Imperfect Dancers rompe los tabúes en torno al alzheimer en Itálica: “Nuestras diferencias nos hacen únicos”

Fotos: Carla Falconetti

Alejandro Luque

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Desde su fundación en Italia, allá por 2009, la compañía Imperfect Dancers ha llevado la diferencia por bandera. Con una plantilla internacional de ocho bailarines (tres españoles, una albanesa, una belga, una italiana, una italiana…), el grupo creado y liderado por Walter Matteini e Ina Broeckx se mueve bajo el lema de que “la verdadera perfección reside en la imperfección”. Y se mueve mucho, como comprobarán los espectadores que acudan a ver Empty floor, la propuesta con la que se presentarán en el Festival de Danza de Itálica el martes 27 y el miércoles 28 de junio.

“Nuestro lenguaje coreográfico es intensamente físico y atlético”, comenta Broeckx. “Nuestro propósito es explorar el alma humana en todas sus distintas facetas y crear una conexión emotiva con el público. Ese es nuestro desafío cuando traducimos nuestras ideas en movimiento partiendo de la música”.

No obstante, en Empty floor han querido abordar el alzheimer como tema y campo de creación. “Es un tema de gran actualidad. Desgraciadamente, todos tenemos en nuestra familia o a nuestro alrededor a alguien que se puede enfrentar con esta enfermedad, y uno de cada cinco de nosotros la padecerá. Y, al mismo tiempo, es algo rodeado de tabúes que queremos romper”, apunta la bailarina y coreógrafa.   

Dolor y humor

Sobre una base sonora en la que caben Arvo Part, Philip Glass, Max Richter, Ezio Bosso, J. S. Bach, Pergolesi o Edith Piaf, Imperfect Dancers plantea su trabajo en torno al alzheimer como “una exploración del universo escondido y privado de quienes se enfrentan cotidianamente a esta enfermedad. Queremos darlo a conocer en todos sus aspectos, desde los más dolorosos a los más divertidos, que también los hay”.

Para Ina Broeckx, quienes padecen alzheimer no son personas impedidas para desarrollarse artísticamente. “Tienen su sentido del humor y sus ideas, y merecen ser involucrados en nuestra sociedad. No podemos ni debemos esconderlos”.

La puesta en escena concebida para ellos en Empty floor, no obstante, es sencilla: un grupo de ancianos locales que padecen alzheimer se sientan en las primeras filas del patio de butacas. En un momento dado, son invitados a subir a escena, y acompañan a los bailarines con una serie de movimientos y acciones simples que se les han explicado previa y someramente. “No nos gusta invertir demasiado tiempo en la preparación, pues de lo que se trata es de que sean lo más espontáneos posible. Lo que les decimos es que se diviertan, que pueden equivocarse todo lo que quieran, que sean lo más verdaderos que puedan”, apunta la compañía.

La luz en los ojos

Para los bailarines, se trata a su vez de un proceso de aprendizaje continuo, ya que estas personas reaccionan siempre de un modo diferente. “Lo hemos hecho en Brasil, Rumanía, Malta, Holanda, Bélgica… Y los resultados son siempre impredecibles. Estamos seguros de que el alma española también nos dará buenas sorpresas”.

“Lo mejor”, agregan, “es la luz que les queda en los ojos al final del espectáculo. Como profesionales de la danza, esa imagen nos compensa de todo el esfuerzo que pasamos para sacar adelante el espectáculo, y nos llena el corazón”.

No se trata, sin embargo, de incidir en las eventuales propiedades terapéuticas de la danza y el arte, como se ha hecho en tantas ocasiones, aunque los componentes de Imperfect Dancers están convencidos de que dichas propiedades existen. “Antes de hablar, una niña canta; antes de escribir, pinta. Esto demuestra lo importante y lo innato que es el arte, es algo fundamental. No nos cabe duda de que bailar previene y cura muchos males, pero lo que tenemos más claro es que sin arte no se vive”.

Carrusel de emociones

Y todo ello conecta, de nuevo, con la idea motriz del grupo, según la cual “nuestras imperfecciones, nuestras diferencias, nos hacen únicos e interesantes. Entre nuestros bailarines, como en la sociedad, hay gente más alta, más baja… La diversidad es interesante en sí. No perdemos de vista que la danza es algo exigente desde el punto de vista físico, pero tampoco se trata de que todos sean cuerpos diez. Si tu cuerpo tiene unas determinadas características, deberás pensar si tienes que trabajar más que otros y buscar el modo de encontrar tu desarrollo artístico”.

Así, a pocos días de pisar las tablas de Itálica, Imperfect Dancers prometen al público sevillano “un carrusel de emociones, lágrimas, risas, momentos que te tocan de forma extrema. Lo seguro es que no puedes ser indiferente, y eso es precisamente lo que queremos. Vivimos en una sociedad cada vez más indiferente, nos conmueve una noticia y a los dos segundos lo hemos olvidado. La emoción y la conexión es lo que nos une como seres humanos”, agregan.

Por último, Ina Broeckx no rehúye opinar sobre la irrupción de la inteligencia artificial y su posible aplicación a la danza. “Es un asunto un poco delicado, como lo fue, durante la crisis del covid, el boom del streaming. Para mí, ver la danza en un teatro, en directo, me transmite una energía totalmente que una pantalla de televisión o de Ipad no puede proporcionarme. Puede ser interesante, pero prefiero lo otro. No sé si un robot pretenderá algún día sustituir a un bailarín, pero ante ello, el primer minuto puedo asombrarme y decir, ¡wow! Y al minuto siguiente estaré deseando ver un cuerpo vivo en movimiento”.

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