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Cinco razones por las que no está justificado, por ahora, dar terceras dosis de vacunas a la población general

Varias dosis de la vacuna de Pfizer

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Desde hace unos meses, los directivos de diversas farmacéuticas responsables de la producción y comercialización de vacunas contra la COVID-19 están comunicando reiteradamente a los medios la supuesta importancia de administrar terceras dosis de refuerzo a la población general para evitar la atenuación de la respuesta inmunitaria frente al SARS-CoV-2. El director de Pfizer, Albert Bourla, volvía a insistir sobre esta idea en una entrevista del medio Business Insider hace tan solo unos días. Bourla explicaba que “el escenario más probable es que necesitaremos revacunación anual, como hacemos con la vacuna de la gripe”. Algunos países, como Israel, llevan ya un tiempo administrando terceras dosis a la población general, como una estrategia para frenar el aumento de contagios entre su población.

Hasta ahora, ninguna farmacéutica ha solicitado la autorización de emergencia de dosis de refuerzo para la población general a las agencias de medicamentos, incluyendo tanto a la Agencia Europea del Medicamento (EMA), como a la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA). Sin embargo, Pfizer ha anunciado que espera completar su solicitud para una tercera dosis a finales de esta semana.

Al margen de las vistosas declaraciones a los medios de farmacéuticas y políticos y de los claros intereses económicos que rodean las dosis de refuerzo, es importante no perder de vista las evidencias científicas y la opinión de instituciones sanitarias y de expertos sin conflictos de intereses en esta cuestión. Por ahora, administrar terceras dosis a la población general no es una buena idea y estas son las razones actuales que justifican quedarse a la espera de nuevos estudios que realmente respalden la necesidad de administrarlas.

1. Ninguna Agencia del Medicamento ha autorizado una tercera dosis para la población general

Aunque las declaraciones de determinados directivos de farmacéuticas y políticos induzcan a pensar que existen ya razones de peso para aplicar terceras dosis de vacunas contra la COVID-19, lo cierto es que no hay ningún dato sólido al respecto. La EMA comunicó el pasado 25 de agosto que “aún no se ha determinado cuándo podría ser necesaria una dosis de refuerzo”, ni tampoco “en qué poblaciones habría que centrarse” en caso de que se “confirmase la necesidad”. Según un representante de la EMA, “aún se están revisando los datos emergentes –de las campañas de vacunación en marcha dentro y fuera de la Unión Europea– para hacer las recomendaciones que puedan ayudar” a los países europeos a tomar una decisión sobre la “necesidad” de la dosis de refuerzo y a quién dirigirlas. 

Con respecto a la FDA, el 12 de agosto la agencia informaba en un comunicado que autorizaba una dosis adicional de vacuna, pero solo para ciertos individuos inmunocomprometidos por su riesgo especial para desarrollar una COVID-19 grave, pese a estar vacunados. La FDA puntualizaba, además, que “otros individuos totalmente vacunados no necesitan una vacuna adicional ahora mismo” porque “están protegidos de forma adecuada”.

2. Niveles bajos de anticuerpos en sangre no implican desprotección inmunitaria

Se están transmitiendo mucha confusión y datos sesgados en los medios sobre qué implica que se detecten niveles bajos de anticuerpos en la sangre de los vacunados con el paso de los meses. Es absolutamente normal que los niveles circulantes de anticuerpos desciendan con el tiempo tras recibir una vacuna o pasar una enfermedad. Lo sorprendente sería lo contrario. Sin embargo, que los niveles de anticuerpos se reduzcan no implica en absoluto que la persona esté desprotegida frente al agente infeccioso.

Sabemos que la inmunidad celular tiene un papel mucho más importante para atacar al coronavirus que la inmunidad humoral (los anticuerpos) y también que los linfocitos de memoria siguen permaneciendo en el cuerpo para atacar con rapidez y efectividad al virus si la persona vuelve a exponerse a este. Así, una persona puede tener perfectamente una protección inmunitaria robusta con anticuerpos bajos o indetectables. De hecho, varios estudios están mostrando exactamente este fenómeno: aunque los anticuerpos generados tras la administración de las vacunas vayan descendiendo, la memoria inmunitaria persiste durante, como mínimo, seis meses.

3. No existe ningún estudio que muestre desprotección frente a la COVID-19 en la población general vacunada

Hace tan solo unos días varios medios se hacían eco de un estudio que mostraba que la eficacia de la vacuna de Pfizer frente a la variante Delta se reducía del 90% al 50% a los cuatro meses. ¿Significaba esto que las personas vacunadas estaban desprotegidas frente a la COVID-19 pasado ese tiempo? En absoluto, de hecho este estudio también señalaba que la protección frente a las hospitalizaciones por esta enfermedad no disminuyó nada en seis meses ¿A qué se referían entonces con un porcentaje de eficacia del 50%? A la eficacia para evitar infecciones por el SARS-CoV-2 entre la población vacunada. Sin embargo, otros estudios no han detectado ninguna atenuación de la respuesta inmunitaria frente a la infección meses después de la administración de las vacunas, así que se trata de un hecho controvertido por ahora.

Sí que es cierto que personas muy ancianas o inmunodeprimidas pueden no responder de forma efectiva a la vacuna por un sistema inmunitario debilitado o incapaz de responder adecuadamente. Es en estos casos particulares donde una dosis adicional sí podría estar justificada para reforzar, hasta cierto punto, la respuesta inmunitaria. Por eso, la FDA ha autorizado una tercera dosis a inmunodeprimidos y no sería ninguna sorpresa que la EMA lo hiciera también en un futuro próximo. No obstante, las características de estas personas son muy diferentes a la población general donde se sigue observando protección muy robusta frente a la COVID-19 grave.

4. La prioridad máxima para atajar la pandemia es vacunar a la mayor población posible de todo el mundo, especialmente a la más vulnerable

Instituciones sanitarias como la Organización Mundial de la Salud (OMS) y múltiples epidemiólogos han expresado en múltiples ocasiones la necesidad de luchar contra la desigualdad vacunal en el mundo para frenar la circulación del SARS-CoV-2 en todos los países y proteger así a los individuos más vulnerables, independientemente de su país de residencia. La concentración de vacunas en los países más ricos, mientras los habitantes de los países en desarrollo apenas reciben dosis, fomenta la libre circulación del coronavirus en estos últimos, lo que implica la muerte de individuos en riesgo (especialmente de ancianos) y el potencial desarrollo de nuevas variantes que puedan escapar, con el tiempo, a la protección que ofrecen las actuales vacunas.

Que los países ricos se empeñen en terceras dosis supone ahondar aún más en esta desigualdad vacunal. Tedros Adhanom Ghebreyesus, director general de la OMS criticaba con dureza esta postura: “Entendemos la preocupación de los gobiernos de proteger a sus poblaciones de la variante delta, pero no podemos aceptar que los países que ya han utilizado la mayoría de los suministros de vacunas, utilicen todavía más, mientras que las poblaciones más vulnerables del mundo siguen sin protección”. Esta organización sanitaria ha solicitado una moratoria contra las terceras dosis de las vacunas: “La inequidad vacunal es el mayor obstáculo para poner fin a la pandemia y recuperarse de la COVID-19”.

5. Según la evolución del SARS-CoV-2, nuevas vacunas adaptadas a nuevas variantes podrían ser más efectivas que terceras dosis de las misma vacuna

Como explican los expertos en Salud Pública Daniel López Acuña, Alberto Infante Campos y José Martínez Olmos en elDiario.es: “Una tercera dosis, con el mismo tipo de vacuna que no contempla los antígenos necesarios para neutralizar a las nuevas variantes, no nos va a dar la protección que necesitamos y puede llevarnos a gastar esfuerzos y recursos sin por ello lograr mayor eficacia. Ya lo ha señalado con toda claridad el comunicado conjunto emitido por la OMS y el Comité Mundial Asesor Independiente en materia de Vacunas hace un par de semanas”.

Dado que no hay, por ahora, estudios que justifiquen emprender campañas de vacunación con terceras dosis para la población general, lo más prudente es seguir vigilando y analizando la situación epidemiológica con atención. Si empieza a observarse que el coronavirus escapa a la protección de las vacunas, habrá que valorar qué opción es mejor, si emplear terceras dosis o aplicar nuevas vacunas adaptadas a las variantes más predominantes en la pandemia.

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