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La pelea entre las bases y el aparato reduce el apoyo público de los barones a Susana Díaz

Guillermo Fernández Vara y Susana Díaz en una reunión del Comité Federal.

Irene Castro

En las filas socialistas están mirando con mucha atención los fenómenos de EEUU, con la victoria de Donald Trump, y los resultados de las primarias en el Partido Socialista francés, en las que se impuso el candidato más izquierdista. También, los pronósticos alentadores para el aspirante independiente al Elíseo, Emmanuel Macron. Muchos dirigentes detectan una ruptura entre las élites tradicionales de los partidos y los cuerpos electorales.

Esa dicotomía preocupa al establishment socialista y ha llevado a los principales barones del PSOE a frenar su apoyo público a Susana Díaz. La estrategia persigue quitar a la presidenta andaluza la etiqueta de candidata de los aparatos territoriales. Perciben que es Pedro Sánchez quien está alentando ese discurso al plantear las primarias como un “plebiscito” entre dos modelos de partido que, a su juicio, están representados por él y el otro, por los barones encabezados por Díaz.

“No aceptamos la vieja fórmula de resolver el liderazgo de la organización sin votar, por arriba, con una candidatura única. Quienes no fueron escuchados sobre la abstención al PP, los militantes, esta vez harán escuchar su voz, votando”, proclamó Sánchez en un mitin en Castellón.

Dirigentes socialistas consultados por eldiario.es admiten que ese discurso cala en un importante sector de la militancia y muestran su preocupación para hacerle frente. “Lo que sucede en la socialdemocracia y lo que ha pasado en este partido no se puede explicar en 140 caracteres”, expresa un diputado socialista, que dice que el relato del “no es no” es “simplista y falso” pero efectivo para la movilización de la militancia.

Fuentes socialistas sostienen que estas primarias servirán para determinar si los militantes siguen respondiendo al reclamo de los barones, como ha sucedido tradicionalmente.

Algunos dirigentes comparan la situación con los fenómenos que se han producido en otros países con una “rebelión” de los electores contra el establishment. El más reciente fue el resultado de las primarias de los socialistas franceses en las que Benoît Hammon venció al candidato oficialista Manuel Valls.

Un tiempo atrás, el ejemplo fue el de Jeremy Corbyn en Reino Unido. En el sector oficial del PSOE preocupa que unas bases más radicalizadas que los votantes socialistas reproduzca el resultado de los laboristas y que en las urnas el resultado empeore. El paralelismo en el PSOE los representan Díaz y Sánchez, a pesar de que este último, como secretario general, se confesó más próximo a las tesis de Valls que a las del dirigente británico.

En las últimas semanas, los barones socialistas han pasado a un segundo plano en el impulso público de la candidatura de Díaz, a pesar de que es notorio su respaldo a la presidenta andaluza, a la que consideran la única capaz de reunificar el partido frente a Sánchez. Ninguno apareció, por ejemplo, en el acto que celebró en Madrid este sábado. La intención de la presidenta andaluza fue hacer una demostración de fuerza más allá de los apoyos de los barones y para mostrar “músculo local”. Fuentes socialistas sostienen que son los dirigentes locales los que tienen un mayor apego a las bases y pueden lograr una mayor movilización.

Frente a la cascada de secretarios generales que en 2014 pidieron a Díaz que diera un paso al frente para suceder a Alfredo Pérez Rubalcaba, ahora manejan los tiempos de otra manera, aunque las estructuras funcionarán inequívocamente de forma más o menos soterrada. Algunos presidentes autonómicos sostienen que ni siquiera harán campaña por ninguno de los candidatos. Guillermo Fernández Vara presentó a Patxi López en un acto con militantes al que acudió en Navalmoral de la Mata y ha ofrecido hacer lo mismo cuando acuda Sánchez, pese a su indisimulado enfrentamiento.

En el 'sanchismo' perciben esta difuminación pública de los dirigentes territoriales como un síntoma de debilidad de los barones en sus federaciones. Sostienen que están viendo una movilización que les puede jugar una mala pasada en los congresos regionales que se celebrarán en los dos o tres meses posteriores a que el PSOE elija un nuevo líder. No obstante, el sector crítico ve complicado que se trate de mover la silla en el partido a quienes presiden comunidades autónomas.

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