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Los emigrados que no podrán votar logran que abstencionistas voten por ellos desde España

Jessica, residente en Inglaterra, votará el próximo 20D gracias a Pilar, que depositará su voto en las urnas

Marta Borraz

La iniciativa ya había comenzado a circular por las redes sociales en elecciones anteriores. Las dificultades para votar a las que deben enfrentarse los españoles emigrados, tras la reforma de la Ley Electoral en 2011 que introdujo el voto rogado, puso en marcha toda una corriente espontánea de abstencionistas voluntarios que cedían el voto a residentes en el extranjero. Ahora el colectivo Marea Granate lo ha formalizado de cara a las elecciones generales del 20D, en las que emigrantes ejercerán este derecho fundamental gracias a las personas que no quieren hacerlo y votarán por ellos.

#RescataMiVoto es el nombre de la campaña que pone en contacto a las dos personas y que ya ha conseguido unir a más de 400 parejas. Es decir, 400 exiliados que por diferentes motivos, entre ellos la desinformación, la lejanía de los consulados, la estrechez de horarios y plazos o la no llegada de papeletas, no podrían votar de otra manera. Una cifra aún lejana de los casi 2.300 emigrados que aún esperan inscritos en la plataforma habilitada por Marea Granate a un abstencionista voluntario que le ceda su voto.

Pilar es una de las personas que el próximo 20 de diciembre acudirá en Málaga a las urnas del colegio electoral que le corresponde a votar por uno de ellos. “Se lo están poniendo muy difícil para trabajar aquí, se están yendo todos al extranjero, ¡nos vamos a quedar sin juventud!”, exclama en conversación con eldiario.es. Pilar tiene 76 años y afirma que se quedó “pasmada” cuando su nieta Beatriz le contó lo que el colectivo Marea Granate, al que pertenece su hermana Nuria, que vive en la Isla de la Reunión, estaba planeando.

Una carrera de obstáculos

Como ella ya había pensado no votar porque no está de acuerdo con ninguno de los partidos que se presentan, decidió apuntarse: “Pienso que no hago daño a nadie, a ver si arreglamos esto un poquito entre todos”, afirma recordando los años de dictadura franquista en los que no se votaba. Por eso siente la injusticia de no poder ejercer este derecho como suya y reivindica su importancia porque “votando tenemos a nuestro alcance lo que queremos ser”. El objetivo de Pilar es echarles una mano, dice, porque “ella no va acudir a las urnas, pero no porque no quiera”.

Ella es Jessica. Lleva más de un año viviendo en Inglaterra porque en España no encontraba trabajo “y no iba a desperdiciar mi tiempo sin hacer nada”. Pilar y Jessica no se conocen en persona, pero la primera depositará su voto el domingo de generales. Esta joven cordobesa de 26 años, que estudió Bellas Artes y trabaja en una residencia de personas con enfermedad mental, confía en que “si alguien se registra en la página es porque piensa hacerlo bien y tiene buenas intenciones, es una iniciativa solidaria”.

Jessica describe algunos de los obstáculos que impone el voto rogado, que introdujo la reforma pactada por el PP, PSOE, CIU y PNV y que, según cifras recopiladas por Marea Granate, impide el voto de la mayoría de los emigrados. Solo 115.055 personas han conseguido completar todo el proceso de petición, un 6,11% del Censo Electoral de Residentes Ausentes. “Cuando empezó a difundirse el procedimiento, las fechas límites estaban muy cercanas”, sostiene. “Yo, que no vivo en Londres, tenía que pagarme mi tren para desplazarme allí”.

¿Una reforma intencional?

El Gobierno español ha tenido cuatro años y mayoría absoluta para derogar una norma que se ha demostrado perjudicial para que los emigrados ejerzan su derecho a participar en los comicios. Por eso, al igual que denuncia Marea Granate, Jessica cree que se trata de algo intencional porque “no le interesa el voto de los emigrantes que, en su mayoría, están enfadados con el país en el que nacieron”. Una idea que comparte Rubén, empadronado en Castilla-La Mancha, que desde el pasado mes de noviembre reside en Japón.

En España, comenta, “se me hacía un poco cuesta arriba todo, desde el trabajo a la política. Es muy estresante ver lo que ocurre sin que pase nada, cuando sales fuera te das cuenta de que no es normal”. Este músico de 34 años, que no podrá votar desde el extranjero por una cuestión de plazos, afirma haber conocido a varios españoles desde que reside en el país asiático que “no lo están teniendo nada fácil”.

Las manos de Pablo serán las de Rubén el próximo 20 de diciembre. “Le dije a qué partido me gustaría votar y él lo hará como si fuera yo”, dice. Algo que corrobora Pablo, estudiante de Arquitectura de 19 años, que no se encuentra representado por ninguno de los partidos que se presentan a los comicios y “ante la abstención, que iría para las grandes mayorías” ha decidido donar su voto. Él, que sí votó en las pasadas elecciones autonómicas y municipales, conoció la iniciativa a través de Twitter y le ha ofrecido a Rubén la posibilidad de enviarle una prueba gráfica que demuestre que está votando por el partido que él le ha dicho.

“No es necesario, a mi me vale con el hecho de creer que lo hará y con el gesto de haberse molestado en hacerlo”, apunta Rubén. Han estado hablando vía e-mail porque la plataforma creada por Marea Granate intercambia las direcciones de correo de cada una de las personas tras emparejarlas automáticamente. La razón de Pablo para hacerlo es conseguir que “no caiga en vacío la posibilidad de votar, sobre todo sabiendo que hay otros que quieren y no pueden, porque la situación política no me es indiferente”.

Esa intención, la reivindicativa, también se esconde en la iniciativa puesta en marcha por el colectivo de emigrados. No solo pretenden conseguir que el mayor número de residentes en el extranjero participen en las elecciones, sino que intentan visibilizar y concienciar a la población de los impedimentos que el propio Estado aplica a sus ciudadanos. Rubén tiene claro que regresará a España, aunque “aun tienen que cambiar algunas cosas, tanto en el país como dentro de mí, esperemos que el cambio comience el 20 de diciembre”.

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