el que el Gobierno agradece los servicios prestados de sus afines, sobre todo, si son amigos del presidente.

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