La portada de mañana
Acceder
Sánchez impulsa una regeneración que incluye una reforma del Poder Judicial
La fumata blanca de Sánchez: cinco días de aislamiento, pánico y disculpas al PSOE
Opinión - ¿Y ahora qué? Por Marco Schwartz

CRÓNICA

Lo de Hitler no estuvo bien, pero lo de Pablo Iglesias no tiene nombre

0

La gente cree que en los plenos de los ayuntamientos se habla de tráfico, urbanismo, viviendas y festejos populares, pero no es del todo cierto. Se habla de eso, claro, pero también hay momentos para el humor y para eso que importa tanto a los políticos, que es indignarse. Poder decir 'esto es intolerable' o 'condeno firmemente esas palabras'.

Para la derecha, el pleno del Ayuntamiento de Madrid del martes era una ocasión fantástica para escandalizarse a cuenta de un chiste malo hecho por Pablo Iglesias que se burlaba de la Policía Municipal. Sí, ese Pablo Iglesias que fue vicepresidente y que ahora se gana la vida con un podcast y saliendo en una tertulia de la SER.

Aparentemente, la derecha no puede vivir sin Iglesias. Se compró un piso en la mente de los dirigentes del PP de Madrid y ahí se quedó a vivir con la intención de martirizarlos. Como un reflejo pauloviano, aparece de vez en cuando y les lanza una sacudida eléctrica que les pone en funcionamiento.

El comentario irónico de Iglesias tenía que ver con la condena a Isa Serra por su participación en un enfrentamiento con la policía por un desahucio. “Ya les digo yo que con cinco tías como Isa Serra a caballo veríamos correr como gallinas a toda la Policía Municipal de Madrid”, dijo en su podcast 'La Base'. No importaría que corrieran, porque Serra “me traería las cabelleras de todos ellos”.

Iglesias también denunció la condena a Serra, confirmada por el Tribunal Supremo, como han hecho dirigentes de Podemos en múltiples ocasiones. “Isa Serra estaba condenada antes de entrar en el juicio”, dijo.

Más allá de que la gente se crea o no que Serra es una mezcla de Wonder Woman y la Capitana Marvel o que cabalga con un tomahawk en la mano, la derecha decidió que esas palabras eran intolerables y que merecían que el exvicepresidente fuera declarado “persona non grata” en Madrid, según la propuesta de Vox, o ser reprobado, según la del PP y Ciudadanos.

El día anterior, el secretario del pleno del Ayuntamiento ya había dictaminado que lo primero era imposible, porque el Ayuntamiento no tiene competencias para hacer esa especie de condena que no sirve para nada y que solo pretende humillar.

Vox cambió el texto de su propuesta, pero no sus principales argumentos. Javier Ortega Smith calificó a Iglesias de “indecente, comunista, proetarra y miserable”. También llamó “payaso, comunista e inútil” a un concejal del Grupo Mixto. Era ciertamente un debate de altura. Inmaculada Sanz, del PP, habló de “barbaridades” y “exabruptos”. Begoña Villacís dijo que Iglesias representa “una corriente de prejuicios que dificulta la labor de la Policía Municipal”.

La portavoz del PP informó de que la Policía Municipal presentó hace unos días una querella por un delito de “injurias graves”. La socialista Mar Espinar recordó que el Tribunal Supremo “ha dicho que no existe el delito de injurias contra la Policía Municipal” o cualquier otra institución. El derecho al honor pertenece a las personas, no a las instituciones o colectivos.

Espinar tiró de hemeroteca para mencionar otra reprobación por unas declaraciones de Ortega Smith en 2019 en las que cuestionaba la existencia de la violencia machista y en la que el PP votó en contra. Aquí es donde apareció una de las grandes innovaciones del Ayuntamiento de la capital. Resulta que los concejales pueden dar paso a vídeos, como si fuera un programa de televisión. La socialista ofreció un fragmento de unas declaraciones de José Luis Martínez Almeida, en las que el alcalde decía en el debate sobre las opiniones de Ortega Smith: “Aquí lo que está en juego es la libertad de expresión”.

¿Por qué la libertad de expresión está en juego si habla un dirigente de Vox y no si es de otro partido? Almeida intentó justificarlo diciendo que la de Ortega era “una opinión en el ámbito ideológico”, mientras que Iglesias “se ha burlado, se ha mofado de la Policía Municipal”.

Burlas constitutivas de delito es un concepto que va a ser difícil que se trague un juez, al menos uno que haya leído el Código Penal.

Algunos hacían méritos para salir en los papeles o las pantallas. Los concejales de la derecha pretendían aparecer en los informativos de televisión con esos ataques a Iglesias que, aunque no está alejado de la política, ahora se representa a sí mismo. Había que dar el gusto a aquellos medios aficionados a sacar al exlíder de Podemos en las portadas a causa de hechos horrendos, por no hablar de noticias falsas sobre la financiación de Podemos. La reprobación salió adelante con los votos de PP, Cs y Vox.

En este ambiente televisivo, Miguel Montejo, de Más Madrid, dio el golpe dando paso a otro vídeo, esta vez de Miguel Ángel Rodríguez en su etapa de tertuliano de la brigada brutal del TDT Party. El hoy jefe de gabinete de Isabel Díaz Ayuso aparecía en la cadena propiedad de la Conferencia Episcopal en plena soflama contra la Policía Municipal de Madrid, de cuyos agentes decía que eran “unos chulos”. Se ve que en alguna ocasión le pillaron en la calle haciendo algo no permitido. Para terminar el alegato, pedía que les redujeran el sueldo (y los medios) a la mitad.

El PP optó por no hacer ninguna referencia a las alegres y desinhibidas palabras de Rodríguez. Ni siquiera para criticarlas, no sea que se enfurezca Díaz Ayuso, que recientemente unió la condición de presidenta del partido en la región a la de vencedora del comunismo en Madrid. En el caso de Rodríguez, el honor de los agentes estaba a salvo por incomparecencia del denunciante. En teoría, se puede decir que el PP no tiene problemas con que se llame chulos a los policías municipales.

Pocos plenos de instituciones nacionales o locales tienen la posibilidad de recurrir a vídeos para insertarlos en los discursos. El Ayuntamiento de Madrid también es innovador en otros asuntos. No hay muchas instituciones europeas en las que se defienda ahora con pasión la invasión alemana de la Unión Soviética en 1941 ordenada por Adolf Hitler.

La izquierda pidió el cambio de los nombres de seis calles con referencias franquistas tan obvias como la de Millán Astray o la División Azul. El PP lo rechazó. En relación a la calle Caídos de la División Azul, el portavoz del PP, Borja Fanjul, dijo que se trata de “una calle en memoria de unos españoles que fueron voluntarios a luchar contra la dictadura más sangrienta y salvaje que ha asolado Europa en el siglo XX, como es el comunismo”.

Se le olvidó decir que esos soldados lucharon en las filas de los nazis (mensaje a Fanjul: son los que llevaban la esvástica), lo que debe de ser una cuestión menor que no debería preocupar a nadie. En la próxima conmemoración del Holocausto que se haga en Madrid, puede salir Fanjul a decir que eso no fue para tanto, que lo de Stalin era mucho peor.

Lo mismo el PP debería plantearse aprobar la reprobación de Stalin y poner una calle a Hitler en honor a su lucha contra el comunismo.