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José María Aristrain, el último asalto de la Fiscalía contra el magnate del acero por la gestión de su fortuna

José María Aristrain, en la Audiencia Provincial de Madrid durante uno de sus juicios.

Alberto Pozas

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José María Aristrain de la Cruz figura entre las 25 mayores fortunas de España y su nombre está unido al sector del acero desde hace casi tres décadas. Heredero y muñidor de ArcelorMittal, hay pocas fotos de este empresario gipuzkoano, aunque nacido en Francia, y las más actuales son en el banquillo de los acusados. Esta semana el magnate del acero ha vuelto a la Audiencia Provincial de Madrid para ser juzgado por, supuestamente, maniobrar de forma ilegal para evitar perder una casa, mientras espera que los jueces declaren firme su absolución en el mayor juicio de la historia de España por una acusación de fraude fiscal de más de 200 millones de euros.

Aristrain heredó de su padre, José María Aristrain Noain, el imperio acerístico que luego acabó siendo Aceralia y fue aumentando su influencia y su fortuna en su transformación en ArcelorMittal, dejando atrás la reconversión industrial y la cascada millonaria de plusvalías y beneficios que llenaron sus bolsillos a finales de la década de los noventa. El dinero de Aristrain empezó entonces a viajar a Holanda y a Luxemburgo, con regímenes fiscales mucho más favorables que el español, y Hacienda empezó a sospechar que no solo estaba intentando ahorrar impuestos, sino que lo hacía de manera ilegal fingiendo vivir en Suiza.

Esa causa se transformó, más de una década después de los primeros registros, en el juicio por fraude fiscal más voluminoso hasta la fecha de la historia de los tribunales españoles. La Fiscalía llegó a pedir más de 60 años de cárcel para él y le acusó de defraudar casi 211 millones a las arcas públicas repartidos entre los impuestos que no pagó por sus dividendos (131,9 millones), el IRPF (7,1 millones) y el Impuesto de Patrimonio (2,8 millones) y, finalmente, los 69 millones que tampoco abonó una de sus empresas por el Impuesto de Sociedades.

La Fiscalía lo llevó al banquillo asegurando que todas esas maniobras fueron un “montaje puramente artificial” para pagar menos impuestos, pero la Audiencia Provincial de Madrid firmó su absolución. Una de las acusaciones más voluminosas, la de los 69 millones que una de sus empresas debía supuestamente por el Impuesto de Sociedades, directamente había caducado y prescrito por el camino.

En cuanto al resto, los jueces declararon que José María Aristrain era, efectivamente, residente en Suiza, y que pasaba largas temporadas en España pero por debajo del mínimo legal de 183 días al año exigido para tener que rendir cuentas ante Hacienda y no ante las autoridades helvéticas.

Los magistrados examinaron todo lo que encontraron en los registros de sus casas de Madrid para llegar a esta conclusión. Billetes de avión, facturas de hotel y hasta los partes de sus escoltas. De esos registros salió el documento que anunciaba su retorno al banquillo de los acusados por ingeniería contable.

Los planos de una obra

En julio de 2011 el juzgado autorizó la entrada y registro en dos inmuebles propiedad del magnate del acero y encontró, entre otra mucha documentación, cuatro planos. Documentos de un despacho de arquitectos para un proyecto de “restauración y acondicionamiento” de una vivienda en Madrid. El cliente no era José María Aristrain, sino la sociedad Pioninin SL, protagonista de su segundo juicio, celebrado esta semana en la Audiencia Provincial de Madrid.

Después de perder el primer asalto en la caza mayor del juicio por el fraude de 201 millones, la Fiscalía hizo definitiva esta semana su petición de cuatro años de cárcel para Aristrain. Esta vez, según su escrito de acusación, por maniobrar de manera ilegal para evitar que una deuda tributaria le hiciera perder un inmueble en Madrid de casi 2.000 metros cuadrados.

Según este relato, el magnate del acero constituyó en 1998 la sociedad Pioninin SL, bajo su control desde el principio y con domicilio social en un inmueble de la capital, propiedad, sobre el papel, de esa empresa. Las obras y reformas ejecutadas en esa casa llevaron a la Agencia Tributaria a hacer una inspección y comprobar que el IVA de esas obras no era deducible y que la empresa había dejado de pagar más de 661.000 euros por este impuesto entre 2009 y 2011.

Según la Fiscalía, la maniobra de Aristrain para evitar perder la casa con una ejecución tributaria fue comprar la finca dejando a la sociedad sin activos y que impidiera su subasta, ejerciendo lo que se conoce como tercería de dominio. Lo hizo, dice la Fiscalía, “frustrando la ejecución, dejando a la sociedad sin activo alguno” para que después, en enero de 2022 y con el proceso judicial avanzado, la sociedad pagara 120.000 euros a la Agencia Tributaria con el objetivo de saldar sus deudas.

Para el Ministerio Público esta conducta merece cuatro años de cárcel por un delito de frustración de la ejecución, para él y para una segunda persona que intervino en la operación. Su defensa ha alegado en el juicio que no hubo ninguna maniobra o intención de defraudar a las autoridades y esquivar las consecuencias de sus deudas fiscales y todo, según testigos, fue “plenamente transparente”.

Aristrain, pendiente del Supremo

En los últimos años elDiario.es ha profundizado en la figura de José María Aristrain, su familia, su imperio y su fortuna. Según la revista Forbes, el año pasado el magnate del acero estaba entre las 25 grandes fortunas del país, y el año pasado debutó en la lista de morosos de Hacienda con una deuda de 1,2 millones de euros con las arcas públicas. Este año no aparece en el listado de deudores, según su última versión conocida poco antes del verano, que recopila datos de 2022.

Según la investigación de 'Los papeles de la Castellana', por ejemplo, la familia Aristrain ocultó su dinero en paraísos fiscales con ayuda de un ministro de Industria de la dictadura franquista. Y tal y como reveló este periódico el pasado mes de agosto, la Justicia de Luxemburgo ha declarado en quiebra a la empresa Corporación JMAC BV, piedra angular de su estructura financiera desde hace tres décadas, aunque desde el entorno del empresario aseguran que es “absolutamente falso” que esa resolución, que está recogida en la documentación disponible en el Registro Mercantil del Gran Ducado, se haya producido por parte de un juzgado luxemburgués.

El juicio de esta semana no es el último asalto entre la Fiscalía y el empresario. Esa sentencia, absolutoria o condenatoria, podrá ser recurrida ante el Tribunal Supremo. Y es precisamente al Tribunal Supremo al que espera José María Aristrain desde hace más de un año: la Fiscalía y la Abogacía del Estado recurrieron su absolución y en su entorno esperan que el asunto quede zanjado en la sala de lo Penal antes de finales de año.

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