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Crónica

Sánchez trata de salir del barro y combinar agenda exterior y territorial para tomar impulso ante las europeas

Sánchez se reúne con el primer ministro de Noruega en Oslo.

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“No es que usted haya bajado al barro, es que ha brotado de él”. La frase que le espetó Pedro Sánchez a Alberto Núñez Feijóo el pasado miércoles en el Congreso durante su comparecencia para explicar los resultados del último Consejo Europeo coincide con el sentir de políticos y analistas que han seguido la trayectoria del actual líder de la oposición desde que sucedió a Manuel Fraga al frente del PP de Galicia. La moderación, que es la vitola con la que llegó a Madrid tras participar activamente en el aquelarre de barones que acabaron con el liderato de Pablo Casado, no ha sido nunca, en contra de lo que machaconamente repite su trompetería mediática, el principal rasgo de su acción política. Todo lo contrario.

La misma partitura que usó contra el bipartito gallego que presidió el socialista Emilio Pérez Touriño es la que hoy despliega contra el gobierno de Pedro Sánchez. “Chapotea en el fango, se nutre del fango y expectora fango”, resume un socialista gallego que no comparte en absoluto los análisis de quienes creen que la estrategia de oposición del líder del PP se debe a su dependencia del tándem Ayuso-Aznar y defiende, por el contrario, que es una réplica de la que ya extendió sobre el gobierno de Touriño entre 2005 y 2009, sus únicos años de oposición hasta que emigró a Madrid. Cuestión distinta, añade el mismo interlocutor es que “una vez conquistado el poder institucional abandonara la demagogia y el populismo y que la inmensa mayoría de los medios de comunicación regionales obviaran, además, sus errores y sus debilidades, que son muchas”. 

La hoja de ruta por la que transitó en la campaña de 2009 previa a su primera victoria gallega es la misma por la que camina hoy en 2024, según palabras de quienes vivieron de cerca los años de Feijóo como aspirante a la presidencia de la Xunta: “Tensión, brocha gorda, manipulación y difusión de mentiras a sabiendas de que lo son hasta que el ruido y la furia se tornan insoportables política y socialmente”. Encasillado así en la hipérbole y la actitud belicosa, el PP va consiguiendo, además de instalar un clima irrespirable, achicar también el espacio de Vox en el Congreso, en la calle y en los medios de comunicación. 

Su oposición destructiva se resume, según el diagnóstico de Pedro Sánchez, en dos palabras: “la nada y el lodo”. Tal cual se lo dijo esta semana en el Parlamento durante el transcurso de un debate sobre política exterior en el que algunos creyeron percibir que gobierno y oposición rebajaron el tono de las últimas semanas, aunque Feijóo no perdiera ocasión de sacar a pasear los pactos con Bildu, a Puigdemont y la “corrupción en su entorno personal”, en clara alusión a la esposa del presidente del Gobierno, quien ha sido en los últimos días objeto de informaciones falsas que el PP y alguno de sus medios afines han replicado como si fueran veraces.

Pese a que el ministro Óscar Puente, el más beligerante contra la derecha y los bulos, ha rebajado esta semana su intensidad declarativa en X (Twitter) y en los micrófonos de radios y televisiones, los socialistas niegan que haya una consigna explícita al respecto. El titular de Transportes de hecho lo corrobora y dice que su caso es “una mera cuestión de biorritmo” que no obedece a indicación alguna. En La Moncloa sí se aprecia, no obstante, cierta voluntad de salir del lodazal en que se ha convertido el debate público. Y la fórmula no es otra que combinar la agenda exterior y territorial de Sánchez para tomar impulso ante las elecciones europeas. 

Mantenerse en Euskadi y ganar en Catalunya

Los socialistas dan por descontado que tras las vascas, que se celebran el próximo domingo, su marca mantendrá la posición del tablero actual y seguirá formando parte del gobierno de coalición con el PNV, aunque EH-Bildu resultara el partido más votado, como indican los sondeos. En las catalanas que, sin duda, marcarán un antes y un después en la legislatura y determinarán la salud de la relación con los actuales socios parlamentarios, confían para que Salvador Illa gane y que, sea cual sea el gobierno que resulte, el resultado suponga también “un aval para Pedro Sánchez” y su llamada política para el reencuentro entre Catalunya y el resto de España.

“Lo que dicten las urnas en Catalunya [aseguran] tendrá una importancia nuclear para las europeas” del próximo junio que es cuando el PP confía en que el electorado propine un severo castigo al gobierno de coalición y, a partir de ahí, que la legislatura se tambalee hasta el punto de que Sánchez tenga que disolver las Cortes y anticipar elecciones. En el entorno del presidente niegan la mayor y además han decidido que el gobierno, más allá de defenderse, no entre en un marco con el que la derecha busca que la ciudadanía se desenchufe de la política. La estrategia pasa por exhibir el perfil internacional como una agenda que lleve al centro del debate los ataques indiscriminados de Israel sobre Gaza y con giras como la que estos días protagoniza por Europa en busca de apoyos para el reconocimiento de un Estado palestino, que confía que España pueda considerar en este mismo trimestre.

Sánchez también se ha reunido ya con los máximos mandatarios de países árabes como Jordania, Arabia Saudí y Catar, ante quienes recordó que su Gobierno se encuentra en condiciones de dar el paso de reconocer a Palestina siempre y cuando se cumplan dos condiciones: que España no se quede sola en ese camino y que éste sirva para la resolución definitiva de la guerra.  El reconocimiento se producirá, cuando se den ambas condiciones, por decisión del Consejo de Ministros, si bien el presidente acudirá al Congreso para explicar la decisión.

La Moncloa cree caminar de este modo “en la dirección correcta”, pese a los intentos de la derecha de caricaturizar el perfil internacional del presidente y por intoxicar el debate. Por eso se esfuerza en contraponer a un gobierno “respetado en la escena exterior” y con “un proyecto de país”  con un Feijóo “empeñado en emular las prácticas de la extrema derecha y que carece de un plan para Catalunya, España y el mundo”.

Los socialistas rechazan por tanto la vieja fórmula del “menos Siria y más Soria” que se le atribuye al popular Jesús Posada en las elecciones generales de 2004 para atraer la atención del ex presidente Aznar a la política interna por ser el espacio natural para imponerse en las urnas. Y es que hoy, 20 años después de aquello, defienden que la agenda internacional determina buena parte de la nacional y que todo lo que la domina, especialmente las guerras en Ucrania y Gaza, tiene consecuencias muy directas sobre la vida de los españoles.

El presidente, no obstante, redoblará además la presencia por las diferentes Comunidades Autónomas en defensa de su política socioeconómica y con el propósito de incluir nuevos asuntos en la agenda con los que recuperar la iniciativa política. Y , de paso,  “salir de ese barro en el que la derecha siempre gana”, afirma un ministro socialista. Las medidas anunciadas esta semana en materia de vivienda son sólo el principio de una ristra de los grandes problemas sociales del país que el Ejecutivo tiene previsto llevar al debate público para forzar a la derecha a posicionarse en cada uno de ellos y contraponer modelos. “La gente espera de nosotros algo más que la confrontación a la que nos quiere arrastrar el PP, y esto es que hablemos de empleo, pensiones o vivienda”, apostillan desde el gabinete presidencial.

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