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Ramaphosa mantiene vivo el optimismo en Sudáfrica tras cien días de gobierno

Ramaphosa mantiene vivo el optimismo en Sudáfrica tras cien días de gobierno

EFE

Johannesburgo —

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El presidente sudafricano, Cyril Ramaphosa, cumple hoy 100 días de gobierno en lucha por mantener lo que se llamó en su día la “Ramaphoria”, un soplo de optimismo frente a la decadencia que dominaba la vida política bajo la gestión de su predecesor, Jacob Zuma.

Ramaphosa asumió el cargo el 15 de febrero de 2018 con el mandato de frenar el deterioro de la economía sudafricana y la imagen de corrupción e ineficacia que se había apoderado como un virus de las instituciones públicas.

Al tomar del mando, el mandatario prometió un “nuevo amanecer” para Sudáfrica, aun a sabiendas de que la tarea iba a ser titánica y que, a su espalda, el gobernante Congreso Nacional Africano (CNA) estaba muy dividido.

En la mira también, la necesidad de hacer méritos para las elecciones generales de 2019.

Los columnistas llamaron a aquel contexto “Ramaphoria”, una corriente de aire fresco que la sociedad sudafricana, los inversores y hasta la comunidad internacional recibió con los brazos abiertos.

Cien días después no ha habido tiempo para una “transformación radical”, pero las “buenas señales” enviadas por Ramaphosa -especialmente en la mejora de la gestión pública y de lucha contra la corrupción- son suficientes para que aquel “optimismo” no se haya apagado, dijo a Efe la analista Talitha Bertelsmann-Scott, del Instituto Sudafricano de Asuntos Internacionales.

Sobre todo pesa, según la experta, que la continuidad de Zuma se veía prácticamente como “el fin de Sudáfrica”.

Al otro lado del tablero, la oposición, que había aplaudido la salida forzada de Zuma, empieza a ver “grietas” en las buenas intenciones del presidente.

“La elección de Ramaphosa encontró una predecible ola de optimismo y anticipación como no se había visto en nuestro país en casi una década”, pero “como sudafricanos esperábamos más del presidente”, señaló esta semana Mmusi Maimane, líder del principal partido de la oposición, la Alianza Democrática.

“Gobierna con un mandato frágil y comprometido y, por tanto, nunca podrá acometer un cambio total que dé la vuelta a la nación, erradique la corrupción, cree millones de trabajos, haga nuestro país seguro y arregle nuestro descompuesto sistema educativo”, agregó Maimane.

Desde el exterior, a Ramaphosa se le ve, según los expertos, como una apuesta sólida y una gran opción para que Sudáfrica aporte una figura de liderazgo a la región.

Aunque la nación austral aún no ha concluido su adhesión, Ramaphosa fue uno de los grandes impulsores del Tratado de Libre Comercio Africano (AfCFTA) que firmaron 44 naciones a finales de marzo en Ruanda.

El presidente defiende la idea de que su país no triunfará como una isla de desarrollo en un mar de pobreza y, con esa mentalidad, buscará dar un enfoque africano a la próxima cumbre de los BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica), que se celebrará este julio en Johannesburgo, con Sudáfrica como presidenta de turno de este bloque de potencias emergentes.

Ramaphosa lanzó, asimismo, un fuerte mensaje cuando retiró a su embajador en Israel este mes, en protesta por la dura represión contra la población de Gaza que se manifestaba contra el polémico traslado de la Embajada de Estados Unidos a Jerusalén.

En materia de economía también hay mejoras indicativas de un nuevo optimismo: el rand se ha fortalecido y Sudáfrica evitó que la agencia Moody's la clasificara como bono basura.

La buena imagen también se debe, en parte, a la selección de un equipo respetado, como demostró la vuelta de Nhlanhla Nene a la cartera de Finanzas, muy aplaudida por los mercados.

Pero no todos en su gabinete suman elogios. Aún figuran nombres como el de Malusi Gigaba (Interior), muy criticado por su trabajo y su supuesta implicación en escándalos de corrupción.

Para los analistas, esto prueba que Ramaphosa rinde cuentas para mantener unidas, en un delicado equilibrio, a las diferentes facciones del CNA.

En ese difícil escenario tuvo que manejar una crisis en la provincia Noroeste, con violentos saqueos y protestas contra el gobernador provincial, que finalmente llevó a Ramaphosa a poner la región bajo control del Gobierno central.

El otro gran frente interno para Ramaphosa ha sido la reforma de la propiedad de la tierra, un tema de gran sensibilidad pendiente desde los tiempos del fin de la segregación racial al que el CNA quiere dar un nuevo impulso con herramientas como la expropiación sin compensación.

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