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REPORTAJE

80 años del bombardeo de Gernika: cuando España se convirtió en el primer campo de batalla del nazismo

Fotografia de la villa de Guernica destruida tras el bombardeo del 26 de abril de 1937 por parte de la Legión Condor del ejército nazi..

Andrés Gil

España fue el primer campo de batalla del fascismo.

La Guerra Civil (1936-39) representó la lucha que luego se desarrolló en la Segunda Guerra Mundial (1939-45). La diferencia es que en España ganó Franco; y en Europa cayeron Hitler y Mussolini.

En España ganó Franco con ayuda, eso sí, de Hitler y Mussolini. Y la primera gran visualización de esa ayuda en el campo militar fue el bombardeo de Gernika, el 26 de abril de 1937, hace ahora 80 años. Allí, la Legión Cóndor nazi y la Aviación Legionaria italiana bombardearon sin piedad, y arrasaron lo que quedaba de la ciudad tras los obuses. Y se perfeccionaron para lo que vendría después en la Segunda Guerra Mundial.

Gernika, como ilustró Picasso, y seguramente gracias a la obra de Picasso –ahora homenajeado con una gran exposición el Reina Sofía–, es un símbolo de esa guerra total a sangre y fuego en lo que luego se convirtió la Segunda Guerra Mundial.

Las cifras del contingente empleado contra Gernika varían en función de las fuentes. Según Gordon Thomas y Max Worman-Witts –El día en que murió Guernica –, “en los campos de aviación de Burgos y Vitoria se hallaba dispuesta una fuerza formada por 43 bombarderos y cazas” y que “entre todos transportarían unos 50.000 kilogramos de bombas explosivas, ‘shrapnel’ e incendiarias”.

Según la Fundación Museo de la Paz de Gernika, “durante el bombardeo se lanzaron un mínimo de 31 toneladas de bombas. El centro de la villa quedó arrasado. El 85% de los edificios fueron destruidos y el resto parcialmente afectado. Las bombas incendiarias causaron un incendio que no pudo ser sofocado en varios días. El Gobierno de Euskadi registró 1.654 víctimas mortales. El alcalde de Gernika, José de Labauria, expresó que más de mil personas habían perdido la vida, entre ellas, 450 en el refugio de la calle de Andra Mari”.

“En los años 30 entraron en crisis los sistemas liberales europeos, amenazados por el fascismo y la derecha reaccionaria después de la crisis del 29”, reflexionaba en eldiario.es el secretario general de Podemos, Pablo Iglesias: “Había además un desafío geopolítico sobre quién sustituiría a una Gran Bretaña muy debilitada después de la gran guerra. Los aspirantes eran Alemania y EEUU, al tiempo que la URSS demostraba su capacidad para industrializarse. La respuesta fueron diferentes estilos de keynesianismo; tanto en Estados Unidos como bajo sistemas totalitarios como Alemania o Italia. Hoy el debate contradictorio sobre la soberanía y la geopolítica vuelve. No imagino en el corto plazo una gran guerra pero aquellos grandes debates vuelven a ser claves”.

Los 30 fueron los años de la expansión japonesa en territorio chino –Manchuria–; de Italia en Etiopía; del auge del fascismo, el nazismo y el comunismo, y de la crisis de los regímenes liberales herederos del siglo anterior. Los 30 eran los años de la revolución constante, de las vanguardias artísticas, y de las consecuencias del Tratado de Versalles con sus sanciones a Alemania tras la Gran Guerra –1914-18–, de la Gran Depresión y del New Deal de Roosevelt. También fueron los años de la fallida Sociedad de Naciones, que no consiguió aquello para lo que había nacido: resolver los conflictos internacionales por la vía pacífica.

Y si la Sociedad de Naciones fracasó fue porque su impulsor, EEUU, al final no formó parte de ella; y porque quienes sí participaron lo hacían mientras fabricaban carros de combate.

Lo que se vivió en la Guerra Civil y posteriormente en la Segunda Guerra Mundial no acabó en 1945; porque el mundo siguió viviendo en estado de guerra –aunque fuera fría en Europa pero caliente en Corea, Cuba, Vietnam, Afganistán, Irak, Siria–, en una carrera armamentística sin fin.

“Estamos en una época en la que conviene recordar los años 30”, defiende Iglesias, “cuando los regímenes liberales entraron en crisis y se salió de ella con alianza de la clase trabajadora, liberales y fuerzas políticas patriotas, que fueron la base de sostenibilidad del proyecto político de Europa.  Hay que dotar de significado a la palabra soberanía”.

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