El Teléfono de la Esperanza homenajea al psiquiatra Luis Rojas Marcos en un año pandémico en el que se duplicaron las llamadas
“La pandemia ha resquebrajado nuestro sentido de futuro”, así sentenció Luis Rojas Marcos la consecuencia primordial de la Covid-19 en la sociedad mundial. Por ello, el psiquiatra sevillano alabó la labor del Teléfono de la Esperanza en la I Edición de los Premios Teléfono de la Esperanza, donde fue homenajeado por su compromiso e investigación en el área de la salud mental. El acto, realizado en el Hogar Virgen de los Reyes de Sevilla, forma parte de la celebración del 50 aniversario de la asociación con la intención de reconocer a las personas e instituciones con la capacidad de trabajar por el bien común.
Asimismo, durante el evento estuvieron presentes Juan Manuel Flores, teniente alcalde Sevilla, y Miguel Ángel Terrero, presidente del Teléfono de la Esperanza. A la vista de unos meses complicados, el presidente Terrero notificó que las llamadas se “han duplicado” en este último período debido a que “lo desconocido siempre infunde miedo en las personas y esta situación ha hecho aflorar problemas latentes, por lo que estas personas han recurrido tanto a nosotros como a otros mecanismos para recabar ayuda”. El perfil, mujer y con una media de edad que ronda alrededor de los 30 y 50 años, se mantiene según los datos registrados.
El psiquiatra Luis Rojas, cuya trayectoria se ha desarrollado principalmente en la ciudad de Nueva York con abundante bibliografía tanto en artículos científicos como en divulgación, recordó lo importante que es hablar sobre la salud mental. “La concienciación de que esto son enfermedades”, refiriéndose a la ansiedad, el miedo, la dificultad para dormir o la depresión que puede terminar en el suicidio, y saber que “no es una debilidad de carácter de la persona es fundamental para avanzar”.
Entre las técnicas eficaces para atajar la disyuntiva interior, Rojas remarcó que “al hablar, el hecho de contarlo y oírse a uno mismo ayuda y, si hay una cierta solidaridad por parte de quien escucha, es un apoyo muy eficaz”. Además, el voluntariado del Teléfono de la Esperanza puede derivar y recomendar en casos severos auxilio médico.
Hacer voluntariado para mejorar la salud
Hablar del futuro, de las actividades a realizar y las tareas pendientes son los grandes temas de conversación que pueblan el diálogo cotidiano. Sin embargo, la crisis del coronavirus paró en seco estas posibilidades. Luis Rojas, insistiendo en que aún no hemos superado las consecuencias de este proceso, comentó que “ha habido un aumento del índice del suicidio, la ansiedad y la atención a las familias que comparten habitáculo” que no nos ha permitido vislumbrar el aspecto positivo de la pandemia, aunque demuestra “la capacidad de la mayoría de las personas de resistir sin romperse y la flexibilidad que tienen para superarlas”.
El profesional subrayó que practicar y ser partícipes de las comunidades de voluntariado beneficia a la salud psicológica, física y social de las personas; tanto que, al practicarlo una hora a la semana, “se duerme mejor, se tiene menos ansiedad y se abusa menos del alcohol y drogas”. Incluso, en situaciones de emergencia, argumentó que aquellos que ayudan a los demás son más resistentes al pánico en esos momentos límite.
“La vulnerabilidad y la incertidumbre son los miedos y las debilidades a los que se enfrenta el individuo en su vida diaria, por ello, el voluntariado representa una de las fuerzas que nos ayudan a sobrevivir”, mencionó acerca de la labor de la asociación sin ánimo de lucro, fundada por Serafín Madrid en 1971 en Sevilla, y deseó que próximamente se incluya en el Diccionario de la Real Academia Española de la lengua el verbo “voluntariar”, como sucede en inglés.
En sus inicios, el Teléfono de la Esperanza era un medio que servía para unir en la lejanía a familias y amistades que necesitaban comunicarse mientras que en la actualidad se reactiva con la labor de 25.000 miembros desinteresados que han atendido a más de cinco millones de llamadas telefónicas de personas en crisis, de las cuales 400.000 tendían al suicidio.
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