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Sobre este blog

No nos gusta la palabra “discapacitado”. Preferimos retrón, que recuerda a retarded en inglés, o a “retroceder”. La elegimos para hacer énfasis en que nos importa más que nos den lo que nos deben que el nombre con el que nos llamen.

Las noticias sobre retrones no deberían hablar de enfermitos y de rampas, sino de la miseria y la reclusión. Nuria del Saz y Mariano Cuesta, dos retrones con suerte, intentaremos decir las cosas como son, con humor y vigilando los tabúes. Si quieres escribirnos: retronesyhombres@gmail.com

Audiodescripción: atrápala si puedes

ONCE alerta a personas con discapacidad visual de los peligros y riesgos en las redes sociales
9 de enero de 2021 22:55 h

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A menudo me valgo de este atril escrito para reclamar la accesibilidad de los medios audiovisuales. En concreto, más contenido audiodescrito en televisión. Películas, documentales, series y, cómo no, programas. Uno no es consciente de lo que se pierde hasta que lo prueba.

La pasada Nochevieja, pusimos La Primera en casa para ver las campanadas. Se da la circunstancia de que estrenábamos televisor. Al instalarlo, mi marido le dejó activada la opción de la audiodescripción y nos habíamos olvidado del tema. Mi consumo de televisión se circunscribe a algunos informativos y poco más. Además, hace tiempo que renuncié a ver la televisión en el televisor. No sé en sus casas, pero en la mía hay varios mandos y mi cabeza no da para memorizar su funcionamiento. El friquismo de mi familia es tema aparte, pero el televisor no es ese aparato que se usa solo para ver la tele, sino que está hiperconectado a otros tantos cacharros que a mí no me interesan nada por su falta de accesibilidad. Así que hace tiempo que prácticamente solo consumo televisión en el móvil. La verdad. Es tan cómodo hacer un gesto sobre la pantalla del Smartphone y ver una serie o una película. Por no mencionar que, a veces, las plataformas como Netflix ofrecen una versión con audiodescripción. Casi siempre en inglés o español latino, como la de los Bridgerton, que me la vi enterita como antaño las películas, con ese acento latino neutro. Pero es lo que hay, pese a que la Ley General de la Comunicación Audiovisual nos reconoce el derecho a las personas ciegas al acceso universal a la comunicación audiovisual de acuerdo con las posibilidades tecnológicas, que hoy por hoy son todas, si no, que se lo digan a Netflix.

Este año tenía especial empeño en ver el programa de Nochevieja de José Mota. Para mi deleite, observamos que ofrecía versión audiodescrita. Una gozada poder disfrutar de un espacio de humor de forma accesible. Pero ya saben que en las cenas de Nochevieja, a menos que uno esté solo, a lo más que se puede aspirar es a tener la tele de fondo. Así que me las prometí muy felices. Ya me veía el uno de enero, arrebujadita en el sofá, pasando una tarde estupenda con José Mota y su sutil agudeza.

No hay comparación entre ver un programa de humor sin audiodescripción y el mismo programa audiodescrito. 

Todo era demasiado hermoso para ser verdad. El programa, y los de los últimos años, estaba disponible en la televisión a la carta de TVE, pero ni rastro de la versión audiodescrita. Probé en Youtube. El propio José Mota sube a su canal el programa, pero, una vez más, ni rastro de la audiodescripción.

En vista de mi incapacidad para encontrar el programa, escribí directamente por Twitter a los de Televisión Española. Aún resuena el eco de mi pregunta. Debe ser que no hay nadie al otro lado para, al menos, ofrecer una respuesta.

Me duele no solo el silencio del ente público. Me duele que la accesibilidad se desprecie de esa forma. La Ley 7/2010 de Comunicación Audiovisual obliga a las televisiones a ofrecer al menos dos horas a la semana de contenido audiodescrito. Consigna expresamente que los poderes públicos y los prestadores del servicio fomentarán el disfrute pleno de dicho contenido para evitar cualquier repercusión negativa. Justo. Pero el desinterés por las audiencias con discapacidad visual es patente con estas malas prácticas. Generar la audiodescripción tiene un coste económico y un enorme impacto en la autonomía de las personas ciegas. Audiodescribir un contenido, que conlleva el análisis del mismo, elaboración de un guión y la posterior locución, para, por fin, emitirlo y guardarlo en un cajón indica en qué lugar quedamos los espectadores ciegos. ¿La accesibilidad? ¿La audiodescripción? Atrápala si puedes.

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No nos gusta la palabra “discapacitado”. Preferimos retrón, que recuerda a retarded en inglés, o a “retroceder”. La elegimos para hacer énfasis en que nos importa más que nos den lo que nos deben que el nombre con el que nos llamen.

Las noticias sobre retrones no deberían hablar de enfermitos y de rampas, sino de la miseria y la reclusión. Nuria del Saz y Mariano Cuesta, dos retrones con suerte, intentaremos decir las cosas como son, con humor y vigilando los tabúes. Si quieres escribirnos: retronesyhombres@gmail.com

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