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Afectados por las inundaciones en Paraguay sufren males respiratorios y cutáneos

Afectados por las inundaciones en Paraguay sufren males respiratorios y cutáneos

EFE

Asunción —

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Las enfermedades respiratorias y cutáneas son las principales dolencias que se repiten entre los damnificados por las crecidas del río Paraguay a su paso por Asunción, refugiados desde hace unos dos meses en campamentos urbanos a los que el Ministerio de Salud Pública llevó este jueves su asistencia.

Son unas 12.000 familias las que siguen ubicadas en esos campamentos de casetas de madera y chapa que debieron construir tras ser sus hogares anegados por la crecida del río, cuyo nivel alcanzó hoy los 7,14 metros en Asunción.

Ese personal sanitario se desplazó este jueves al predio de Gas Corona, junto a una de las principales avenidas de la capital, en el que hay instalado unas 135 familias, según informó a Efe el jefe regional de Atención Primaria de Salud de la 18ª región sanitaria, Néstor Castro.

Castro, junto con un equipo de 100 personas, esperaba atender “entre 300 y 400 pacientes a lo largo de la mañana”.

Esta ruta por los distintos campamentos de desplazados arrancó el pasado martes y se prolongará hasta el sábado para complementar el trabajo de las unidades de atención primaria, aunque en todos se han ido detectando los mismos males.

“Principalmente están las afecciones de piel, respiratorias y crónicas, como la hipertensión o la diabetes, que necesitan su seguimiento. También estamos haciendo control prenatal y planificación familiar, ya que estamos viendo que hay muchos adolescentes que estén en riesgo de contraer enfermedades de transmisión sexual o embarazo precoz”, comentó Castro.

La propagación de estas enfermedades se debe a “una deficiencia en cuanto a higiene”, unido al “hacinamiento” y a que se encuentran “pocos baños” en estos espacios en los que pueden llegar a vivir entre 1.000 u 8.000 personas, como es el caso de otro de los refugios de la capital.

Durante su atención sanitaria, que se prolongan durante unas siete horas, los facultativos pasan consulta de cabecera, odontológica, ginecobstetra y mental para todos los que se quieran acercar hasta estas carpas.

En las colas aguardan tanto adultos como niños, acompañados por sus madres, a la espera de recibir medicamentos, una inyección o la extracción de algún diente, sin que falten las lágrimas y el llanto de los más pequeños cuando llega su turno.

Una de esas mujeres con sus hijos era Celsa Isabel Delgadillo, que acudió con uno de sus pequeños que desde anoche “tenía dolor de oído”.

Delgadillo aseguró que les trataron “muy bien” y que les dieron “medicamentos y todo”, ya que conocen desde hace tiempo a los trabajadores que acuden a los refugios.

Mientras unos niños reciben atención sanitaria, otros juegan a la comba o pintan junto a los trabajadores de la Dirección General de Promoción, y ajenos a ellos, los mayores retiran sus medicamentos, como Teresa Ferreira, una septuagenaria que acudió a por sus pastillas.

“(Me dieron para) la (tensión) alta y el nervio. Mi cabeza también. Me dieron pastillas para que si me duele la cabeza tome una y la (tensión) alta dos veces por días, yo sé mi remedio”, dijo Ferreira con los blísteres en la mano.

Otros pacientes acudían por dolores puntuales, como Mercedes Jiménez, que reside en este refugio desde hace más de dos meses.

“Mi marido está internado en (el Hospital de) Clínicas y hace cuatro días que estamos ahí. Me vine y encontré que se me había robado mi televisión, mis cubiertos, todas esas cosas... y mi puerta abierta. Por nervios me duele mi músculo”, se lamentó Jiménez, con dolores en el abdomen.

Junto a los trabajadores del Minsiterio de Salud, también visitó el refugio el personal de Identificaciones, para facilitar los trámites de cedulación a los afectados.

Apenas a unos metros de las carpas instaladas para las consultas médicas y policial, los afectados por las inundaciones se recuperaban de las lluvias torrenciales que cayeron el pasado viernes en Asunción, que complicaron más su precaria situación.

Algunos vecinos mostraron a Efe vídeos de ese día, con el agua por encima de las rodillas y, de nuevo, dentro de casas de chapa y madera.

A pesar de que ya ha pasado una semana desde entonces, todavía hay colchones al aire para secarse y ninguno de los afectados tiene la esperanza de volver a su casa en poco tiempo.

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