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La transexualidad de Manning pone a prueba el sistema penitenciario estadounidense

Fotografía de la soldado Maning con peluca rubia y maquillada que fue exhibida durante el juico / AP

Juan Luis Fernández López

“En mi proceso de transición hacia la siguiente fase de mi vida quiero que todo el mundo sepa quién soy en realidad. Soy Chelsea Manning, soy una mujer. (...) Quiero comenzar la terapia hormonal tan pronto como sea posible”, ha anunciado la soldado condenada por filtraciones a Wikileaks a través de su abogado, David Coombs, en un programa de la NBC. La respuesta del ejército a la petición de Manning, cuyo nombre público hasta ayer era Bradley, ha llegado en forma de negativa. “La armada no aporta tratamientos hormonales o cirugía de cambio de sexo por un desorden de identidad sexual”, ha afirmado un portavoz del ejército a la cadena CBS.

Ante esa posibilidad, el equipo judicial que defiende a Manning había adelantado ya que haría “todo lo que estuviera en su mano para obligarles” a facilitar el tratamiento a la soldado. Sentencias de varios juzgados federales señalan que negar dichos tratamientos supone un trato cruel e injusto a los reclusos que lo solicitan. De hecho en el estado de Maryland, en el que Manning fue juzgada, una sentencia obligó a atender las peticiones de presos en Maryland, Virginia, Virginia Occidental, Carolina del Norte y del Sur. Así, la legislación federal ha ido reconociendo progresivamente los derechos de aquellos recluso que solicitaban un cambio de sexo tras ingresar en prisión.

La dificultad del caso estriba en que Manning debería cumplir condena en la prisión de Fort Leavenworth, destinada a militares con condenas a más de diez años, que no está sujeta a la legislación federal. En este sentido, la directora del área de derechos de personas transgénero de Gay and Lesbian Advocates and Defenders (GLAD), Jennifer Levi, asegura en The Washington Post que Chelsea Manning debería gozar de la misma protección. “No conozco otros casos ocurridos en prisiones militares. Pero deberían tener la misma obligación de proporcionar un tratamiento médico adecuado”, ha indicado Levi.

La transexualidad de Manning ya fue protagonista durante el proceso judicial que le condenó a 35 años de cárcel. Sus abogados esgrimieron los efectos psicológicos derivados de esta circunstancia en el entorno masculinizado del ejército.

Durante el juicio la defensa mostró una foto en la que la soldado aparecía con una peluca rubia y maquillaje. Según diversas fuentes, ésta fue remitida a su superior, el sargento mayor Paul Atkins, por correo en mayo de 2010. En él, la exsoldado reconocía que el motivo de alistarse en el Ejército fue “para acabar con ello”, en referencia a su transexualidad.

La existencia de dicho mensaje fue probada por el capitán Steven Lim, uno de los testigos. Coombs alegó entonces que el contenido del mensaje debería haber provocado que Manning fuera apartada de sus funciones, así como del acceso a información privilegiada.

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