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El día en que al PP se le aguó la fiesta

El PP celebra un acto de fin de la legislatura en el Congreso.

Luz Sanchis

A dos meses de las elecciones generales, el PP se desayunó este miércoles con una entrevista en la que un ministro cargaba contra parte del Gobierno y del partido y la carta de una diputada que criticaba a Mariano Rajoy. A media mañana, la presidenta del PP vasco, Arantza Quiroga, anunciaba que se rendía y dejaba su cargo después de una semana desaparecida. Dos horas después, todos los diputados del grupo parlamentario se reunieron para celebrar el balance de la legislatura entre cañas de cerveza y copas de vino. A eso hubo que sumar una sesión de control tensa por la llamada de atención de Bruselas por las cuentas públicas. A pesar de las intenciones de Rafael Hernando al organizar un acto pensado como autobombo de la gestión realizada, el ambiente fue todo menos festivo. 

“Es letal”, reconocía un miembro de la dirección de Génova. “Nos miramos el ombligo, qué horror”, comentaba un miembro de Moncloa. “Pues claro que hay algunos que parecen acomplejados, es evidente, sobre todo con Ciudadanos”, admitía uno de los diputados más veteranos. El desahogo de Cristóbal Montoro en El Mundo contra José Manuel García Margallo, José María Aznar y los compañeros de filas “que se avergüenzan de ser del PP” protagonizaron todas las conversaciones de la mañana.

Montoro tuvo que enfrentarse a la polémica que había provocado su entrevista nada más llegar a la sesión de control. Trató de convencer a los periodistas de que sus palabras entrecomilladas sobre los compañeros “que se avergüenzan de ser del PP” no eran más que “una reflexión de fondo” para mover a ganar las elecciones.

“Solo pretendía hacer una llamada de estímulo porque hay que vender los logros. Nosotros ganamos las elecciones, pero ¡es que oyes hablar a algunos de los nuestros y parece que las perdimos!”, se exclamó. “Entonces, ¿percibe cierto derrotismo entre los suyos? Porque si los viera entusiastas no haría este llamamiento, ¿no?”, se le preguntó. “Sin duda”, fue la respuesta.

Solo unos minutos después, el secretario de Estado de Relaciones con las Cortes, José Luis Ayllón, respiraba hondo al conocer que Arantza Quiroga acababa de dimitir. Como miembro del Gobierno, su reacción fue la esperada: “Absoluto respeto por una decisión personal”. Pero la expresión de su cara era de preocupación.

Dos noticias iban a tapar el plato fuerte del día un rato después y dar al traste con la propaganda preparada por el grupo que dirige Rafael Hernando. 

Quizá lo que menos ampollas levantó fue la carta de Cayetana Álvarez de Toledo y su anuncio de que renunciaba a repetir como diputada por sus diferencias con Rajoy. La reacción más extendida entre sus compañeros fue la de encogerse de hombros y bromear sobre las nulas posibilidades que tenía de volver a entrar en las listas una de las representantes del sector más duro y más implicada en la FAES de Aznar.

“¡Ni que Mariano fuera a estar dispuesto a meterla. No te fastidia!”, bromeaban dos diputados con una cerveza en la mano. Un miembro de Moncloa dejaba clara la opinión mayoritaria del PP sobre Álvarez de Toledo: “Esta señora no ha aportado absolutamente nada al proyecto político en los últimos cuatro años, así que no veo la importancia a su marcha, la verdad”.

Mientras los asistentes se entregaban a estas conversaciones, la vicepresidenta del Gobierno contestaba a la llamada de atención de Bruselas sobre la desviación del déficit y la inutilidad de los Presupuestos Generales del Estado. “Al Gobierno no le están pidiendo que cambie los PGE, le están pidiendo que los cumpla”, explicaba la número dos de Rajoy. 

El vídeo que los diputados acababan de aplaudir con entusiasmo no era original sino copiado de un partido de la República Dominicana, pero a varios les hizo gracia que las imágenes haciendo de médicos para salvar al país se relacionaran con la frase que de buena mañana Montoro había dedicado al expresidente Aznar: “Esto es como el quirófano. No moleste, estamos operando”. 

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