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La campaña vista desde los colegios electorales: “Solo ha sido la bronca, no se ha hablado de nuestros problemas”

Colas en los colegios electorales de Madrid.

Andrea Atanes

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Las colas para ejercer el derecho al voto han rodeado este martes los colegios del sur de la Comunidad de Madrid. Miles de ciudadanos se han acercado a su respectiva mesa electoral, papeleta en mano, para votar en unas elecciones que se celebran a mitad de legislatura tras el adelanto anunciado en marzo por la aún presidenta regional y candidata a la reelección por el Partido Popular, Isabel Díaz Ayuso.

Tras 26 años de sucesivos gobiernos de PP en la región y después de dos meses de campaña en los que han resonado más los lemas que las medidas, la crispación representada por los principales candidatos apenas se percibe a pie de calle, aunque los madrileños han tenido que ingeniárselas para acudir a las urnas con sus hijos, durante su jornada laboral, ataviados con mascarillas y algunos con pantallas para protegerse de la aún presente pandemia, con los datos de la capital que siguen situándola en un riesgo muy alto de contagio.

Muchos son los que, en esta situación, deciden su voto incluso en la misma cola, esperando su turno, ya que parecen plantearse nuevas cuestiones y otros partidos entran en su bingo personal. Es el caso de Alberto (nombre ficticio), militante del PSOE, que esta vez se ha decidido por Unidas Podemos, la formación liderada por Pablo Iglesias: “Lo que yo quiero es que gane la izquierda y aunque siempre he votado a los candidatos socialistas, a quien más falta le hace el voto ahora mismo es a Unidas Podemos”. “Creo que solo con un Gobierno de coalición podemos frenar a la ultraderecha”, declara el joven en una de las colas del centro de votación situado en el Centro Cívico de San Isidro, en Getafe. “Llevaba dándole vueltas desde que Iglesias entró en la campaña, y las amenazas de muerte y el debate de la SER me hicieron planteármelo como una opción real”, añade.

Muy distinto es el caso de Francisco, que asegura que tomó la decisión el mismo día de la convocatoria de elecciones: “Me decidí hace dos meses. Voy a los bares, a las tabernas. Es una decisión sencilla. Coméntaselo a Tezanos”, asegura este vecino del barrio de Vallecas, que no desea identificar al partido por el que se decanta, si bien deja claro que será del bloque de la derecha. A él no le importa que la jornada electoral sea en un día laborable, ya que no ha tenido ninguna dificultad para asistir a votar a pesar de estar trabajando.

“No pensaron en los ciudadanos al elegir la fecha”

María, (nombre ficticio), acompañada por su marido y por su hija aún en el carrito, ha tenido en cambio que pelear esas horas que legalmente su empresa está obligada a permitirle. “Se han hecho los locos. Me decían que tenían que preguntar a una persona y a otra. Al final he podido venir porque he insistido mucho, pero en mi tienda, de veinte personas, solo yo me he cogido el permiso”, relata ella, que junto a su pareja ha tenido que hacerse cargo de la pequeña para asistir al colegio Gloria Fuertes de Getafe, ya que la guardería a la que suele acudir ha cerrado hoy al declararse día no lectivo.

En Vallecas, otra familia que prefiere no identificarse valora muy negativamente la decisión de la Comunidad de Madrid: “Han alargado la jornada lectiva por todo el tema de Filomena y, ahora, por intereses políticos, nos quitan otro día lectivo. Es muy egoísta lo que han hecho”, aseguran estos padres, acompañados por sus hijos. Agradecen poder teletrabajar y a su empresa las facilidades ofrecidas, pero él critica la gestión por parte de la Comunidad: “Yo trabajo desde casa, pero si tuviese que ir a la oficina, no sé cómo lo haría. No pensaron nada en los ciudadanos cuando eligieron este día”, asegura.

En los colegios visitados por elDiario.es parece bastante común el sentimiento de descontento hacia los políticos, en general, de ciudadanos haciendo cola con un sol de justicia en un día bastante caluroso de mayo, con una legislatura inacabada y una polarización que invade la región. Algunos han votado en blanco, otros aún en la cola deciden si hacerlo o no, e incluso hay quien esgrime un “voto de castigo”. Así lo certifica Luis (nombre ficticio), que era votante de Ciudadanos y que, tras muchos análisis, ha decidido dejar de apoyar a la formación de Edmundo Bal: “Ahora parece que solo hay dos partidos. Yo siempre he votado al centro, pero viendo lo que viene, que toda la izquierda se ha juntado y dado que ahora todos son uno, el centro prácticamente ha desaparecido. Ciudadanos hoy no iba a sacar nada”, se justifica, para después añadir: “Ha sido un castigo. Si te comprometes a apoyar a alguien, tienes que cumplirlo y no lo han hecho”.

Críticas a la “mala educación” de la campaña

María Antonia sigue fiel a su partido, al mismo que lleva votando desde siempre en la capital. Tiene claro que va a votar al candidato socialista, Ángel Gabilondo: “No me importa decirlo. Es una persona sensata, que trae unas propuestas sensatas para la comunidad y para que se acabe el poder de los populares en Madrid, que llevan muchos años. Cuando un partido lleva mucho tiempo, tiende a la corrupción”, defiende esta vecina de Vallecas. Ha sido su propia empresa la que le ha impulsado a asistir a votar, facilitándole esas horas, aunque admite que no es el mejor día: “Yo creo que esto está estudiado por Ayuso. Está calculado y bien meditado. Ella pensaba que no íbamos a venir, con un fin de semana largo y luego en día laborable”. Califica la campaña como “malísima”, donde no se ha hablado nada de las medidas “importantes”: “Solamente es la bronca, la mala educación y se habla de todo menos de nuestros problemas”, explicita.

A Antonio le han entrado dudas de camino al colegio electoral, pero está bastante seguro de su decisión: votará a Unidas Podemos. Mientras lía un cigarro en la cola, argumenta su decisión: “Sus políticas sociales son las que más me llenan. Abogan por una educación y sanidad públicas y unas justicias sociales con las que estoy de acuerdo”. Sin embargo, dice no entender por qué ha de acudir a las urnas un martes: “Entiendo que el domingo pasado fue el día de la Comunidad, pero se podían haber pospuesto al domingo siguiente. Yo tengo una niña y tengo que estar en casa, trabajando, con mi hija, venir a votar… No es correcto, me parece fatal”. Piensa en otras familias que no tienen la posibilidad de teletrabajar: “Un obrero que trabaje de 8.00 a 20.00, por ejemplo, ¿cómo lo hace? Puede tener muchas más dificultades de ejercer su derecho a voto. Ojalá que no”.

Mónica García es la candidata elegida por Belén, hija de migrantes que, tras leerse ayer todos los programas electorales, eligió cambiar al PSOE, a quien había votado en las anteriores elecciones, por Más Madrid por su “aire más fresco y juvenil”. Esta joven profesora dice estar ilusionada con acudir a las urnas, una decisión que, tras mucho meditar, está tomada: “Las medidas que toman a mí me gustan. Como profesora me benefician. Mi hermana es médica y sus propuestas para sanidad son muy positivas. También es un poco empatía, piensan en los jóvenes, en que hay gastos, nos tenemos que independizar…”.

Sobre la campaña, ella considera que se ha llegado a un punto de no retorno en el que hay que tomar posiciones en alguno de los bandos: “Yo puedo ver puntos de Vox con los que estoy de acuerdo, pero hay otros que no puedo tolerar. No me gusta nada esta tendencia que estamos cogiendo de que si votas a este partido, te califican de facha”. Aún así, la docente asegura que hay un límite para ella que no se puede cruzar: “No se puede faltar al respeto ni a los derechos de las personas. No me gusta nada, por ejemplo, como se ha criminalizado a los menores inmigrantes en esta campaña, no representa la realidad de la situación de estos jóvenes”, explica, aunque dice estar segura de que Vox abandonaría su posición tan férrea si llegase a alcanzar el poder. “De todas formas, mi madre vino aquí a trabajar de inmigrante, trajo a mi hermana, a su familia. Estuvo trabajando y ganando su dinero, sin delinquir. No puedo tolerar la discriminación”, comenta.

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