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Pedro Almodóvar, todo sobre su padre

Pedro Almodóvar, todo sobre su padre

EFE

Madrid —

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Ganó un Óscar por contar “todo sobre su madre” y otro por “Hable con ella”, pero Pedro Almodóvar, experto retratista del universo femenino, abre también hueco a la figura de su padre, Antonio, un arriero que influye en su obra de manera más velada en películas como “Tacones lejanos” o “Átame!”.

“¿Sabes lo que pasa? Que normalmente me han preguntado muy poco por mi padre”, reconoce con naturalidad Pedro Almodóvar en una entrevista con Efe.

“Murió 20 años antes que mi madre y tuve menos relación con él. Mientras la presencia de mi madre es muy evidente, mi padre también está en mis películas pero de un modo más críptico, tengo que explicarlo. Pero casi nunca se me ha preguntado por ello”, añade.

Antonio Almodóvar, que falleció de cáncer en 1980, cuando su hijo era todavía un primerizo en el arte que luego dominaría, es prácticamente imposible de localizar en el celuloide del manchego.

“Mi padre era arriero y sabía mucho de sus animales. Yo mismo cuando pienso en ello me sorprendo. Estoy hablando de los 50, él empezó a los 40, y era una época en la que ya existía el automóvil. La idea de transportar en animales, en este caso era el vino que producía mi abuelo, es una cosa que me recuerda a Teófilo Gautier, o a Carmen la de Bizet. Me lleva al siglo XIX”, relata.

“Era el último arriero, realmente se convirtió en el último que quedó hasta que mi madre decidió en el 59 que no era vida y nos trasladamos a Extremadura (a Orellana la Vieja primero y a Madrigalejo después) y cambió de trabajo. Pero su amor por las bestias seguía intacto. Allí se convirtió en una autoridad para los rodeos, que son el mercado de animales que hay cada año”.

“Hay fotos preciosas que conservamos de él cerrando el trato entre un gitano y no sé quién en una compraventa del animal”, recuerda, quien también por traslado de su padre llegó a vivir en el pueblo oscense de Poleñino, en Los Monegros, donde hizo su primera comunión.

Ese amor por los animales es la primera pista para reconocer cuándo Almodóvar está haciendo referencia a su padre, aunque sea a través de la actriz porno que interpretaba Victoria Abril en “Átame!”.

“Cuando Victoria baja de rodar y se encuentra a un gitano que lleva no sé si es un mulo o un caballo, que cojea, se arrodilla, le mira la pezuña y le recomienda un emplasto. Llamé a mi madre y ella se acordaba perfectamente de qué se componía el emplasto, que era para evitar que se le gangrenara la pezuña. Ahí está mi padre”.

Pero más allá de esa anécdota, donde cobró verdadera fuerza fue detrás de otra mujer, Becky del Páramo, la diva de la canción que interpretaba Marisa Paredes y que, en sus últimos días, quiere volver al sótano donde escuchaba siendo niña esos “Tacones lejanos”.

“Ese viaje lo hizo mi padre en vida y en muerte. Tuvo cáncer y le duró mucho tiempo. Los últimos meses vivían mis padres en Extremadura, y él insistía mucho en que quería ir al pueblo natal. Se empeñó y se empeñó, y al final fuimos”, cuenta.

“Entonces no teníamos casa en Calzada de Calatrava (Ciudad Real). Era el año 80 y todo lo de allí se había vendido. Mi madre le pidió como favor a una tía, una hermana de él, que nos acogiera y lo acomodaron en la cama de mi abuela, que no vivía ya. Era la cama donde él había nacido”, prosigue.

“Una vez que llegó allí le desaparecieron los dolores. Era muy clara su insistencia en hacer ese viaje, para volver al mismo lugar exactamente donde había llegado al mundo”, concluye.

Pedro Almodóvar también sintió la necesidad de “Volver” a La Mancha, aunque fuera cinematográficamente. “Fue balsámico para mí porque por primera vez hablaba de La Mancha desde el punto de vista del niño que se fue. Yo no tenía una buena relación con ella y no eran recuerdos positivos”, afirma.

“Sin embargo, había una parte que es la que desarrolló en 'Volver' que es la de los patios, la de las mujeres que rodeaban a mi madre, incluso la de la relación con la muerte que en ese momento me daba mucho miedo, con la que me reconcilié. Que, con el tiempo, he encontrado muy luminosa”, recuerda.

Y es que, el propio Almodóvar reconoce que, si bien la historia de su padre “funciona como un cuento” “de todos modos, aunque hubiera vivido”, la figura de su madre “era descomunal”. “Era muy inspiradora para los personajes femeninos que yo escribía. Y realmente, la autonomía de esos personajes, la capacidad de lucha, está basada exclusivamente en ella”, matiza.

De sí mismo, en cambio, prefiere no hacer referencias tan explícitas. “Nunca hablo de mi vida de un modo directo. Incluso en las películas más confesionales como 'La mala educación'. Cuento otras cosas que vi, que veía, que eran reales. Si tengo que contar mi peripecia hay un peliculón también, pero no era ese el que yo quería contar”, remacha.

Por Mateo Sancho Cardiel

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