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Abascal plantea ante la reforma de la sedición una nueva foto de Colón que Feijóo intenta rehuir

El líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, y el de Vox, Santiago Abascal, tras cruzarse en el palco de autoridades en el desfile del 12 de octubre.

Aitor Riveiro / Carmen Moraga

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“No nos marcan la agenda Arrimadas ni Vox”. Así descartan en el PP que su líder, Alberto Núñez Feijóo, vaya a liderar una moción de censura con la reforma del delito de sedición como justificación que le han reclamado tanto desde Vox como desde Ciudadanos. No creen que sea una buena idea e incluso consideran que esta herramienta parlamentaria para intentar echar a Pedro Sánchez de la Moncloa es demasiado “solemne” como para usarlo como forma de “retrasar” la modificación del Código Penal. El líder de la oposición también descarta sumarse a las movilizaciones anunciadas por Santiago Abascal.

Feijóo no quiere reeditar la conocida como foto de Colón, la icónica imagen de febrero de 2019 en la que Pablo Casado posó por primera vez junto al entonces líder de Ciudadanos, Albert Rivera, y el de Vox, Santiago Abascal. La ultraderecha no tenía por entonces presencia parlamentaria excepto en Andalucía. En las elecciones de abril de ese mismo año, Casado se pegó un gran batacazo (66 diputados), Rivera rozó el 'sorpasso' (57) y Vox irrumpió con 24.

Aquel 10 de febrero se fraguó la unidad de acción de los tres partidos de la derecha –denominado por algunos sectores de la izquierda como el “trifachito”– contra el Gobierno del PSOE, primero, y de coalición con Unidas Podemos, después. Un marco del que Feijóo busca escaparse desde el inicio de su mandato al frente del PP, el pasado mes de abril. Así lo ha recordado este lunes ante el Comité Ejecutivo Nacional de su partido en un discurso en el que ha atacado a Sánchez por la reforma de la sedición, y la posible de la malversación, pero en el que también ha reclamado “moderación”, “serenidad” y “centralidad”.

Tras hurgar en la herida entre el secretario general y los barones socialistas contrarios a la modificación del Código Penal, Feijóo planteó a su dirección, líderes regionales incluidos, que “el PSOE del señor Sánchez ya no es fiel a algunos de los valores constitucionales, ni siquiera fiel a sí mismo”, para inmediatamente contraponerlo al PP: “Nosotros no abandonaremos esos principios, los seguiremos defendido con todos aquellos que nos quieran acompañara en la serenidad, la moderación y la centralidad, con determinación”.

El dirigente gallego insistió después: “Lo dije en Sevilla [donde se celebró el congreso que lo encumbró como presidente del PP] y estoy más convencido que nunca. No estamos aquí para insultar a Sánchez, combatir el radicalismo con más radicalismo, para darle a España más histrionismo y ocurrencias. Hemos venido a ganar. Estoy más decidido que el primer día en Sevilla porque casi cada día tenemos un motivo más. Y creo que podemos lograrlo, hoy más que nunca”.

Las palabras de Feijóo, enfrente de Isabel Díaz Ayuso, no solo iban dirigidas a los usos políticos habituales de la presidenta madrileña, con quien mantiene una difícil relación por su proyección estatal, tal y como reconocen en la sede de la madrileña calle de Génova. Iban dirigidas a “todo el partido”, según fuentes de la dirección del PP. Marca la línea de cómo debe ser la oposición a Sánchez. Una idea en la que tiene que insistir de forma habitual.

Presión de Vox y Ciudadanos

Este lunes lo ha hecho después de la primera rueda de prensa en meses de Santiago Abascal y de que el pasado viernes la presidenta de Ciudadanos, Inés Arrimadas, lanzara la idea de una moción de censura contra Sánchez. Una presión doble para Feijóo.

Primero fue Arrimadas, cuyo partido no tiene suficientes escaños para liderar la moción de censura. La dirigente de Ciudadanos lanzó el envite al PP el viernes pasado ante una reforma que calificó de hecho “gravísimo” y “sin precedentes” por ser un “ataque directo al sistema de garantías democráticas de nuestro país por parte de un Gobierno de España” y es también “el mayor ataque a la democracia española”, perpetrado por un presidente del Gobierno “sin escrúpulos”. 

Y este lunes comparecía en rueda de prensa el líder de Vox, por primera vez en meses y solo ante algunos periodistas ya que Vox mantiene el veto a muchos medios, entre ellos, elDiario.es. Abascal se sumó a la oferta de Arrimadas y lanzó también el guante al líder del PP. “Apoyaremos cualquier iniciativa que pase por desalojar a Pedro Sánchez del Palacio de la Moncloa, pero que sirva para convocar de inmediato elecciones anticipadas”, puso como condición, en tono solemne, el dirigente de extrema derecha. Abascal, después , pidió que el PP “asuma sus responsabilidades” como principal partido de la oposición y que busquen un candidato de consenso –sin vetar el nombre del propio Feijóo. 

Pero si el nuevo líder conservador no toma la iniciativa, Vox no descarta hacerlo de nuevo como hizo en octubre de 2020.  En aquella ocasión, Abascal asumió el papel de candidato alternativo a Sánchez pero no consiguió el apoyo de ningún otro grupo parlamentario. Ciudadanos votó en contra y también el PP. Casado, líder entonces del PP, se lanzó contra Abascal con inesperada dureza hasta rozar la descalificación personal.

“No es que no seamos valientes, que no nos atrevamos, es que no queremos ser como ustedes”, le dijo. “Usted no da batalla por las ideas, solo tiene la idea de arrastrar a los españoles a la batalla”, o “el PP no alimenta furia ni ruido ni alimenta fracturas, como ustedes. Solo queremos unir a los españoles”, fueron algunas de los reproches que le dirigió Casado a Abascal durante su intervención. Después de aquel debate, Abascal proclamó que rompía relaciones política con el líder del PP.

Este lunes, en su comparecencia, Abascal pintó un panorama aún peor que entonces para justificar la necesidad de echar a Sánchez de la Moncloa y acudir a las urnas. Según dijo, desde el Ministerio de Igualdad “se promueve la pederastia”, “se publicita el comunismo con dinero de todos los españoles”, y con la reforma del delito de sedición Sánchez “solo busca amnistiar a unos peligrosos delincuentes que han cometido los peores delitos que puede cometer un representante público: delitos contra la democracia, contra la Constitución y contra la unidad de la Nación”. 

“Este Gobierno está destruyendo la economía y el bienestar de los españoles, está asfixiando con impuestos a empresas y familias y condenando a los trabajadores al paro y a la precariedad”, añadió. “Sánchez ha condenado a nuestra sociedad al colapso económico, arrinconando y arruinando a las familias”, resumió el líder de extrema derecha.

Madrid no es España

Pero Feijóo no tiene intención, al menos discursiva, de seguir la senda marcada por Vox y Ciudadanos. A diferencia de lo que le ocurría a Casado, el dirigente gallego es menos permeable a las presiones de Abascal y de Arrimadas. O intenta aparentarlo.

Lo que sí pretende Feijóo es que los problemas de Ayuso con la sanidad pública madrileña no saquen el foco mediático de la reforma de la sedición. Por eso este lunes el líder del PP no ha mencionado una sola vez la manifestación del domingo ni los problemas que hay en todas las comunidades autónomas con la política sanitaria. En el interior de la reunión del Comité Ejecutivo solo la presidenta saliente del partido en Navarra, y última de los fieles de Casado, Ana Beltrán, y el recién elegido en La Rioja, Alberto Galiana, han mencionado el lo ocurrido. “No era un tema a tratar”, aseguran desde la dirección.

Feijóo ha dedicado casi íntegramente su discurso a la reforma de la sedición y la tragedia de Melilla el pasado mes de junio, por la que han pedido la comparecencia urgente en Pleno de Pedro Sánchez. El presidente del PP cree que ahí radica la posibilidad para desbancar en los comicios de mayo del año que viene a algunos barones socialistas (Castilla-La Mancha, Aragón y la Comunitat Valenciana son sus principales objetivos) y allanar así su camino para las elecciones generales de finales de 2023.

En Génova defienden la estrategia de Feijóo en que “el electorado de Ayuso es de siete millones y el de Feijóo es más grande”, en respuesta al famoso “Madrid es España” que dijo la presidenta regional, y como justificación para un perfil más moderado que debe gustar no solo a los convencidos en una comunidad muy significada desde hace años, sino en lugares donde se vota mayoritariamente al PSOE o a otras opciones progresistas.

Es, dicen, la única manera de obtener una mayoría suficiente para poder gobernar en solitario, solo con apoyos puntuales de los aliados. Por eso el PP no quiere validar la estrategia de Vox ni de Ciudadanos. Y, por si alguien no está convencido o convencida, Feijóo cerró su discurso de lunes con una ratificación de que cree que es la vía correcta: “No tengo ninguna duda, no tengáis ninguna duda. España nos necesita y nos convocará, estaremos a la altura de lo que se merece”.

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