Podemos empieza a preparar la organización para un posible escenario electoral, consciente de que la legislatura puede ser larga y concluir en 2027 pero también colapsar de forma abrupta, como ocurrió durante el primer Gobierno de Pedro Sánchez. Con esos cálculos en mente, el partido exprime una suerte de bicefalia con su secretaria general, Ione Belarra, al frente de las negociaciones en el Congreso, y en paralelo con Irene Montero, que ha recuperado foco desde que consiguió el acta de eurodiputada el pasado verano: acaba de publicar un libro y se ha estrenado como tertuliana en un canal de televisión nacional.
Aunque desde hace meses, Montero está volcada en la actividad parlamentaria en Bruselas, mantiene un pie político en España. Hace apenas unas semanas, en la fiesta de la Asociación de Periodistas Parlamentarios, la secretaria general del partido, Ione Belarra, deslizó su vuelta al escenario nacional con un mensaje enigmático.
“Irene es el fusible quemado más vivo de este país. Mucha gente la quería exiliada donde la tenemos ahora, en el Europarlamento, pero me ha pedido que os diga de su parte que dentro de muy poco va a volver”, dijo al recoger uno de los premios que los periodistas parlamentarios entregan cada año.
La exministra de Igualdad fue la apuesta que hizo el partido hace un año para concurrir a las elecciones europeas. Podemos acababa de salirse del grupo parlamentario de Sumar y había cambiado su hoja de ruta política para distanciarse del proyecto de Yolanda Díaz. Y el primer paso después de aquel movimiento fue lanzar a la exministra como candidata a las europeas pensando en una candidatura en solitario que compitiese con la coalición de izquierda.
Unos meses más tarde, tras una campaña marcada para Sumar por los problemas internos para definir la candidatura, Podemos obtuvo dos escaños, el de Montero y el de Isa Serra, que cobraron mayor valor para el partido al comprobar que el resultado de la coalición encabezada por Estrella Galán había obtenido solo tres y que en algunos territorios como Catalunya habían logrado incluso superarles en votos.
Desde que Montero asumió como eurodiputada ha multiplicado su actividad tanto en Bruselas como también en España. Allí, se ha convertido en la vicepresidenta del grupo parlamentario de la izquierda y junto con La Francia Insumisa y otras formaciones ha impulsado la creación de un nuevo partido, La Alianza de la Izquierda por los Pueblos y el Planeta, para marcar distancias con el Partido de la Izquierda Europea (PIE).
La dirigente combina su agenda institucional en Europa con presencia en medios estatales. Hace poco estrenó su primer libro, Algo habremos hecho (Navona), que presentó en Madrid el pasado 11 de noviembre, en un acto en el que aprovechó para hacer una retrospectiva sobre la política española en los últimos años alrededor de su trayectoria y lanzar algunos mensajes importantes, entre ellos a Yolanda Díaz.
Montero sigue desde entonces presentando el libro en diferentes puntos de España y ha incorporado a su agenda su participación en la tertulia del programa de Cuatro ‘En Boca de Todos’. Además, se ha implicado recientemente en alguna negociación con el Gobierno. Lo hizo en una de las últimas sesiones del Congreso antes del parón de diciembre, cuando Moncloa buscaba sacar adelante una ley para mejorar la eficiencia del sistema de Justicia. Podemos dio sus votos a cambio de un compromiso por parte del PSOE para prorrogar durante seis meses más las ayudas al transporte público y la suspensión durante un año de los desahucios en casos de okupación en viviendas vacías y de primeras viviendas.
En el partido no quieren dar más detalles sobre el significado de las palabras de Belarra en la cena de la Asociación de Periodistas Parlamentarios, aunque no hay muchos más lugares a los que Montero pueda “volver” como expresó la secretaria general que a una candidatura a las generales.
En una entrevista en elDiario.es, publicada después del lanzamiento de su libro, preguntada sobre si se veía en unas primarias con Antonio Maíllo, el líder de IU, o Yolanda Díaz, recordó que todo lo que había hecho en su vida política había pasado por unas primarias. “Cualquier cosa que he hecho, siempre, ha sido por primarias. Así que, sí, me imagino presentándome a unas primarias. ¿Para qué? Para lo que sea necesario, pero junto a otras compañeras: nunca se consigue nada importante sola”, dijo.
Las elecciones europeas eran un escenario ideal para lanzar una candidatura porque el sistema de circunscripción única no penaliza la división en varias listas, a diferencia de lo que ocurre en unas generales. Con Podemos y Sumar en pleno desencuentro, hoy por hoy es difícil pensar en una candidatura conjunta para las que emule lo ocurrido para las generales de 2023, aunque todo puede cambiar hasta entonces.
En cualquier caso, en el partido de Ione Belarra aseguran que ya están haciendo los deberes. Es decir, preparándose para el nuevo ciclo electoral, tanto si es este año con una convocatoria anticipada de elecciones como si Sánchez agota el ciclo de la legislatura hasta 2027. Es posible pues que el partido ponga en algún momento sus cartas sobre la mesa y elija a sus liderazgos de cara a ese nuevo escenario, igual que hizo para las europeas, cuando lanzó a Montero mucho antes que el resto de formaciones de la izquierda hubiesen definido siquiera la forma de su coalición.
Podemos rehúye por el momento cualquier debate sobre la unidad de la izquierda, en un momento en el que Izquierda Unida ha apostado de forma firme por volver a ensamblar al espacio político con los de Ione Belarra en una futura candidatura. Maíllo ha lanzado ese mensaje después de constatar el fracaso de Sumar para establecerse como plataforma aglutinadora del resto de partidos.
Y en su propuesta para un nuevo momento de la izquierda habla de unas primarias abiertas, de un modelo consensuado en el que no haya vetos como el que dejó precisamente a Montero fuera de la candidatura de las generales en 2023.
La exministra de Igualdad termina su libro con un “¿Y ahora qué?” en el que dedica unas líneas a hablar sobre las futuras alianzas del espacio. “En estos años hemos aprendido que para transformar necesitamos poder y, sobre todo, no renunciar a nuestra autonomía política. Sabemos que no haremos las cosas solas, que debemos construir y cuidar alianzas entre las fuerzas progresistas, democráticas, feministas y plurinacionales. A esto también hemos aprendido en estos años. Pero queremos coordinarnos, trabajar juntas, no subordinarnos”, sostiene.
Mientras se prepara internamente, Podemos ha aumentado la presión al Gobierno desde el Congreso, tratando de arrancar compromisos en negociaciones parlamentarias que en varias ocasiones se han extendido hasta el límite de las votaciones. El partido, de hecho, ya ha puesto sobre la mesa sus condiciones para apoyar los Próximos Presupuestos Generales del Estado, una bajada por ley de los alquileres y la ruptura de relaciones con Israel. Un apoyo, el de Podemos, indispensable para sacar esas cuentas adelante y dar continuidad a una legislatura cada vez más complicada.
Podemos terminará de poner a punto su maquinaria este año, cuando tiene previsto según los estatutos celebrar una nueva Asamblea Ciudadana, la quinta en la historia del partido y la primera de Ione Belarra al frente de la organización. El último congreso, celebrado en 2021, fue convocado de manera extraordinaria tras la dimisión de Pablo Iglesias. Los inscritos aprobaron entonces una hoja de ruta en la que el partido reconocía el liderazgo de Yolanda Díaz al frente de la coalición Unidas Podemos, una tesis política que el próximo congreso tendrá que actualizar en línea con los documentos aprobados hace apenas un año en una conferencia política que puso las bases de la ruptura con Sumar.