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Rulo: “P'aquí p'allá' es lo que yo quería que fuera mi vida”

Eva Baroja

27 de enero de 2021 22:17 h

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Con mis canciones p'aquí, con mis canciones p'allá, pasa deprisa la vida… Tan rápido que, catorce discos, más de dos décadas y dos hijos después, Rulo (Reinosa, 1979) sigue manteniendo la misma ilusión que aquel chaval que creció rodeado de vinilos y pósteres y que dio su primer concierto con solo catorce años. A finales de los noventa, cuando compuso P'aquí p'allá, a medio camino entre los bares y la tranquilidad de su habitación, empezaba a actuar en pequeños garitos de Cantabria. Su obsesión era escapar. Huir de aquel posible destino que le esperaba como ayudante de fontanero. “Cuando íbamos a alguna casa a arreglar una fuga, las señoras me decían que si le había puesto La Fuga a la banda por la fontanería. Y yo les decía que no, que era para fugarme y poder dejar ese trabajo tan rutinario”, explica frente a un mural de John Lennon en el estudio de grabación que ha diseñado, con esmero y mucho tiempo, en la parte baja de su casa. 

Mientras nos muestra orgulloso su colección de guitarras antiguas, recuerda aquellos primeros años de La Fuga. “Todos malvivíamos”, pero siempre valió más su sueño que el dinero. Tenían un mantra que no se podía incumplir: “Nadie puede decir que no puede venir a tocar porque tiene que ir a trabajar”. Era el único requisito para seguir en el grupo porque Rulo no tenía plan B. Lo poco que ganaban en aquellos primeros bolos, entrada gratuita y ante un público que no les esperaba, lo reinvertían en un equipo de sonido o una furgoneta nueva. “Lo nuestro fue muy progresivo. Cuando empezamos a tocar en bares nos daban 10.000 pesetas, 60 euros de ahora”, comenta enfatizando las cifras, “nuestro primer gran éxito fue la vez que, después de un concierto, no tuvimos que desmontar el escenario”. A partir de ese momento, como una premonición, empezó a cumplirse cada verso de la canción: “Cuando la compuse, era un deseo de lo que yo quería que fuera mi vida, un grito vital: estar permanentemente en movimiento, p'aquí p'allá, conociendo gente, viajando y dedicándome a la música”. 

Hoy, Rulo sueña más despierto que dormido. Cada día. Cada instante. Siempre que publica un disco suele tocar en más de siete países, pero, aún así, cuando mira atrás, todavía se sorprende: “Con veinte años me dicen que me iba a pasar esto y hubiese dicho: 'Venga tío, ¿qué has bebido?'”. También  lo hubiese dicho con diez, cuando su padre, músico de orquesta que había teloneado a Julio Iglesias, le enseñó los primeros acordes. Con un público muy fiel, que le da el sí haga lo que haga, es uno de los compositores de rock más veteranos y resistentes, “que no viejunos”, del panorama español. “Yo me considero un Usain Bolt de la música. Mi mánager me dice que cree que no va a haber más artistas como yo porque las nuevas generaciones lo quieren todo para ya: grabar un disco, llenar grandes salas... Y eso —hace una pausa y traga saliva—, eso cuesta un huevo”. 

“Si hubiese habido redes sociales, me podrían haber destrozado”

A Rulo le importan los de verdad, los que comparten sus días y de lo que más disfruta es de compartir una botella de vino en casa con amigos y cocinar para ellos: “Soy muy gitano, muy mediterráneo”. El resto es secundario. También las opiniones de los demás. Si no fuese por su profesión, admite que no tendría redes sociales: “Que compongas con tu alma abierta y venga un tipo y diga, de repente, que es un auténtica basura… No sé. Si me hubiese pasado eso cuando escribí P'aquí p'allá me hubiese destrozado”. La primera persona que escuchó su canción más icónica fue su “hermano del alma”, compañero de de La Fuga entonces y hoy de Rulo y la Contrabanda, Fito Garmedia. Tomaban café en El bodegón, un bar al lado del Ayuntamiento de su ciudad, antes de ir a ensayar: “Saqué la grabadora de periodista y le dije que era en lo que había estado trabajando toda la noche y que creía que molaba un poco más que las demás”. 

Al contrario que lo que les suele pasar a los escritores, el de Reinosa acertó en su autocrítica porque P'aquí p'allá “molaba” tanto que conectó desde el primer momento con aquellos jóvenes que, como él, tenían ansias de libertad y de rock and roll. Casi toda España la ha escuchado alguna vez consciente o inconscientemente: en una orquesta, en una verbena, en un bar bien entrada la madrugada. Es uno de esos temas que son capaces de levantar a cualquier público y que “te obligan a abrazarte a tu mejor amigo”. Y aunque hace ya casi doce años que Rulo se divorció de La Fuga, esta es una de las pocas canciones de esa época que toca cada noche: “No estoy en guerra con P'aquí p'allá. Me emociona como las del último disco o más, pero ahora los domingos ya no quiero cambiar de vida. La entregué a la música y me devolvió muchísimo más de lo que me jugué en la apuesta”.

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