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El Gobierno del PP respira con la salida de Esperanza Aguirre

Mariano Rajoy y Esperanza Aguirre, durante la celebración de la cena de Navidad del PP de Madrid en 2013

Rodrigo Ponce de León

La dimisión de Esperanza Aguirre ha sido el bálsamo que estaban esperando el Gobierno de Mariano Rajoy y el Partido Popular. Tanto desde la formación conservadora como desde el Ejecutivo la salida de la vida política de la que fuera uno de los referentes del PP rebaja la presión sobre los populares que darán así por finiquitadas las responsabilidades políticas de la Operación Lezo.

El Partido Popular gana tiempo y toma oxígeno con una dimisión que no afecta a su núcleo central de dirigentes y que termina por cerrar un capítulo de la guerra interna por el poder en el partido.

Mientras Rajoy ha optado por el silencio alrededor de actuaciones judiciales por los desfalcos de la empresa pública Canal de Isabel II, todos los mensajes que habían lanzado varios miembros de su Ejecutivo y desde el partido estaban dirigidos a encapsular la operación Lezo alrededor de Esperanza Aguirre.

Fernando Martínez-Maillo, coordinador general del PP, apuntó que “Aguirre sabe lo que tiene que hacer en cada momento”, mientras que el ministro de Fomento, Íñigo de la Serna, invitaba a “reflexionar” a la expresidenta del PP de Madrid sobre su situación tras la entrada en prisión de Ignacio González. Nunca reflexionar se había asimilado tanto a dimitir.

No hubo palabras de apoyo ni de defensa como la convulsa respuesta de Génova tras la citación a declarar para Mariano Rajoy por el caso Gürtel. El vicesecretario de Comunicación, Pablo Casado, aseguró que nadie del Comité Nacional de Dirección del PP se puso en contacto con Aguirre para pedirle su salida.

El silencio se convirtió en una presión interna que ha terminado por obligar a la política madrileña a dejar el cargo. Se termina así con una guerra interna que ha enfrentado a Rajoy y Cristina Cifuentes con Aguirre por el control del partido en el ámbito nacional y madrileño.

El PP ya había cerrado aparentemente la etapa del aguirrismo tras el último congreso regional del partido en Madrid. Entonces, hubo largas ovaciones para la que encarnara la fuerza y el poder en el partido conservador madrileño. Mariano Rajoy fue más comedido en sus halagos. El presidente ha sufrido los envites de la expresidenta como nadie. Su carrera estuvo a punto de truncarse por los ataques de Aguirre y un sector del PP que vieron una oportunidad en el Congreso nacional del PP en Valencia en 2008 para controlar el partido a nivel nacional.

Prueba de la pugna interna es que la expresidenta de la Comunidad de Madrid y expresidenta del PP madrileño anunció su salida disparando algunos dardos contra los dirigentes del partido. Tras calificar a la corrupción como “un problema central” de la democracia española, Aguirre ofreció una solución para este problema en clara alusión al presidente del Gobierno, rodeado de casos de corrupción y sin hacer declaraciones sobre ellos.

“Para luchar contra la corrupción no es suficiente la acción de la justicia, siempre rigurosa pero demasiado lenta. Los ciudadanos tienen derecho a exigir que los políticos asumamos todas las responsabilidades con dignidad, sin dilaciones y sin excusas. Tengo como norma de conducta no eludir nunca mis responsabilidades”, explicó la exportavoz del PP en el Ayuntamiento madrileño.

Rajoy, de viaje en Brasil, no hizo declaraciones sobre la dimisión de Aguirre. Fuentes de su entorno admiten que lo ocurrido “es muy grave”, pero que el partido podría haber mostrado “más apoyo” por una política que le ha conseguido al partido varias mayorías absolutas en la Comunidad de Madrid.

El Partido Popular respondió con un escueto comunicado de dos párrafos en el que asegura “respetar la decisión personal” tomada por la política madrileña y “valora y reconoce la larga trayectoria política”. Nada más.

El comunicado del PP de Madrid fue mucho más duro con Aguirre y refleja lo que ha sido una guerra sin cuartel por el poder entre el aguirrismo y Cristina Cifuentes, actual presidenta de la Comunidad de Madrid y de la formación política en la región. El PP madrileño acusa a Aguirre de “causar daño a las instituciones y al partido” por no “haber vigilado con mayor eficacia los posibles casos de corrupción, lo que ha causado daño a las instituciones y al propio partido”.

Por estas razones, el PP de Madrid “comparte las razones expuestas por Aguirre para dejar el cargo”. Además, vuelve a lanzar una línea de separación con el nuevo Gobierno de la Comunidad al recordar que con la presidencia de Cifuentes se adoptó “una política beligerante con la corrupción que es irrenunciable, y está basada en la más absoluta transparencia, y tolerancia cero frente a cualquier posible indicio de la misma”. Cifuentes ha reivindicado varias veces que llevó a la Fiscalía documentación sobre la gestión de Ignacio González en la empresa pública Canal de Isabel II.

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