Miles de personas piden justicia en Brasil por la concejal asesinada en Río

Miles de personas marcharon en diferentes ciudades de Brasil para rendir tributo y pedir justicia por la concejala asesinada la pasada semana en Río de Janeiro, Marielle Franco, y el conductor que le acompañaba, Anderson Gomes.

Anielle Silva, hermana Franco, afirmó hoy “tener sangre en los ojos por justicia”, en un acto que reunió a unas 30.000 personas que ocuparon el centro de Río bajo el grito “¿Quién mató Marielle?”.

“Tengo sangre en los ojos por justicia para mi hermana. No voy a descansar mientras eso no se resuelva. Soy profesora, no tengo experiencia política, pero siempre he luchado por los derechos humanos, así como mi hermana”, vociferó Silva en un emotivo homenaje a la legisladora y activista.

Silva también desmintió, una vez más, la información de que la concejala, afiliada al Partido Socialismo y Libertad (PSOL), estaría involucrada con “bandidos”, después de que una magistrada publicase en las redes sociales que Franco estaría asociada a facciones criminales y habría estado casada con un narcotraficante.

“Marielle nunca fue bandida. Nosotras nunca fuimos financiadas por el narcotráfico y ella nunca se casó con bandido. (Ellos) no van lograr destruir todo lo que mi hermana construyó”, garantizó.

Después de que la magistrada Marilia Castro Neves afirmara en sus redes sociales que la concejala “estaba involucrada con bandidos” y “no era solamente una luchadora”, el Consejo Nacional de Justicia de Brasil acató la denuncia postulada por el PSOL y abrió un proceso para investigar la conducta de la jueza.

Además de la capital fluminense, los brasileños también salieron a las calles en varias ciudades del país, ante el enojo colectivo que contagió al país después de que el coche de Franco y Gomes fuera perseguido y, finalmente, alcanzado por al menos nueve balas en lo que ha sido calificado por las autoridades como una “ejecución”.

Franco, enérgica crítica de la intervención federal del área de seguridad de Río y que se caracterizaba por su activismo como defensora de los derechos humanos, especialmente de mujeres, negras, lesbianas y procedentes de favelas como ella, había vuelto a denunciar la violencia policial un día antes del crimen del que fue víctima.

Además, la concejala, una socióloga de 38 años procedente del complejo de favelas de Maré, una de las áreas más violentas de Río de Janeiro, era la instructora de una comisión creada para fiscalizar las operaciones policiales en el marco de la intervención militar.