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Crece un 15% el uso de antibióticos y las bacterias se vuelven cada vez más resistentes

'E. coli' a 10.000 aumentos /CSIC - EMU

Raúl Rejón

España disparó el consumo de antibióticos el año pasado. Los españoles tomaron un 15,7% más de estos fármacos en 12 meses, lo que colocó a los pacientes entre los más medicados de toda la Unión Europea. En este ranking, España está la séptima de los 28 estados que analiza el Centro Europeo de Control de Enfermedades (ECDC). La sobremedicación está en la base de la resistencia que las bacterias desarollan contra las medicinas, “una preocupación creciente en la salud pública”, como reseña el centro.

Cuánto más se bombardean las cepas de bacterias con antibióticos, sus colonias van aprendiendo a defenderse de ese armamento químico. Las siguientes generaciones se vuelven resistentes a esas moléculas y hacen que el arsenal se vaya inutilizando. Las infecciones no son un imagen fija para la que sirven los mismos compuestos de manera inmutable.

Ana García Tello es uróloga en el Hospital de Getafe (Madrid) y estudia las bacterias y sus resistencias desde 2010. La médica cuenta que “en los últimos años, se ha producido un importante aumento de las tasas de resistencia de estos patógenos frente a los antimicrobianos que se utilizan habitualmente lo que, en muchas ocasiones, nos obliga a modificar las recomendaciones de tratamiento antibiótico”. Y pone como ejemplo un par de fármacos que han debido descartarse debido a la resistencias de las bacterias “por encima del 58%”. Medicinas utilizadas como primera elección para luchar contra las infecciones “han dejado de ser útiles por alcanzar tasas de resistencia superiores al 30%”. Incluso compuestos con poco tiempo de vigencia comienzan a encontrar colonias inmunes.

La uróloga señala al “uso indiscriminado de antibióticos” entre las causas de esta dinámica. Según el último informe del ECDC, la dosis diaria (DDD) por 1.000 habitantes en España se colocó en 2013 en 24,3. La media europea está en los 20,5 fármacos por cada 1.000 persona cada día. Las pretendidas medidas de racionalización que anunció la Ministra de Sanidad Ana Mato –contrapuestas a las acusaciones que calificaban los nuevos copagos farmacéuticos de recaudatorias– al publicar su decreto ley de abril de 2012 para “optimizar el gasto farmacéutico y su peso en el gasto sanitario” no han seguido el curso que les atribuyó Mato. “La sobreexposición a los antibióticos por un uso irracional, favorece la creación de resistencias”, resume Garcia Tello.

Así, en 2009 la DDD española era de 19,7. Entre 2010 y 2012, la cosa se estabilizó bastante, siempre al alza, y quedó en 20,9. Pero, el acelerón ha llegado en 2013 al colocarse en 24,2 DDD. Peor que España están Grecia, Francia o Bélgica. Pero con un consumo más moderado se hallan desde el Reino Unido a Alemania pasando por otros 19 estados. Al final de la lista está Países Bajos, con 10,8, menos de la mitad que el valor español.

Atiborrar los organismos de anitbióticos hace, a la larga, más fuertes a las infecciones. La uróloga del hospital de Getafe explica que “la exposición a un antibiótico desencadena una serie de cambios en la fisiología de las bacterias que fuerzan a estos microorganismos a adaptarse para compensar esta agresión”. Se hacen más fuertes.

Detrás de numerosas patologías

El ECDC se ha mostrado preocupado en su reporte de 2014 especialmente por dos tipos de bacterias: la Escherichia coli y la Klebsiella peumoniae. Detrás de estos nombres científicos, aparantemente alejados del día a día de los ciudadanos, se halla la causa de un montón de graves infecciones que afectan a la población.

La E. Coli es una de las causas más frecuentes en infecciones sanguíneas y urinarias. También se asocia con la peritonitis e infecciones de la piel. Causa meningitis neonatal y está a la cabeza de las infecciones que se adquieren con la comida. Un espectro bien amplio de enfermedades llegan con esta bacteria que se está fortaleciendo. De hecho, en España se han detectado “significativos incrementos” en la resistencia de E.Coli a los antibióticos de amplio espectro. La misma dinámica se repite para los medicamentos más vanguardiastas de “tercera generación”.

La otra bacteria cuyas colonias están en continuo fortalecimiento es la K. pneumoniae. Un organismo que, en Occidente, aprovecha pacientes con las defensas deprimidas para colonizar el tracto respiratorio y urinario, además de la sangre. Esta bacteria puede extenderse rápidamente entre personas infectadas o mediante las manos del personal hospitalario. España también está en el grupo de países cuyas colonias de pneumonae se han vuelto más resistentes a los antibíóticos.

“Aunque las bacterias resistentes varían bastante según el tipo de microbio, los porcentajes de resistencia más bajos se dan en el norte de Europa y los más altos en el sur”, analiza el ECDC. “Existen estudios que demuestran que un tratamiento antibiótico inadecuado supone un factor predictivo de mortalidad en pacientes que presentan bacteriemia de origen urinario”, adiverte la doctora García Tello.

En este sentido el ECDC remacha que “la resistencia antitbiótica es una seria amenaza para la salud pública en Europa” que conduce, analiza, al “incremento de los costes del sistema sanitario, a la prolongación de los ingresos hospitalarios, el fracaso de los tratamientos y las muertes”. En definitiva, “el actual descenso del número de medicinas contra las invasiones de bacterias supone una gran preocupación y amenaza a la seguridad de los pacientes en Europa”.

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