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Podemos, tras el 'shock' del 2D: apretar por los Presupuestos, reforzar la confluencia, prepararse para elecciones

Teresa Rodríguez y Pablo Iglesias.

Aitor Riveiro

“Shock”. Es la palabra que describe el estado de ánimo en la izquierda tras la entrada de Vox en el Parlamento andaluz con 12 diputados. Un escenario inesperado y que, más allá de la “alerta antifascista” anunciada por Pablo Iglesias en la misma noche del 2 de diciembre, pone en riesgo la incipiente posibilidad de un giro progresista a las políticas económicas y sociales, surgida de la también imprevista moción de censura.

La inmediata reacción del Gobierno, que llevará al Congreso los Presupuestos Generales que hace 10 días daba por imposibles, no cogió por sorpresa a la dirección de Podemos. Ni cambia su análisis estratégico de una semana antes, cuando Pablo Iglesias sorprendió a casi todos al convocar primarias para elegir los candidatos de su partido a unas elecciones generales aún sin fecha.

En Podemos dan por hecho que, salvo un difícil giro en el planteamiento de los partidos catalanes, los Presupuestos de Pedro Sánchez no verán la luz, pero permitirán articular un relato y servirán de trampolín electoral. Apretarán sus contactos informales con el independentismo.

Pero en el núcleo de Iglesias insisten en que el escenario más plausible es el de elecciones generales en el primer semestre de 2019. Quizá coincidiendo con las europeas, autonómicas y municipales de mayo. Es el superdomingo que tanto temen algunos líderes regionales del PSOE tras la amarga victoria de Susana Díaz que deja el penúltimo bastión socialista a punto de caer en manos de la derecha.

Una derecha cuya división en tres partidos (PP, Ciudadanos y Vox) no solo no perjudica sus expectativas en las urnas, sino que aumenta su fuerza. Porque manan, creen en Podemos, del mismo manantial. Los dos dirigentes más populistas del partido coinciden en su análisis. “La hidra de tres cabezas”, como lo definió Íñigo Errejón todavía en octubre. “El monstruo con tres cachorros” que vuelve, en palabras de Rafael Mayoral esta misma semana.

Afianzar la confluencia con IU

Junto a aquella “alerta antifascista” inicial, un intento de agitar las filas propias que se quedaron en casa el 2 de diciembre y amenazan con seguir así, Pablo Iglesias y Alberto Garzón llamaron a la “unidad de los demócratas”. Y a ofrecer “una señal de esperanza” a los ciudadanos.

Los líderes de Podemos e IU comparecieron juntos ante la prensa en una aciaga noche electoral que recordaba a la de junio de 2016. Una imagen que, si a alguien le quedaban dudas, constata la irreversibilidad de la unidad de acción de ambos partidos. Al menos para el presente ciclo electoral.

Si Andalucía ha caído, ¿qué hace pensar que otros puedan aguantar? Es la lectura que se impone en ambas direcciones a seis meses de una cita que repartirá buena parte del poder institucional de España, si no todo. La “dirección de Estado” que, en Palabras de Pablo Iglesias, está en riesgo de caer en manos “de la extrema derecha”.

“Hay que tener cuidado porque a veces gana la reacción y la restauración”, advertía el líder de Podemos el pasado 6 de diciembre en el ya habitual acto alternativo que el grupo confederal organiza en el aniversario de la Constitución.

La caída del PSOE de Susana Díaz y la incapacidad de Adelante Andalucía (Podemos más IU) de recoger algo de ese voto advierten de una crisis que no es de la confluencia. O no solo. Desde diciembre de 2015, el campo progresista pierde apoyo en cada cita con las urnas.

Son muchos los que prefieren pasar en compañía el duro invierno que se aventura. Otros, no. Mónica Oltra ya ha descartado que Compromís repita alianza con Podemos en las próximas generales.

Pacificación interna ante el ciclo electoral

La dirección estatal de Podemos no ha pedido cuentas a la andaluza. El mismo domingo, Iglesias fue claro en su rueda de prensa. “Teresa Rodríguez es la mejor líder que podría tener Podemos”, dijo. E insistió: “Podemos necesita en Andalucía a Teresa Rodríguez al frente”.

Andalucía también ha rebajado su enfrentamiento con la dirección estatal. Por motivos obvios, a Teresa Rodríguez y su equipo se les ha ido de la cabeza el conflicto de las primarias. “No está en esas ahora mismo, la verdad”, apuntaban desde principios de la semana. “No hemos discutido sobre las primarias”, señalaban tras la reunión de la ejecutiva autonómica.

Su equipo, además, se afanó en recordar que Rodríguez no forma parte de la dirección confederal de Anticapitalistas. Esta corriente de Podemos, siempre con un pie fuera de la organización y otro dentro, reclamó el lunes paralizar el proceso de primarias abierto unos días antes, tras acusar directamente a Iglesias del batacazo en Andalucía.

Con la ausencia de Anticapitalistas e Íñigo Errejón centrado en Madrid, Iglesias tendrá un grupo parlamentario a su medida tras las próximas elecciones. Un grupo para el que ha contado con personas que fueron representantes de estos sectores, como Isabel Serra, Ángela Rodríguez, Esperanza Jubera o Beatriz Gimeno.

Más allá de estos conflictos que atraen la atención mediática, Podemos tiene problemas en otras regiones. En La Rioja o Cantabria, sus primarias para las elecciones autonómicas están suspendidas por orden judicial. En Madrid, el armisticio firmado con Manuela Carmena no resuelve el problema de cómo se conformará la candidatura para las elecciones de mayo. Fuera de la capital, no son pocas las localidades de la región que peligran para los próximos comicios.

Para intentar poner orden en los territorios, Iglesias reorganizó su dirección. Mantuvo a Pablo Echenique como secretario de Organización, pero con un número dos como adjunto heredado directamente del partido en Madrid: Fran Casamayor.

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