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Sobre este blog

No nos gusta la palabra “discapacitado”. Preferimos retrón, que recuerda a retarded en inglés, o a “retroceder”. La elegimos para hacer énfasis en que nos importa más que nos den lo que nos deben que el nombre con el que nos llamen.

Las noticias sobre retrones no deberían hablar de enfermitos y de rampas, sino de la miseria y la reclusión. Nuria del Saz y Mariano Cuesta, dos retrones con suerte, intentaremos decir las cosas como son, con humor y vigilando los tabúes. Si quieres escribirnos: retronesyhombres@gmail.com

Formas de no ver: la baja visión

Imagen de unas gafas colocadas sobre un periódico abierto

Nuria del Saz

Ver o no ver. Esa es la cuestión. Todos entendemos que una persona ciega es la que no ve, pero cuando hablamos de la baja visión los perfiles se desdibujan. ¿Qué significa tener baja visión? ¿Qué ve una persona con baja visión? ¿Cuál es la línea que separa la baja visión de la persona ciega? ¿Por qué hablamos de ciegos totales? ¿Acaso hay ciegos parciales? Por lo que se ve, hay un amplio espectro de vista.

Igual que se ha entendido que las personas con autismo no son todas iguales, con la ceguera y la vista ocurre algo parecido. Vamos a tener que reformular la nomenclatura y denominarnos “personas en el espectro de la ceguera” (permítanme la broma), tal es la variedad de modos de ver –o no ver, según se mire– que existen

Cuando los niños ciegos íbamos a escuelas de ciegos, era común preguntarle al que llegaba nuevo cuánto veía. Los había ciegos totales, los que veían algo de luz, otros veían algunos colores, sombras o, incluso, bultos, otros con visión de túnel, quienes veían mejor de noche que con la luz brillante del sol, los que veían un montón, –capaces de leer letra impresa con ampliación–, y así un sinfín de casos.

Pero… ¿qué es la baja visión? Según la OMS, es la pérdida de agudeza o del campo visual que impide manejarse en la vida cotidiana. En el mundo hay unos 180 millones de personas con discapacidad visual. Unos 135 millones tienen baja visión, es decir, que presentan dificultades y pérdida de autonomía para realizar tareas de la vida cotidiana, como cocinar, coser, andar, etc. El resto, hasta los 180 millones, son los que tienen ceguera. En España, oficialmente se considera ceguera legal cuando se tiene menos de un diez por ciento de visión.

Las personas con baja visión, sobre todo al principio de tener esta condición visual, suelen referir que sienten bastante angustia. Al no ser completamente ciegos, los demás no saben calibrar bien cuánta ayuda necesitan en ciertos momentos. Socialmente se producen situaciones angustiosas. Pueden quedar como maleducados al pasar junto a alguien y no dar los buenos días –porque no lo han visto–. Mucho peor cuando a veces sí lo hacen y a veces no. La baja visión es caprichosa, porque no se trata de una realidad uniforme. Es una gran desconocida.

Hay un poemario que, justamente, hace visible esta forma de no ver. Se titula ‘Versos que piensan con la salud ocular’, cuyo autor, José Luis González Cáceres, tiene baja visión desde hace unos años, cuando a sus sesenta y dos, le diagnosticaron degeneración macular asociada a la edad (DMA). Entonces, aún tenía cien por cien de visión en un ojo y solo treinta en el otro. Hoy ya está afiliado a la ONCE, porque el paso del tiempo ha agravado el problema.

A través de estos 'Versos que piensan con la salud ocular', podemos acercarnos a las reflexiones que este poeta ha plasmado acerca de su nueva forma de estar en el mundo. El de la baja visión y las situaciones que tuvo que atravesar hasta la aceptación. González Cáceres, en este libro, trata de sintonizar con lectores interesados en los problemas humanos, principalmente motivos oculares y cómo estos influyen en las relaciones con los demás.

La poesía es un magnífico transmisor de sensaciones, de ahí que se valga de los versos para trasladarnos realidades cotidianas, el entorno ocular o reflexiones y sentimientos visuales. Como punto de partida, la propia experiencia del autor, con un doble propósito. Por un lado, el desahogo psicológico y, por otro, la posibilidad de ayudar a otras personas que, a una determinada edad, se enfrentan a la vida con baja visión.

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